A medida que pasa este Agosto que solo lleva 10 días (aunque parezcan ya 90) algunas certezas van emergiendo en medio de esta locura generalizada que se volvieron los mercados de capitales globales: el problema de los EE.UU es más político que otra cosa.
Ayer, lo hechos dieron una muestra clara de esta apreciación: la votación en la cuál la FED decidió fijar un plazo mínimo a su política de tasas de interés nulas fue muy disputada: 4 votos a favor y 3 en contra. ¿Cuál era el argumento de los que no levantaron la mano manifestando desacuerdo con comunicar explícitamente la fecha?
Muy simple: piensan que la inflación sigue siendo la mayor amenaza para la mayor potencia mundial y no el desempleo.
En el Congreso de los EE.UU pasa algo parecido: mientras Barack Obama pide más presupuesto para crear puestos de trabajo, los Republicanos del Tea Party piensan que el principal problema es el endeudamiento y no el gasto de los consumidores (un desempleado no gasta o gasta poco).
Esto que voy a decir seguramente será muy polémico y mucha gente no estará de acuerdo, pero lo que necesita en estos momentos los Estados Unidos de América para solucionar su problema es un poco de inflación. En un país donde la mayor parte de sus ciudadanos se encuentra altamente endeudado, la inflación “licua” la carga de la deuda al perder valor la moneda de las mismas.
Además, como segundo efecto beneficioso, la aparición de la inflación haría que las empresas americanas se vean obligadas a volver a poner en el sistema productivo las toneladas de dinero sobre las cuales se encuentran paradas en este momento (el caso de Apple es un claro ejemplo, pero no el único, si miramos los balances de las principales Blue Chips).
Si analizamos los países que más crecieron en la última década, veremos que la inflación es un denominador común de todos ellos. Claro, cuando hablamos de inflación no nos referimos al 25% que tenemos en la Argentina, sino más bien a un aumento sostenido de los precios que no supero el 8 o 10% anual.
La ecuación es simple: un país con inflación tiene moneda débil y salarios reales bajos, por ende mayor competitividad internacional para vender sus productos. Esta dinámica hace que “exporten” las crisis a los países con monedas fuertes como EEUU o Europa. Observemos lo que están haciendo las empresas americanas: abriendo fábricas en India, China, Brasil y el sudeste Asiático en donde tienen insumos, además de mano de obra, mucho más baratos que en su país de origen. Más del 50% de las ganancias de las empresas americanas provienen del extranjero y algo parecido está pasando en Europa.
Claro, la solución no es fácil porque las potencias luchan con uñas y dientes para defender una moneda fuerte, pensando que eso las hace más poderosas y estables.
La estabilidad, como se puede observar, la vienen perdiendo desde hace tiempo, y cada vez de manera más acelerada.
“Times are changing” (“los tiempos cambian”) dice una vieja canción del maestro Bob Dylan. Parece que algunos no dan cuenta de ello y eso si que no es nuevo: los clásicos conservadores de siempre que no se dan cuenta que las escuelas liberales y neoliberales ya no tienen aplicabilidad en este mundo de hoy.
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