Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación.
Alguien podría objetar: para poder invertir primero hay que ahorrar, es decir, ganar más de lo que se gasta, lo cuál suena perfectamente lógico desde la perspectiva de las finanzas personales tradicionales. No obstante, en la columna de hoy me atreveré a desafiar esta lógica y presentar una nueva perspectiva.
Los seres vivos accionamos en gran parte en función de los estímulos. Si creemos que invertir es complicado, peligroso, o que hay que ser un especialista para poder hacerlo con éxito, entonces es probable que consciente o inconscientemente nunca generemos el excedente necesario para intentarlo.
Voy a partir del supuesto entonces que usted, querido lector/a, vive “al día” y si bien no tiene deudas importantes nunca pudo invertir su dinero más allá de un plazo fijo.
Por supuesto que no podemos ignorar el contexto económico, pero la persona que esté esperando que todos los semáforos se pongan en verde para comenzar a organizar sus finanzas personales es muy difícil que llegue algún día a ocuparse del asunto y continúe así procrastinando las decisiones importantes.
El primer postulado de mi tesis es que aunque no tengamos capacidad de ahorro en el presente debemos aprender a invertir el dinero.
El segundo postulado es más polémico y va un paso más allá: no generamos excedente de dinero por sobre nuestros gastos porque no sabríamos qué hacer con él (estamos hablando de excedente SOBRE los gastos, es decir, dinero que no gastaríamos ahora sino que ahorraríamos para un futuro).
Para suplir en parte esta cuestión, analizaremos a continuación 3 claves sencillas sobre inversiones que podrían cambiar su visión acerca de las finanzas personales, estimulando con ello el ahorro.
1) Nunca pase por alto la relación entre rentabilidad y riesgo
La forma más rápida de frustrarse a la hora de invertir es obviar la relación directa e inversa (a mayor rentabilidad, mayor riesgo) existente en las inversiones.
¿Cuál es el motivo por el cuál alguien podría pasar por alto esto? Muy fácil: por codicia.
La codicia es una emoción muy peligrosa a la hora de invertir. De la misma manera que Ulises pidió que lo aten al mástil del barco para no dejarse tentar por el canto de las sirenas, necesitamos tener puntos de referencia a mano para saber cuándo estamos sucumbiendo ante tentaciones peligrosas.
Ese punto de referencia es el contexto de tasas de interés. Cualquier inversión financiera en Argentina que rinda hoy en día por encima del 32% anual en pesos tiene un riesgo “embebido” a tener en cuenta, que irá en aumento mientras más rendimiento nos ofrezcan.
Lo mismo ocurre para inversiones en dólares, pero en este caso nuestro benchmark actual (punto de referencia) es del 5% anual en moneda “dura”.
No estamos diciendo con esto que haya que invertir solamente en inversiones con ese tipo de rendimientos o inferiores, pero sí hay que tener en cuenta que al invertir a tasas más altas estamos asumiendo un riesgo que quizá no estemos dispuestos a soportar luego, cuando ya no habrá vuelta atrás.
Por ello y sobre todo en las primeras etapas de nuestra formación autodidacta como inversores, es recomendable tener estos “mástiles” a mano para poder atarse en caso de que ejecutivos de cuenta, “amigos” o instituciones nos quieran tentar prometiendo rendimientos que pueden nunca materializarse.
2. Utilizar “La Regla Fronteriza 40-5”
Hay una regla muy simple, que en mi caso ha sido de gran utilidad, y es “La regla Fronteriza 40-5”. Funciona de la siguiente manera: para inversiones superiores al contexto actual de tasas, rechazar las inversiones que ofrezcan 40% o más de rendimiento que el promedio de ese momento, y nunca invertir más de un 5% de mis ahorros totales en aquellas que si se encuentren dentro de este radio.
Veamos un ejemplo para entender este concepto: me ofrecen invertir en un fondo común de inversión de renta variable (acciones) del Merval Argentino (índice bursátil de referencia), que tiene un rendimiento esperado del 42% anual en pesos.
Debo realizar entonces un simple cálculo para ver si cumple con la primer parte de la regla, que dice que el rendimiento esperado no puede alejarse más de 40% del actual punto de referencia, que es 32% anual en pesos. Si multiplico 32 x 1,40 me da que el límite máximo de rendimiento al cuál podría acceder sin exponerme demasiado es de 44.80%. Dado que la inversión ofrecida está por debajo del mismo (como dijimos es del 42% anual en pesos) el filtro ha sido superado.
Luego aplico la segunda parte de esta regla, que es muy sencilla: no invertir más del 5% de mis ahorros en cada inversión que me guste y que se encuentre por encima del punto de referencia. Si, por ejemplo, mis ahorros son 100.000 pesos, entonces no invertiría más de 5.000 pesos en este fondo común de inversión bursátil.
Este modus operandi puede sonar demasiado cauteloso para algunos, pero créanme que funciona a la perfección para aquellos que están haciendo sus “primeras armas” en el campo de las inversiones.
3. No invierta en algo que no entienda en cuanto a su funcionamiento
¿Porqué alguien habría de invertir sus ahorros en un negocio que no entiende como funciona? Misma razón que antes: codicia, deseos de sentirse un experto porque invierte en instrumentos complejos que ni él sabe explicar bien de qué se tratan.
Alguien podría pensar que es difícil que una persona invierta de esa manera, pero para contrarrestar esto no tienen más que leer e investigar un poco sobre lo que pasó en el año 2008 en EE.UU. con la crisis de las hipotecas: millones de personas invirtiendo en instrumentos derivados que muy pocos entendían.
Pero no invertir en algo que no se conoce no quiere decir que haya que ser un experto en el funcionamiento de la inversión elegida, basta con entender el funcionamiento básico con el cuál se generan los flujos de fondos que luego se cobrarán como rentabilidad.
Al respecto, me parece útil recordar una anécdota que tuvo lugar cuando un periodista le preguntó a Warren Buffet, el segundo hombre más rico del mundo y el único del top ten que ganó toda su fortuna en la bolsa, los fundamentos que lo llevaron a ganar millones de dólares con su inversión en acciones de la empresa Gillette: “Invertí en Gillette luego de razonar que, por más crisis económicas que haya, billones de personas alrededor del mundo seguirán afeitándose todas las mañanas al levantarse”.
Como se ve, se puede ganar dinero razonando de manera simple y actuando en consecuencia.
Conclusión
Aprender y entender las 3 claves sobre inversiones que acabamos de ver podría generar el estímulo necesario para comenzar a cambiar nuestra realidad financiera sabiendo ahora que podemos generar dinero con dinero, no solamente con trabajo, aumentando así nuestros ingresos totales y ocupándonos al mismo tiempo de nuestro “yo futuro”.
No hace falta tener un título en ciencias económicas para aprender a invertir: como muchas de las cosas importantes en la vida, invertir es una cuestión de fe.
Convencernos a nosotros mismos que podemos generar ingresos automatizados por más que en el presente vivamos “apagando incendios”, financieramente hablando, es el primer paso impostergable para comenzar a cambiar nuestra relación con el dinero y las creencias acerca de lo que podemos o no podemos hacer.
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