Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación.
La falta de previsión y sobre todo de planificación es uno de los atajos más rápidos hacia una bancarrota financiera personal, y más aún en un país tan “inquieto” como el nuestro.
En muchos casos, lo ausencia de estímulos para encarar la estrategia a llevar a cabo en lo referente a la economía doméstica tiene que ver con el desconocimiento de cómo realizar los cálculos desde el punto de vista matemático.
Veremos a continuación cinco artimañas que te ayudarán a realizar un diseño de realidad financiera en base a tus propios números de ingresos, egresos, inflación esperada y demás variables financieras.
1. LA REGLA DEL DOS Y EL VALOR DE TU TIEMPO.
La regla del dos sirve para saber aproximadamente cuánto se gana por cada hora trabajada. Para ello hay que tomar el sueldo anual (el sueldo mensual multiplicado por 12), sacarle las últimas tres cifras y luego dividirlo por dos.
Por ejemplo, si el sueldo anual es de 90.000 pesos (que equivale a un sueldo mensual de 7500 pesos), le sacamos los últimos tres ceros y nos queda 90, que dividimos por dos. El resultado es que el valor de la hora trabajada es de aproximadamente 45 pesos.
2. LA REGLA DEL 70 Y LA INFLACIÓN.
La regla del 70 es sencilla y muy utilizada en el mundo de las finanzas. Posee una total aplicación en un país inflacionario como el nuestro. La utilidad de la misma está dada en saber cuánto es el tiempo que tarda la inflación en reducir a la mitad el valor real de nuestro dinero.
Todo dinero no invertido está destinado a perder valor a paso acelerado
El billete de 100 pesos que tenemos hoy en la mano: ¿dentro de cuánto tiempo tendrá un valor real de 50 pesos?
Para obtener una respuesta debemos dividir el número 70 por la cantidad de inflación esperada.
Si, por ejemplo, esperamos que la inflación para el presente año y los venideros sea del 25%, entonces al dividir ambos números nos daría 2,8. La interpretación es que en poco menos de tres años, esos 100 pesos tendrán un poder adquisitivo similar al que hoy tiene un billete de 50 pesos.
Es importante tener en cuenta esto, porque todo dinero no invertido está destinado a perder valor a paso acelerado, tal cual lo demuestra esta simple cuenta.
El dinero en pesos guardado “debajo del colchón” en menos de tres años (o antes, si tomamos una inflación mayor al 25%) tendrá un poder de compra de exactamente la mitad que ahora.
3. LA REGLA DEL 72 Y LAS BUENAS INVERSIONES.
La regla del 72 es similar a la vista anteriormente pero en este caso nos indica la cantidad de tiempo necesario para duplicar el dinero invertido en función de la tasa de rentabilidad obtenida.
Por ejemplo, si invertimos nuestro dinero en un plazo fijo a una tasa del 19% anual, al dividir 72 por ese número nos da 3,8; lo cual quiere decir que para duplicar nuestro capital necesitaríamos 3,8 años. Esto se cumplirá siempre y cuando el interés percibido se capitalice, es decir, sea reinvertido en la misma inversión a la misma tasa.
La regla del 72 puede aplicarse también a la inversa. Por ejemplo, si en vez de dividir la tasa de rentabilidad por la rentabilidad percibida lo divido por el número de años que pienso invertir el dinero, el resultado será igual a la tasa de rentabilidad necesaria para que ese capital se duplique.
Por ejemplo, si queremos invertir el dinero por cuatro años, dividimos 72 por ese número y el resultado es 18, lo cual nos dice que deberíamos obtener una tasa del 18% anual si pretendemos duplicar nuestro capital en ese lapso.
4. LA REGLA 80/20: ÓPTIMO DE PARETO.
Wilfredo Pareto fue un prestigioso economista y sociólogo que vivió entre 1848 y 1923, y su contribución a la ciencia se conoce hoy como “La distribución de Pareto” (popularmente conocida como la regla 80/20).
La regla 80/20 nació como una forma de explicar las razones por las cuales el 80% de la riqueza del mundo era producida y obtenida por el 20% de la población mundial, pero luego se descubrió que podía aplicarse la misma proporción a una lista importante de sucesos, como por ejemplo:
El 80% de los beneficios de una empresa proviene del 20% de sus productos y clientes.
El 80% de las ganancias en la bolsa corresponde al 20% de los inversores que invierten en ella.
Y, lo más importante, el 80% de nuestros resultados laborales son producto del 20% de la utilización de nuestro tiempo.
Sabiendo esto, cabe preguntarse: ¿conviene invertir el 80% de nuestro tiempo para lograr un 20% adicional de resultados?
El objetivo pasa por detectar cuál es ese 20% de nuestro esfuerzo que es realmente productivo para potenciarlo y con ello duplicar nuestros ingresos reduciendo a menos de la mitad el tiempo empleado.
5. LA REGLA DEL 120 PARA LOS QUE INVIERTEN EN BOLSA.
La regla del 120 es usada por los asesores financieros para sugerirles a sus clientes la distinta ponderación de acciones y bonos que tienen que tener en su cartera en función de su edad.
Lo que se hace es restarle la edad al número 120, y esa es la cantidad porcentual que debería invertirse en acciones, mientras que la otra parte debería invertirse en bonos.
Por ejemplo, para una persona de 60 años, la cantidad a invertir en acciones es el 60% de su cartera, que es el resultado de 120 menos 60. El otro 40% debería estar invertido en bonos.
La lógica tiene que ver con que, cuando una persona es joven, puede asumir más riesgos con respecto a sus inversiones ya que en esa etapa el dinero es un bien “renovable”. Aún le quedan muchos años para seguir trabajando y reponerse de una potencial caída en el precio de las acciones que tiene en cartera.
Por ello, para alguien de 20 años, se recomienda estar invertido 100% en acciones, ya que 120 menos 20 da 100.
En cambio, para una persona de 80 años, el porcentaje a invertir en acciones es de 40%, ganando mayor ponderación lo invertido en bonos (el 60% restante).
CONCLUSIÓN
Los “trucos” o artimañas presentados son sólo aproximaciones que pueden no servir para realizar cálculos exactos, pero sí son útiles para poder tener una idea más cercana de aspectos importantes relacionados con las inversiones, el daño de la inflación en el dinero no invertido y lo ganado por hora trabajada, entre otras cosas.
Amigarse con los números y comenzar a tener un cierto control sobre nuestras finanzas personales es, sin duda, un paso que puede derivar en importantes beneficios presentes y futuros.
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