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Claves y consejos para combatir la inflación y defender el ahorro

A continuación, la nota del diario Clarín publicada el Domingo 28 de Febrero en la cuál damos, junto con algunos colegas, claves para combatir la inflación y defender el ahorro, con el novedoso enfoque de segmentar en tres grupos según ingreso familiar.
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Los precios sin freno amenazan la economía familiar, pero hay antídotos: comprar con una lista, no tentarse con cualquier oferta, atesorar objetos que no pierdan valor y atreverse a inversiones creativas.

Por Claudio Savoia

Como un ladrón nocturno que saquea los bolsillos sin avisos ni violencia, la inflación encoge los recursos familiares, desbarata todos los cálculos y echa sombras sobre cualquier proyecto: ¿Cuándo puede considerarse que un producto es caro, cuándo que es barato? ¿Qué proporción del salario se gastará en alimentos y cuánto quedará para salidas o para ahorrar? ¿Cuánto costará el viaje que se sueña para las vacaciones de invierno? Cualquier respuesta es posible, todas –o ninguna– podrían aproximarse a la verdad. Pero esa verdad volverá a escurrirse la semana que viene.
El economista Martín Tetaz, investigador del Centro de Estudios Distributivos Laborales y Sociales, explica que junto al obvio deterioro de la capacidad adquisitiva de los ingresos familiares “se ven modificadas pautas de consumo y ahorro, pero también las estrategias de participación en el mercado laboral, e incluso la propia dinámica familiar. La inflación no le pega parejo a todos los hogares, sino que discrimina según la naturaleza de los ingresos de los mismos, su cultura como consumidores, y el margen de ahorro que tengan.”
Algunos números permiten estimar la magnitud de esta dinámica. Según los últimos datos de la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC, correspondiente al tercer trimestre de 2010, el 10 por ciento más pobre de las familias disponían de un ingreso total de 764 pesos por mes, mientras que las del 10 por ciento más acomodado disfrutaban de casi 13.000 pesos mensuales. Cada mes, en la mitad de los hogares argentinos se juntaba un total de 3.036 pesos. “Es clave esta distinción, porque en los hogares más pobres la mayor parte del dinero se destina a alimentos”, argumenta Tetaz. “Aunque los últimos datos oficiales disponibles a nivel país son de la encuesta nacional del gasto de los hogares de 1996 y 1997, el gasto en alimentos del decil más pobre de los ingresos representaba un 54% de sus ingresos, mientras que en el más rico era tan sólo un 23%”.
Además, el gobierno calcula que hay unos 4,2 millones de trabajadores en negro, y la Secretaría de Trabajo reconoció hace dos semanas que durante 2010 apenas fueron “blanqueados” 44.390: una gota en el mar. Esos empleados informales, igual que los que desempeñan tareas por fuera de los convenios colectivos de trabajo y los monotributistas, son más vulnerables a los latigazos de la inflación, porque no reciben aumentos salariales que la acompañen en la misma proporción y velocidad.
Sostenido por sus vidriosos índices de precios, el INDEC proclama que en Argentina sólo hay 12% de pobres. Pero las estimaciones de las consultoras privadas levantan esa proporción al 30%. Para ellos, la inflación –que el Gobierno calcula en 9% y los privados en más de 20% para 2011– es una gigantesca piedra atada a sus pies.
Para combatirla y engañarla, para generar algunos ahorros y defender su valor, Clarín consultó a una decena de fuentes que compartieron sus consejos y estrategias. Nicolás Litvinoff, autor del libro “Es tu Dinero!” (Granica); Danila Terragno y María Laura Lecuona, escritoras de “Tu dinero” (Clarín Pymes); Mariano Otálora, especialista en finanzas personales y autor del libro “Del colchón a la inversión” (Planeta); Osvaldo Loisi, presidente de la Fundación Liga del Consorcista; Samuel Knopoff y Ricardo Geler, directivos de la Federación de Asociaciones de Consorcios; Susana Andrada, titular del Centro de Atención al Consumidor; y Mariela Mociulsky, directora de la consultora Trendsity, aportaron las ideas que enumeramos a continuación.

Familias con un ingreso total de hasta 3.000 pesos

Ir de compras con una lista de productos necesarios.

Acabará gastando mucho menos dinero que si va de compras sin haber decidido antes qué adquirir: una vez en el súper, reconocerá muchos más productos como “necesarios” que lo que recordaba en su casa antes de salir y acabará gastando mucho más.

Comparar precios.

Lo más obvio: debido a la inflación los consumidores pierden la referencia de cuál era el precio de un producto. Además, existen diferencias entre los productos de distintos supermercados.

Tener especial atención con los productos de menor precio.

