Todos somos vendedores, seamos conscientes de ello o no.
El que busca trabajo es un vendedor: está vendiendo su perfil como el ideal para un puesto determinado dentro de una estructura armada.
El que tiene trabajo es un vendedor: está vendiendo horas de su vida y habilidades a cambio de dinero.
El empresario o dueño de una empresa es un vendedor: vende sus productos o servicios a clientes que pagan por ellos.
Digo esto porque mucha gente tiene el concepto erróneo de lo que significa ser un vendedor: piensan que es una persona de traje y corbata que va puerta en puerta ofreciendo sus productos o que espera en una agencia de autos sentado en su silla giratoria esperando que entre un nuevo interesado.
Piensan que como trabajan en el departamento contable, en el área de producción, logística o son maestros, taxistas, psicólogos o cualquier otra actividad, no son vendedores. Pero se equivocan.
Claro que el hecho de que todos seamos vendedores no quiere decir que todos debamos cobrar lo mismo: dependiendo de la habilidad con la que cada uno se desempeñe para vender su tiempo, capacidad o servicios, la retribución económica será muy distinta.
Dos tipos de vendedores.
El universo de vendedores se puede separar a grandes rasgos en dos grupos; todos pertenecemos a uno u otro. El tema es que son pocos los que saben de esta importante distinción.
Se puede ser 1) vendedor de tiempo o 2) vendedor de expectativas.
1) El vendedor de tiempo es aquel trabajador en relación de dependencia que trabaja x cantidad de horas por semana, y a cambio recibe un salario mensual como pago por ello. Es decir, la gran mayoría de la población global.
Dentro de los vendedores del tiempo, a su vez tenemos dos grupos distintos. Por un lado están los vendedores de tiempo “mecanizados” y por otro los “entusiastas pero dormidos”.
Los vendedores de tiempo mecanizados son aquellos que optaron por el camino más fácil: dejar que el jefe trabaje “duro” mientras ellos trabajan “mucho”. Un vendedor de tiempo mecanizado repite las mismas frases 50 veces al día sin detenerse nunca a pensar en su significado, solo porque así lo especifica el manual de procedimientos. Trabaja de sol a sol ansiando los fines de semana y las vacaciones, que luego se le pasan en un abrir y un cerrar de ojos. Se abraza a su falsa seguridad con uñas y dientes y no deja que nadie “le serruche el piso”. Alquila un ingreso (en forma de sueldo) para comprar una casa. Las universidades en la actualidad “fabrican” cientos de miles de vendedores de tiempo mecanizados cada año, simplemente porque es más fácil que ayudarlos a pensar.
El vendedor de tiempo entusiasta pero dormido es aquel que tiene características similares al vendedor mecanizado, pero que sabe en su fuero más íntimo que su situación es solo temporaria y que muy pronto podrá hacer lo que realmente le entusiasma, y conseguir que la gente le pague por ello. Este tipo de vendedor puede “mecanizarse” por horarios, pero no deja pasar un día de su vida sin pensar, aunque sea unos minutos, en cómo se las ingeniará para dejar de vender su tiempo y desarrollar una vida profesional haciendo aquello que realmente ama y lo entusiasma.
2) El vendedor de expectativas es en cambio aquel que no vende su tiempo sino expectativas de un cambio beneficioso que puede llegar a producir en otras personas.
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