Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación.
Según su definición, la tecnología es el conjunto de conocimientos técnicos, científicamente ordenados, que permiten diseñar y crear bienes y servicios que facilitan la adaptación al medio ambiente. Pero.¿qué sucede cuando, en vez de facilitar la adaptación del ser humano al medio, los avances tecnológicos son tan importantes que transforman de manera radical el comportamiento de la comunidad en su conjunto? ¿Qué se hace cuando esas innovaciones modifican de manera sustancial la economía y el mercado de compra-venta de productos y servicios?
Mi teoría es que en los últimos años, de la mano de la aparición de las redes sociales, se han producido cambios disruptivos que la mayoría de la gente no puede aún atrapar. La aparición de los smartphones y de las tablets ha modificado para siempre la manera de hacer negocios por parte de las empresas y de los particulares y el entendimiento de los acontecimientos se vuelve de suma importancia para nuestra economía personal y para nuestra forma de hacer negocios.
Como veremos a continuación, se está formando una realidad virtual paralela a la realidad de todos los días y, en este nuevo espacio intangible solemos, pasar cada vez más tiempo sin darnos cuenta de las implicancias que ello conlleva no solamente para nuestra “vida social” sino también para la economía a nivel agregado.
En la columna de hoy analizaremos esta nueva “economía de los plasmas” (llamada así por el material utilizada para construir las pantallas de tablets, smarts TV y Smarts Phone) y su implicancia para los consumidores (todos nosotros), las empresas y el mercado laboral.
REALIDAD Y REALIDAD VIRTUAL, REDES SOCIALES Y MODIFICACIÓN DEL MERCADO
En 1927, la BBC de Inglaterra efectuó las primeras emisiones públicas de televisión, con sistemas mecánicos y en horarios no regulares. Pero fue un poco más tarde, en 1936, cuando las emisiones con programación comenzaron y dieron nacimiento a la TV.
A partir de entonces, la pantalla del televisor fue captando cada vez más la atención de las personas originando un nuevo modelo de negocios en el que las empresas comenzaron a publicitar sus productos para llegar al público masivo.
El modelo de aquel entonces, que es la piedra angular al modelo actual de Internet, tiene que ver con captar tu atención con algún tipo de entretenimiento (desde novelas a eventos deportivos o noticias si hablamos de TV) para luego, subrepticiamente, poder venderte los productos de las empresas auspiciantes.
Pero la televisión siempre tuvo dos obstáculos importantes: que no es “transportable” y por lo tanto el grueso de la población sólo ve televisión en horarios determinados, y que no puede interactuar con sus telespectadores para conocer sus preferencias y gustos y de esa manera realizar una venta más orientada.
La aparición de Internet y más particularmente de la redes sociales y los dispositivos móviles como los smartphones y tablets subsana estos inconvenientes y aumenta con ello las chances de venta, creando una realidad virtual paralela de la cual deriva un mercado intangible y poderoso que modifica el paradigma de negocios reinante antes este entonces.
Pero para entender esto, vamos a apoyarnos en algunos números que ilustran mejor adónde queremos llegar: según el site Statista, el 51% de los americanos de entre 18 y 29 años revisa sus smartphones varias veces por hora, mientras que lo mismo hace un 47% de quienes se encuentran entre los 30 y 49 años. Entre los 50 y los 64, esta “adicción” baja al 11%.
¿Por qué se mira con tanta asiduidad la pantalla plasma del celular? En parte para chequear los mails y en parte para interactuar en las app de redes sociales como Facebook o sus empresas (Whats app, Instagram), Twitter o Linkedin.
Las redes sociales parecen entonces estar logrando lo que la televisión no pudo: captar nuestra atención en cualquier horario y en cualquier lugar y conocer al mismo tiempo nuestras preferencias vía el análisis de nuestro comportamiento en la “cyber-comunidad”, aumentando con esto de manera sideral las chances de que las empresas puedan vendernos sus productos.
¿Cómo hacen para “monetizar” empresas como Facebook o Twitter un servicio que para la gente es gratuito? Sus verdaderos clientes son las empresas (y también los usuarios particulares y pymes que comienzan a publicitar sus productos en ese espacio) que gastan fortunas para poder llegar a un público cada vez más adicto y cautivo que de a poco va perdiendo el miedo a la compra online y comienza a privilegiar la comodidad que ello le brinda.
Resumiendo, el nuevo modelo de negocios es más o menos así: capto tu atención gran parte del día ofreciéndote gratuitamente un lugar en donde también están tus amigos y podés interactuar, alimentar tu ego y ser famoso por un rato, a cambio de que mires las ofertas que las empresas (mis verdaderos clientes) tienen para vos.
