Cada vez que explota una burbuja financiera (algo inusitadamente frecuente en las últimas décadas) los analistas, investigadores y académicos suelen buscar a los responsables: brokers inescrupulosos, inversores codiciosos, gobiernos equivocados.
Pero existe un agente económico que la viene sacando bastante “barata” en cuanto a críticas constituyendo, a mi juicio, una real injusticia, ya que las Calificadoras de Riesgo (de ellas estamos hablando) suelen cumplir un papel determinante al decidir su notas en función de elementos que muchas veces son bastantes turbios y teñidos de intereses que van mas allá de lo que dejan ver al público.
Para entender las críticas y la compleja situación actual de las calificadoras de riesgo como Moodys, Standard & Poors o Fitch Ratings, es necesario primero entender que significan sus notas y como se interpretan:
De BBB a AAA | De BB a D |
Si una emisión es calificada con BBB o más significa que su emisor posee características de solvencia financiera que supera cualquier vulnerabilidad, por lo cuál es altamente probable que honre sus obligaciones (“investment grade”). | Si una emisión es calificada con BB o menos significa que su emisor posee características vulnerables que pueden disminuir la probabilidad de pago. BB indica mínimo grado de vulnerabilidad de este grupo mientras que CC indica el máximo grado de vulnerabilidad.
D significa Default. |
Estas categorías pueden cambiar según la calificadora, pero en líneas generales el significado sigue siendo el mismo.
Las agencias de calificación crediticia analizan la capacidad financiera de empresas o países y determinan por adelantado sus posibilidades de realizar pagos e inversiones a corto, mediano y largo plazo.
Las críticas más recurrentes que las mismas reciben en los últimos tiempos tienen que ver con:
1) Consecuencias e intereses:
Cuando afirman que un país es propenso al riesgo y rebajan su calificación, ello presupone graves consecuencias, ya que a partir de ese momento el país en cuestión deberá pagar una prima de riesgo más alta sobre sus deudas. Cuando la agencia Standard & Poor’s rebajó esta semana la evaluación de España de “AA+” a “AA”, la Bolsa de Madrid se desplomó y genero billones de Euros en perdidas para los inversores.
La pregunta fundamental acá es si estas agencias son totalmente imparciales o por el contrario tienen intereses creados. Muchos analistas opinan que ya que sus acciones generan repercusiones que tienen que ver con lo público (por ejemplo, al bajarle la calificación a Grecia el resto de los países le suspenden los préstamos y esto origina intentos de recortes presupuestarios que a su vez terminan en marchas que muchas veces tienen desenlaces trágicos como la de el Miércoles 5 de Mayo) sus fondos deberían ser públicos también.
2) Timming en las calificaciones:
Algunos meses antes de entrar en Default, los bonos de la empresa Enron eran considerados “Grado de Inversión”. Algo parecido paso con los bonos estructurados de hipotecas. Las criticas que llueven sobre las agencias calificadoras tienen que ver con que siempre llegan con demora al siniestro, y cuando deciden bajar la calificación ya es demasiado tarde para que los inversores puedan vender sus tenencias (dado que deberían asumir una perdida importante para poder hacerlo). En este sentido, son como un bombero que siempre llega cuando el fuego se extinguió para declarar “aquí hay un incendio, tengan cuidado”.
3) Transparencia:
La mayoría de la gente no sabe quienes están detrás de las agencias, es decir, quienes son sus dueños. Por más que, como propaganda para vender sus servicios, se autoproclamen como transparentes, están vinculadas a grandes inversores financieros. El 17% de Moodys pertenece al inversor estadounidense Warren Buffet, mientras que su competidor Fitch Ratings es propiedad del millonario francés Marc de Lacharrière y Standard & Poors es parte de la corporación mediática McGraw-Hill, según informo recientemente en una nota periodística el diario alemán Tageszeitung.
Sabiendo que Buffet tiene intereses creados en varias empresas grandes de los EEUU, ¿Que pasaría si Moodys debe rebajar la calificación de una de sus empresas, por ejemplo, Goldman Sachs? Difícil saberlo, pero por lo que se ve, la transparencia es más bien algo bastante turbio.
4) Mala praxis:
Muchos analistas piensan que el modelo de negocio está diseñado de tal forma que solo cobren por la calificación en caso de que el emisor del producto financiero la utilice, lo que invita a dar la máxima puntuación posible. Además, el mismo equipo que se ocupa de calificar una emisión ofrece al mismo tiempo servicios de asesoramiento sobre la estructura de los activos. Así, al conocer internamente el funcionamiento de los modelos de calificación aplicados, es más fácil diseñar estructuras que, utilizando dichos modelos, obtienen la máxima nota.
En el caso de las empresas, el historial de mala praxis va de los escándalos de Enron o WorldCom, al más reciente de Lehman Brothers, cuya investigación en el Senado de EEUU ha desvelado hace unos días una conversación en la que un analista de Moody’s le decía a un banquero que la revisión del rating no se definiría hasta que “el tema de las comisiones” estuviera resuelto.
Como se puede ver, existen argumentos para plantear el debate acerca del rol y la regulación que estas agencias calificadoras deben tener.
Hasta tanto y en cuanto esto no suceda, las burbujas seguirán explotando cada vez mas seguido y los inversores minoritarios perdiendo dinero con ello.
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