Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación.
La palabra “propietario” viene del latín pro privo, que quiere decir “a favor de lo privado”. Ser propietario es tener el derecho a “privatizar” el espacio donde vivís, hacerlo tuyo. Sin embargo, si alquilamos un espacio hoy en día también lo estamos “privatizando” y haciéndolo nuestro, al menos mientras dure el contrato de alquiler. La sociedad y la economía han cambiado mucho en los últimos 50 años: el reinado dejó de ser del poseedor de “las cosas”; ahora reina la economía de lo intangible, de lo que no se puede tocar.
A partir del cuestionamiento de diversos autores de finanzas personales, se planteó la idea de que hacía falta revisar ciertos aspectos de la contabilidad tradicional, más precisamente la noción de “activo” y “pasivo”. Ahora, se considera “activo” aquel bien que pone dinero en tu bolsillo todos los meses, mientras que un “pasivo” es aquel que te saca dinero del bolsillo todos los meses.
Hagamos juntos un simple ejercicio basado en el supuesto de que cuento con los ahorros suficientes (digamos 70.000 dólares) como para poder comprar mi “techo propio”. Si me convierto en propietario, estoy inmovilizando ese capital. Claro, me ahorro el alquiler, pero su valor hoy en día no llega al 5% del valor del departamento; es decir, me retribuyen con un 5% por inmovilizar el capital.
Si, en cambio, divido esos 70.000 dólares en dos mitades e invierto la primera mitad en bonos y acciones preferentes de empresas de primera línea de EE.UU. (inversión segura y medianamente conservadora, en dólares y bajo legislación americana, totalmente legal para un argentino) puedo obtener un 6% anual. La segunda mitad la paso a pesos y hago un mix entre plazos fijos (29% anual) y Lebac (37,50% anual), quedando invertido al 33% anual en pesos.
Ahora llega la comparación valedera: alquilando pagaríamos aproximadamente 300 dólares mensuales (obviamente variará en función de la ubicación, estado del departamento, etc.), algo así como 4230 pesos. Esos 4230 pesos es lo que nos ahorraríamos si comprásemos el departamento.
Invirtiendo en función de lo visto anteriormente, el flujo de ingresos mensuales que tendríamos sería de 2500 pesos por la inversión en dólares (175 dólares anuales) y de 14.000 pesos mensuales por la inversión en plazos fijos y Lebac. El flujo total sería de 16.500 pesos mensuales (los US$ 35.000 se convierten en 507.500 pesos que invertidos al 33% generan 14.000 pesos mensuales que se suman al flujo en dólares) por una inversión que se encuentra diversificada en monedas. Deducido el costo del alquiler, esos 16.500 pesos se convierten en 12.270 pesos, pudiendo usar la mitad (6135 pesos) para gastos corrientes y la otra mitad para la compra de dólares todos los meses (al valor de hoy son 423 dólares) que serán guardados como “colchón de emergencia”.
Resumiendo: en vez de gastar 70.000 dólares para ahorrar 4400 pesos mensuales y tener un “techo propio”, invierto de manera inteligente ese mismo monto y obtengo lo necesario para afrontar el costo del alquiler, más 6135 pesos para cubrir costos fijos y variables y 423 dólares de ahorro todos los meses.
Como se ve, cambio la idea del “techo propio” por “ingreso pasivo propio” y termino canjeando la compra de un pasivo por la creación de un activo generador de ingresos.
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