Como las variaciones son en centavos pueden pasar inadvertidas, pero en porcentaje pueden ser bastante altas. La suma de estos productos puede influir notablemente en el valor total de la compra.

Tener mucho cuidado con las ofertas.

El “2 x 1”, la segunda unidad al 70%, el 30% menos, entre otros anzuelos, hacen que muchas veces compremos cosas que no necesitamos. Otros comercios pueden tener mejores precios sin ofrecer descuentos.

No repetir automáticamente la compra anterior: es muy posible que haciéndolo se adquiera algún producto que ahora no se necesita.

Llevar un registro histórico del consumo (fecha, productos comprados y total de pesos gastados en la compra) . Así se puede ir controlando el gasto y ver si los aumentos se deben a que compramos más productos o a que los mismos productos aumentaron de precio.

Achicar moderadamente las cantidades consumidas de bienes y servicios.

El pastel de papas queda igual con 1 kilo de papas y 1 kilo de picada especial, que con 1,100 kilo de papas y 900 gramos de picada común. Los chicos se divierten lo mismo con 20 fichas para los jueguitos que con 18.

Animarse a las segundas marcas.

Las marcas en productos homogéneos como los jabones en polvo, los desodorantes, el papel higiénico, el shampú; los enlatados, las frutas y verduras envasadas, los fideos, los helados; muchos textiles como los jeans, las camisas, los calzoncillos; los productos para el colegio como lápices, gomas, lapiceras, cuadernos; la nafta del auto e incluso los cigarrillos y muchas bebidas gaseosas, pueden a veces encarecerse por su presentación o packaging, pero, en esencia, la calidad se mantiene. Los consumidores de mejor poder adquisitivo suelen preferirlas, pero es lícito aceptar que casi nadie puede notar la diferencia de calidad cuando se les saca la etiqueta.

Organizar grupos de compras.

Reúnase junto a otras personas que tengan idénticas necesidades para comprar al por mayor los productos que necesita. La diferencia de precios entre los productos que se ofrecen en mayoristas como el Mercado Central con respecto a los supermercados o comercios minoristas es muy importante: en algunos casos puede llegar al 100%.

Organizar el menú priorizando la estacionalidad de algunos alimentos.

Las frutas y verduras tienen grandes variaciones de precios según la época del año: compre las que estén más baratas en cada momento. Por el contrario, es bueno tener en cuenta cuáles fueron los alimentos cuyos precios vienen subiendo más rápido. Según la consultora Buenos Aires City, durante 2010 la carne vacuna tuvo un aumento de 93%, el pollo subió un 49%, el arroz 43% y los quesos un 41%.

Liberarse de malos hábitos.

Mejore su salud y su economía a la vez, dejando de fumar y consumiendo menos gaseosas o golosinas: 1 atado + 1,5 litro de gaseosa diarios = $380 por mes.

Tener cuidado con las compras en eternas cuotas.

Muchas veces los gastos asociados a la compra resultan más caros que el bien adquirido. Si no está bonificado, el costo promedio del resumen bancario es de 15 pesos: en 60 cuotas estaremos asumiendo un gasto de 900 pesos. Según las condiciones de la compra, también hay otros gastos asociados.

Evitar el pago mínimo de las tarjetas de crédito.

Los intereses son muy altos y luego las deudas son difíciles de reducir.

Conformar una pequeña reserva de valor.

Fije una meta alcanzable de ahorro (por ejemplo, 2% de sus ingresos), y acumule dólares, pequeñas joyas, o cualquier objeto que preserve valor y pueda revender a futuro.

Evitar los préstamos “rápidos”.

No se deje tentar por créditos en el acto que, lejos de solucionar sus problemas, los aumentan. Las tasas de interés altas y variables le sacarán una creciente tajada de sus ingresos en un contexto inflacionario.

No guardar pesos por largo tiempo en el colchón.

La inflación se “come” los ahorros. Es conveniente optar por monedas como el dólar o buscar invertir nuestros ahorros: cualquier tasa será mejor que dejar el dinero quieto.

Familias con un ingreso total de hasta 7.000 pesos

Ser criterioso con las promociones.

Planifique sus compras, compare precios entre comercios y evite “tentarse” con promociones cuyo objetivo es inducir la compra de bienes que no tenía previsto adquirir. Realice un estudio profundo antes de comprar y no se tiente con falsas promociones. Muchas veces, al hacer un estudio de precios nos encontramos con que el precio de algunos productos aumenta de valor en esos días, para luego volver a bajar cuando termina la promoción. Elija sólo las promociones que ofrecen un descuento real: es la actitud más inteligente para defender el dinero frente a la inflación en alimentos, ropa y productos electrónicos.