La consecuencia inmediata de esto en términos económicos es el reemplazo del mercado tradicional (un lugar a donde concurren oferentes y demandantes de bienes y servicios) por uno virtual, que mueve silenciosamente trillones de dólares por día y cuyo crecimiento está asegurado gracias a la adopción de los Millennials de todo el mundo (aquellos nacidos entre el año 1980 y 2000) a estas nuevas modalidades.
TRES MANERAS DE APROVECHAR LA ECONOMÍA DE LOS PLASMA
Al hablar de estos temas, me resulta muy inocente la postura de aquellos que creen que no forman parte de la economía de los plasmas porque usan poco las redes sociales o (aún) no compran nada online. Cada vez que realizan una búsqueda en Google o incluso cuando revisan su bandeja de entrada del email, recibirán publicidad cada vez más específica de lo que están buscando, gracias a estrategias de marketing como el retargeting, que “persigue” a los cibernautas con publicidades de algún producto en el que alguna vez mostraron cierto interés gracias a las cookies que quedan alojadas en sus dispositivos.
Por todo esto, el comportamiento más inteligente pasa por incorporar la “economía de los plasmas” a nuestra faceta laboral y aprovechar todo lo que tiene para ofrecernos en vez de luchar contra los molinos de viento, como hacía Don Quijote de la Mancha.
Presentaré tres maneras de aprovechar la “economía de los plasmas” de las varias que ya existen y seguirán apareciendo, separando entre la postura que decidamos adoptar: vendedor, consumidor o inversor.
1) Aprovechar la “economía de los plasmas” como consumidor: La venta online es mucho menos costosa para las empresas que la venta física, sobre todo cuando logran automatizar la misma. La baja de costos sumada a la fase experimental dado el poco tiempo de vida de esta modalidad hace que las empresas puedan ofrecer descuentos realmente importantes, que pueden ser aprovechados por aquellos cibernautas que estén atentos y dispuestos a tomar rápidamente los mismos. Sumado a esto, las redes sociales representan también un canal de comunicación para hacer llegar consultas y reclamos a las empresas que, para cuidar su imagen pública, suelen contestar e intentar solucionar los reclamos que llegan por esa vía.
2) Aprovechar la “economía de los plasmas” como vendedor: Para un vendedor particular o pyme, promocionar sus productos en la TV siempre fue imposible, dado el alto costo del minuto de “aire”. Pero con Internet todo cambia, ya que en TV la llegada es masiva e indiscriminada, mientras que en Internet es particular y segmentada. Realizar publicidad en Facebook, por ejemplo, es muy barato y se pueden realizar campañas por poco dinero y luego evaluar los resultados de manera exhaustiva gracias a los sistemas de “analitycs” con los que cuenta. Consejo: armar videos cortos (no más de 1 minuto) presentando el producto y publicitar en redes sociales, con reproducción en celulares. Los costos son muy bajos y se puede segmentar la llegada a un público específico, que creamos potencialmente interesado en el producto ofrecido.
3) Aprovechar la “economía de los plasmas” como inversor: En febrero de 2012, escribí una nota llamada “¿Cómo puedo comprar acciones de Facebook?”. En aquel entonces, su salida a la Bolsa era inminente y me parecía, habida cuenta de los argumentos vertidos en esta columna que ya se vislumbraban en mayor o menor medida, que podía ser un muy buen negocio para el inversor. El precio debut de su IPO en la Bolsa Americana (oferta inicial de acciones) fue de 38 dólares. Luego de un comienzo negativo (llegó a valer 17.55 dólares ese mismo año) comenzó una escalada alcista que la sitúa hoy en los 94 dólares, lo que marca una apreciación de 150% en 3 años.
Las acciones de Linkedin, por su parte, salieron a cotizar en Bolsa con un precio 45 dólares en mayo de 2011. Hoy valen 190 dólares (320% de suba desde su debut).
Twitter, por su parte, es la única de las 3 que no le fue muy bien, ya que luego de salir a cotizar en Bolsa a un valor de 26 dólares por acción, hoy se encuentra en prácticamente los mismos valores.
Es importante para un potencial inversor entender que existen diferencias conceptuales entre estas empresas. Facebook se orienta a “¿Que te está pasando?”, Twitter hacia “¿Que está pasando?” y Linkedín “¿Quien sos en lo profesional?”. Por ello, hasta se podría decir que no presentan demasiada competencia entre sí y que hasta podría haber lugar para el crecimiento de ambas al unísono.
CONCLUSIÓN:
Las redes sociales están creando una realidad paralela en donde ocurren las mismas cosas que en la realidad física. Lo que se viene ahora son los nuevos dispositivos de realidad virtual, que harán que la realidad paralela e intangible se vuelva cada vez más “real”, simulando una experiencia concreta.
Donde terminará esto nadie lo sabe, pero sopesar hoy mismo la posibilidad de comenzar a sacarle provecho económico a esta nueva modalidad de negocios se presenta como una idea inteligente pensando más que nada con un horizonte de mediano y largo plazo.
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