Bilardo vs Menotti, Maradona vs Pelé, Radicales vs. Peronistas…la lista podría seguir de manera interminable. En este post presentaremos la polémica planteada en la Economía, Keynesianos vs monetaristas, y veremos porqué es una cuestión que nos incumbe a todos.
Para ver de donde nace esta polémica debemos retrotraernos a 1930 en EE.UU., plena crisis del 30 conocida como “La gran depresión”.
La crisis económica mundial nació producto de turbulencias en la economía americana, que empezó en 1928 con la caída de los precios agrícolas y estalló el 29 de octubre de 1929 cuando la Bolsa de New York se derrumbó,
Las causas últimas de la crisis norteamericana fueron, de una parte, la contracción de la demanda y del consumo personal, los excesos de producción y pérdidas consiguientes (por ejemplo, en el sector automovilístico y en la construcción) y la caída de inversiones, propiciada por la caída de precios, la reducción en la oferta monetaria y la política de altos tipos de interés llevadas a cabo por el Banco de la Reserva Federal desde 1928 para combatir la especulación bursátil.
El PBI norteamericano cayó un 30% entre 1929 y 1933, la inversión privada un 90%, los precios agrarios un 60% y la producción industrial un 50%.
En medio de este panorama desolador, el mundo entero se encontraba sumido en la peor crisis económica de la historia moderna, y las políticas monetarias (corriente imperante por aquella época) no encontraban la salida de la crisis.
John Maynard Keynes aparece como el salvador con sus ideas económicas revolucionarias, y crea el New Deal: el plan económico implementado por el presidente Rooselvet para combatir la depresión.
Las ideas de Keynes son amplias y complejas, y vamos a citar aquí solo algunas para que el inversor se dé una idea de sus aspectos principales.
Los Keynesianos creen que la demanda agregada es influenciada por un conjunto amplio de decisiones económicas hechas por agentes privados y públicos. Para ellos, tanto la política fiscal como la monetaria afectan a la demanda agregada.
Keynes propone que al Estado como el responsable de sacar a la economía de la depresión, a través de un incremento en el gasto público que estimule el consumo y por ende la demanda y la producción.
Los monetaristas, en cambio, afirman que son los cambios en el stock de dinero lo que determinan los cambios en el ingreso nominal y por ende las variaciones en la demanda y en el consumo.
Esta corriente propone que el stock de dinero crezca a la misma tasa que el crecimiento del PBI de largo plazo, como medio de estabilizar y disuadir de todo intento de política monetaria expansiva por fuera de los límites. De tal manera, no hay espacio para el estado dentro de las ideas monetaristas, que debería disminuirse a su mínima expresión.
Una diferencia importante está dada en el objetivo primordial que persiguen unos y otros.
Para los Keynesianos, el desempleo es la mayor amenaza para una economía, por ello cuando esto ocurre el estado debe intervenir a través de obras públicas para emplear a la gente que no tiene trabajo.
Para los monetaristas, la principal amenaza es la inflación, y todos sus esfuerzos están centrados en mantener la inflación contenida a través de las políticas económicas contractivas y expansivas de los bancos centrales.
Otra diferencia importante radica en el concepto que tienen una y otra escuela sobre la tasa de interés: mientras que para los monetaristas el interés es simplemente el precio del dinero, los keynesianos suelen verlo como el costo de oportunidad de la inversión.
Por último, hay un punto en el cuál ambas corrientes parecen concordar luego de la enseñanza que dejó la crisis del 30: la política monetaria es como una cuerda de un barrilete, se puede tirar de ella para atraer al barrilete, es decir, enfriar la economía, pero no se puede tirar de la cuerda para que el barrilete vuele, o sea, sacar de a la economía de la recesión.
Como se ve, esta es una polémica que se mantiene aún en nuestros días.
Se podría decir que EEUU aplicó una política netamente Keynesiana en el 2009, para salir de la crisis de las hipotecas. Mediante un aumento histórico del gasto público (ver mi nota anterior Superman y las crisis financieras para mayor detalle) logró frenar la caída libre de la economía y materializar una recuperación que aún se mantiene en la mayoría de los indicadores.
Distinto es el caso de Europa, que le cuesta más expandir su base monetaria en Euros y ha decidido aplicar políticas de ajuste, justamente lo contrario a lo recomendado por Keynes en la crisis del ´30.
La polémica sigue más viva que nunca y su implicancia en nuestro futuro económico es innegable.
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