Acopiar productos con vencimiento lejano.

Si puede hacerlo, aproveche las ofertas “2×1” de los supermercados y las liquidaciones de ropa para comprar productos que tal vez no necesite hoy, pero que de todos modos compraría en el futuro … más caros.

Neutralizar el “punto débil”.

Identifique un rubro en el que los gastos desbordan con frecuencia y póngale un freno. Algunos ejemplos: taxis, bares y cafés, ropa, delivery de comidas y regalos.

Concentrar la actividad bancaria en la cuenta sueldo.

Esa cuenta goza de menores gastos y, además, los débitos que no superan el monto de su sueldo se encuentran exentos del impuesto al cheque.

No pagar el mínimo de la tarjeta sino el total.

La acumulación de saldos a tasas de 30% anual, genera una deuda difícil de repagar.

Comprar sólo cosas que ya haya comprado antes y con las cuales esté conforme.

Las investigaciones en economía del comportamiento han mostrado que somos muy malos para pronosticar la satisfacción que vamos a derivar del consumo de nuevos productos. Siempre tendemos a idealizar el placer que presuntamente sentiremos si nos compramos un nuevo chiche electrónico, una nueva prenda de vestir, o visitamos un restaurante nuevo. Si vamos a lo seguro y sólo repetimos nuestras compras habituales no gastaremos de más.

Ahorre en productos.

Es preferible acumular latas de atún, tomates y arvejas, que más tarde o más temprano se pueden consumir; botellas de vino que además se pueden valorizar; efectuar reformas que valoricen una propiedad o incluso invertir en cursos de formación que mejoren la productividad.

Elegir con cuidado la moneda de ahorro.

El argentino suele ahorrar en dólares, pero hoy en día las condiciones cambiaron: con el Banco Central en niveles históricos de reservas y la manifiesta intención del gobierno de no cambiar el actual modelo económico, los analistas pronostican un dólar que se encontrará en 4,20 pesos como máximo a fin de año. Lo recomendable sería tener una parte de nuestros ahorros en pesos y la otra en dólares, para aprovechar tasas de interés atractivas para inversiones en moneda local que, aunque no llegan a competir con la inflación real, al menos son un paliativo frente al aumento de precios.

No comprar en cuotas si se tiene un plazo fijo.

No tiene sentido estar pagando un interés por un saldo de una tarjeta o un plan de cuotas mientras se nos desvaloriza un ahorro en pesos.

Pagar impuestos y servicios por adelantado.

Como el ABL, para obtener un descuento de 10% anual y cubrirse de un futuro aumento. También se puede pagar el seguro del auto y los colegios privados.

Pagar lo justo en los estacionamientos.

En la ciudad de Buenos Aires, luego de la primera hora el cobro debe fraccionarse cada diez minutos. No se deje engañar.

Endeudarse en pesos.

Si tiene pensado endeudarse, es mejor hacerlo en una moneda que se desvaloriza (siempre teniendo en cuenta los costos financieros).

Comprar bienes que se aprecian en dólares con un crédito en pesos a tasa fija.

Por ejemplo cierta gama de autos, inmuebles, terrenos o cocheras.

Controlar las expensas.

Revise las sumas de las columnas de gastos e ingresos, y cruce los saldos iniciales de caja con el cierre de la liquidación anterior. Verifique que los importes provisionados de luz y gas –si los hubiera– sean aplicados al pagarse la factura real. Acerque y controle los presupuestos de cada obra a realizar. También se puede alquilar el departamento del encargado tomando los recaudos pertinentes ajustados a derecho.

Controlar al administrador.

Para poder bajar los gastos de las expensas, es imprescindible la participación activa en el Consejo de Propietarios. También es clave la concurrencia a las asambleas, para convalidar con el voto todas las decisiones y recortar la discrecionalidad de los administradores. Otros datos para recordar: los honorarios del administrador son pactados libremente; el administrador no puede aumentarlas por su cuenta. Si el consorcio decide reemplazarlo, no está obligado a pagar ninguna indemnización.

Animarse a inversiones novedosas.

En lugar de plazos fijos, invierta en cheques de pago diferido, fideicomisos financieros al consumo o agrarios, fondos comunes de inversión de renta fija, algunos títulos públicos u obligaciones negociables.

Invertir diversificando.

Poner “huevos en distintas canastas” permite cubrirse mejor ante las subas y bajas de los mercados financieros.

Familias con un ingreso total de 15.000 pesos o más

Anticipar el pago de bienes y servicios.

