Carlos tiene 34 años, Germán 37 y ganan lo mismo: 7.200 pesos por mes en mano. Ambos están casados y tienen un hijo. Viven muy cerca uno del otro (Germán en Colegiales, Carlos en Palermo).
Carlos ahorra un 20% de su sueldo todos los meses (40% en Julio y Diciembre por el aguinaldo), mientras que Germán se encuentra en una situación de crisis financiera personal muy delicada: ya no sabe a qué familiar o amigo pedirle prestado, porque sabe que si sigue pagando el saldo mínimo de su tarjeta de crédito todos los meses, con la velocidad que ve crecer su deuda, dentro de muy poco tiempo tendrá que vender lo único que tiene (el auto, porque la casa es alquilada) para apenas cubrir los intereses.
Qué es lo que determina que estas dos personas sean tan parecidas en aspectos generales, y a la vez tan distintas en lo que respecta al manejo del dinero?
Simplemente una cuestión de hábitos y cultura financiera, aprendidos en su más tierna infancia, observando el comportamiento de los mayores en lo referente a gastos, consumo, ahorro e inversión.
Carlos viene bien: el dinero que tiene ahorrado lo hace sentirse tranquilo y capaz de enfrentar cualquier circunstancia, incluso la pérdida del trabajo.
Germán, en cambio, no puede reprimir el temblor que se apodera de su cuerpo cada vez que escucha de algún despido en la empresa donde trabaja, aunque haya ocurrido en un sector que no tenga nada que ver con el suyo.
Un día, en el cumpleaños de una amiga en común, Germán y Carlos coinciden en la misma mesa y comienzan a charlar. Germán se abre y le cuenta sus problemas a Carlos, y este, con el fin de ayudarlo, le da los siguientes 8 consejos.
1. Publicidades: mirar pero no comprar
Las empresas invierten millones de dólares todos los meses en marketing. Ese dinero invertido tiene como único fin vender más productos, no mejorar nuestra calidad de vida o nuestra salud financiera.
Los bancos, por ejemplo, realizan campañas agresivas y hasta invasivas en muchos casos para ofrecer créditos de consumo: desde mensajes que aparecen al realizar simples operaciones en cajeros automáticos avisando que tenemos a nuestra disposición x cantidad de dinero prestado, hasta cartas que llegan todos los meses a nuestro domicilio, con fotos de personas que supuestamente aceptaron el préstamo y ahora se encuentran en playas paradisíacas. Todo vale a la hora de promocionar sus productos.
Las empresas no saben lo que es bueno para nuestras finanzas y, lo que es peor, no les interesa en lo más mínimo mientras puedan seguir vendiendo su mercadería.
2. Consumismo: bueno para todos, malo para mí.
Aunque este tip pueda sonar contradictorio (al fin y al cabo, alguien podría argumentar que la sociedad no es ni más ni menos que la sumatoria agregada de los comportamientos individuales de cada uno de nosotros), es de vital importancia, para la salud de nuestras finanzas personales y nuestros anhelos de independencia financiera, percatarse de ello.
El modelo económico actual se sustenta en una economía recalentada, que necesita del fuerte gasto del consumidor para poder mantenerse a flote.
Dado este paradigma, diversos artilugios como la amenaza inflacionaria, dólar “planchado”, tasas artificialmente bajas para plazos fijos y planes en “cómodas” cuotas, buscan crear una sensación donde la única posibilidad inteligente reside en gastar todo lo que se pueda y más, y representa un “caldo de cultivo” ideal para que las personas gastadoras terminen rápidamente en las listas del VERAZ.
3. Pagos mínimos con tarjetas de crédito: la peor decisión de todas.
Nunca te preguntaste dónde está el negocio de las emisoras de los plásticos al ofrecer pagos en 6 cuotas sin intereses, con una inflación del 2% mensual?
Muy simple: según las métricas que manejan, saben que un porcentaje importante de sus clientes no puede controlarse y ante la posibilidad de comprar en cuotas fijas y pensando que están haciendo un gran negocio compran y compran, engrosando el saldo total mensual hasta límites que luego se les hace imposible pagar, teniendo que recurrir por ello al “pago mínimo” ofrecido.
Cada vez más, los ingresos que las empresas dueñas de las tarjetas de crédito ostentan, se deben a los intereses que cobran a los usuarios por el remanente financiado al abonar el pago mínimo (aproximadamente 4% mensual en pesos y 2% en dólares).
Estos intereses suelen calcularse utilizando uno de los sistemas de amortización de deudas más perjudicial de todos (Sistema de Amortización Directo, más detalle en el tip 6), para el tomador del préstamo encubierto que representa el pago que muchos “patean para adelante”.