Verifique qué rubros aumentan más de precio y cómo afectan su bolsillo, y si es posible reduzca o anticipe su consumo. Use su efectivo para pagar aquello que tiene programado comprar en el año, desde bienes de consumo hasta alquileres, cocheras, colegios y vacaciones; eludirá los aumentos y podría incluso obtener un descuento.

Postergar adquisiciones que abultan gastos mensuales.

No compre flujos de egresos futuros. Ejemplo: un segundo auto viene de la mano de seguro, patente, nafta, lavado, cochera y service, lo que puede implicar desembolsos de entre 800 y 3.000 pesos por mes.

Usar recursos ocultos.

Es hora de usar las millas de aerolíneas, los puntos de bancos o comercios, los beneficios que ofrece su empleador y otros recursos equivalentes a dinero que tenga guardados, subutilizados o a disposición.

Controlar los precios cuando se pague con tarjeta.

Según la ley de tarjetas de crédito, no pueden aplicarle recargos a las compras realizadas con tarjetas de débito o crédito: el precio debe ser igual que pago de contado.

Controlar los resúmenes bancarios.

En algunas ocasiones, los bancos cargan en los extractos de sus clientes ítems no pactados en el contrato: gastos administrativos, seguros de vida, gestión de cobranza y otros. Este procedimiento es ilegal. Reclame ante el banco emisor en los primeros 30 días posteriores a la recepción del resumen.

Controlar los cargos de las prepagas.

Algunas cobran un plus por edad: si no figura expresamente en su contrato, esto es ilegal. Consulte con una asociación de consumidores para asesorarse, y eventualmente haga el reclamo correspondiente para no pagar ese recargo.

No pagar a las prepagas prestaciones que deben ser gratuitas.

En los últimos años aumentaron las denuncias sobre cobros indebidos de algunas prepagas, que facturan aparte aquellas prestaciones que son gratuitas según el Programa Médico Obligatorio (PMO). Para despejar dudas y no pagar de más, es aconsejable consultar en el sitio web de la Superintendencia de Servicios de Salud (www.sssalud.gov.ar) o a alguna asociación de consumidores.

No dejar de ahorrar.

La inflación suele ser la excusa perfecta para desbandar el consumo; si bien es más difícil mantener el valor de los ahorros, haga a un lado parte de sus ingresos. Evalúe monedas duras y metales preciosos (en forma directa o a través de fondos), bonos con renta en dólares e inversiones inmobiliarias.

Convertir el dinero en bienes durables.

Si los precios de los bienes están aumentando, la mejor protección del dinero es justamente convertirlo en bienes que aumenten de valor por el proceso inflacionario, pero que además se beneficien de un crecimiento de la demanda o una contracción de la oferta que aumente su escasez y termine valorizándolos. El metro cuadrado de terrenos en la ciudad de Buenos Aires aumentó un 25% en dólares en el último año, mostrando que las propiedades siguen siendo un buen negocio. Se requieren montos importantes para hacer esas inversiones, pero también hay modos de acceder a propiedades por menor valor, comprando semanas de tiempos compartidos o parcelas en cementerios, que luego pueden ser transferidas con relativa facilidad.

Depositar dinero a plazo fijo en cooperativas.

Actualmente, algunas cooperativas ofrecen rendimientos que pueden acercarse al 18%, según los montos y plazos. El riesgo es más alto que en un banco, y dentro del universo de cooperativas hay de todo. Sin embargo, muchas cooperativas son auditadas por el Banco Central y presentan negocios muy sólidos, como los préstamos a particulares vía código de descuento (le descuentan a los deudores directamente de los haberes la cuota correspondiente).

Invertir en construcciones desde el pozo.

Involucrarse como inversor en proyectos de construcción de unidades habitables tiene un rendimiento anual de entre el 12% y el 18% en dólares. Existen oportunidades que pueden incluso superar esa cifra.

Invertir en la construcción de garages.

El aumento de precios en las cocheras sumado al incremento en la venta de autos 0km atrajo muchos inversores a la construcción de estacionamientos en distintas zonas de la Capital Federal. Los especialistas opinan que ésta puede ser una oportunidad única para desarrollos inmobiliarios, con rentabilidades que se encuentran muy cerca de la inflación real.

Animarse a comprar acciones en la Bolsa.

Es una opción interesante, aunque requiere conocimientos específicos del negocio y tolerancia para los riesgos. Para sortear estos inconvenientes, puede comprar acciones dentro de un fondo común gestionado por profesionales de su banco de confianza.

Invertir en acciones a largo plazo.

Durante procesos inflacionarios, es una muy buena opción para aquellos que están dispuestos a asumir un mayor riesgo. Permite asociarse a empresas o sectores en donde las compañías ajustan los precios generando mayores ganancias nominales (aumentando su cotización).

 


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