4. Gastos mensuales con tarjetas de crédito: establecer un “aforo” personal.
Las tarjetas de crédito son otorgadas con un límite de gastos mensual. Ese límite puede depender del ingreso del cliente, la cantidad de tiempo que hace que posee el plástico o su historial de pago, entre otras cosas.
Un mal manejo de la tarjeta de crédito ocurre cuando una persona tiene más de una en su poder y lleva al límite de crédito cada una de las mismas, generando un gasto total que puede exceder sus ingresos mensuales en dos o más veces.
Esta conducta irresponsable es más común de lo que se imagina, siendo lo ideal establecer un aforo (un margen de garantía) de un 30% inferior al límite de crédito.
Por ejemplo, si el límite de gastos de mi tarjeta es de $3.000 por mes, entonces con un aforo de seguridad del 30% yo me “autoimpongo” un límite de gasto de $2.100 (que sale de hacer $3.000 x (1-0,30).
Si cambio el aforo a 20%, entonces la cuenta es $3.000 x (1-0,20) =$2.400.
5. Financiación en préstamos de consumo: conocer el cálculo de los intereses.
Seguro de vida, IVA sobre intereses, gastos administrativos: todos estos son costos que derivan del préstamo y por ende deben sí o sí computarse en el cálculo de la tasa total pagada por el mismo, conocida como Tasa Efectiva Anual (TEA).
Los bancos y entidades financieras suelen informar el costo de los préstamos en términos de Tasa Nominal Anual, que no tiene en cuenta los ítems antes mencionados.
Dado que estos costos no existirían en caso de que el préstamo no sea otorgado y son significativos en el costo total (el concepto “gasto administrativo” puede ir del 4 al 10% del total prestado) es que la conveniencia o no del mismo debe ser evaluado en términos de TEA y no de TNA.
6. Usura: asegurarse siempre de no estar pagando un préstamo con el Sistema de Amortización Directo.
La mayoría de las personas que sacan un préstamo o compran en cuotas no se fijan en “detalles insignificantes” como la fórmula matemática utilizada para calcular los intereses de la deuda.
Sin entrar aquí en temas de cálculo financiero que podrían aburrir fácilmente (pero que son de una utilidad tremenda para nuestra cotidianidad financiera), el consejo aquí es huir de aquellos préstamos cuyas cuotas estén calculadas con el Sistema de Amortización Directo.
Este sistema computa el pago de intereses sobre el monto total del préstamo (o costo del producto adquirido) sin tener en cuenta que al pagar las cuotas estamos devolviendo también parte de ese monto (en el lenguaje financiero: amortizando) y que por lo tanto correspondería que lo que se paga por intereses baje disminuyendo a medida que se cancelan las cuotas.
El Sistema de Amortización Directo es una práctica usurera, y para protegerse de la misma aconsejo concurrir a los entes de defensa del consumidor.
7. Planificar como dogma.
Si no planificamos nuestras vidas, corremos el serio riesgo de caer en la planificación de vida de otra persona, y lamentablemente es poco probable que esa persona tenga preparado algo bueno para nosotros.
Las personas que viven endeudadas comete el grave error de no planificar más allá del próximo vencimiento, siguiendo la línea de “pedirle prestado a Juan para pagarle a Pedro”.
Comenzar a planificar nuestras finanzas personales tiene que ver con ordenar, en primer lugar, nuestros gastos y reciclar viejos hábitos de consumo que suponen que no hace falta tener el dinero para comprar lo que se quiere siempre que se pueda pedir prestado.
La planificación y el vivir con lo propio pueden representar el principio del fin de las deudas.
8. Bajar la ansiedad que lleva a gastos improductivos.
Aquellos que viven endeudados y con problemas para llegar a fin de mes, a pesar de tener un ingreso igual o superior a la media, son personas que sufren una patología en la que hay una necesidad irreprimible de adquirir cosas. En su interior, guardan una baja autoestima, ansiedad y también tendencias depresivas.
Para dominar la ansiedad, comenzar terapia, yoga o, mejor aún, anotarse en un curso de meditación, puede funcionar como un moderador de gastos al canalizar esa energía negativa en fines más productivos.
Fin de la historia.
Germán y Carlos volvieron a verse en varias oportunidades, e incluso sus mujeres se hicieron muy amigas.
Gracias a los consejos de Carlos, Germán pudo de a poco ir bajando sus deudas al comprender que el tener acceso a comprar casi cualquier cosa que quisiese en cuotas no era un beneficio sino más bien algo que le daba un placer ínfimo a un costo altísimo.
También lo ayudó conocer cómo funcionaban las cosas antes de que fuera demasiado tarde: en temas de préstamos y financiación, muchas veces el negocio de uno es la desgracia de otro. En este juego de suma cero, al fin y al cabo solo se trata de quién le debe a quién.
Y Germán, en gran parte gracias a Carlos pero también por una búsqueda personal, pudo darse cuenta a tiempo.
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