Las teorías apocalípticas siempre tienen cierta prensa, pero de ahí a creer que los Mayas dijeron que en el 2012 se acaba el mundo hay una distancia muy ingenua o malintencionada.
El texto que comparto con ustedes en esta oportunidad (autoría de Fernando Malkún, experto en Historia Maya) me impactó por los fundamentos de su tesis y por el significante que trae aparejado.
No, los Mayas no eran nada “hollywoodenses”, eran mucho más profundo que eso.
Los Mayas presagiaron un caos originado por múltiples crisis: económica, política, religiosa, geopolítica, militar, democrática.
La crisis económica ha comenzado luego de las caídas de las torres gemelas en 2001. A partir de la discontinuidad que generó ese proceso, vivimos en riesgo de morir ahogados por la explosión de alguna burbuja tecnológica o financiera.
La crisis política se asoció a la religiosa, a la geopolítica y a la militar para originar guerras constantes entre Oriente y Occidente.
La crisis de democracia comenzó a estallar el año pasado con la “Primavera Árabe”, y podría estar aún lejos de terminar.
Este vivir al límite constante causado por la sensación de que en cualquier momento se puede perderlo todo (afectos, trabajo, estabilidad) se asemeja a lo que los Mayas llamaron “El Tiempo del No-Tiempo”, en donde los elementos que no funcionan son vistos por una gran mayoría que opera persistentemente para modificarlos cueste lo que cueste.
Desde nuestras finanzas personales, tener abierta a la menta a la posibilidad que planteaban los Mayas 300 años AC en la era Cristiana sobre que la humanidad experimentará un período de cambio rápido e intenso (potenciado por la expansión de la información apoyada en las innovaciones tecnológicas y en las comunicaciones instantáneas globales y su acceso, sin distinciones de clase, a través de Internet) nos hará aproximarnos más a los motivos por los cuales cayó Lehman Brothers, el mundo acude al rescate de la banca Americana, a EEUU le bajan la calificación de su deuda y la poderosa Eurozona se encamina directo a la ruptura.
A continuación, un estudio basado en nuestras raíces y que merecer ser estudiado con profundidad por la importancia en cada uno de los 7.000 millones de seres humanos que interactuamos en la “Babel de Egos”.
Fernando Malkún asegura que se viene un periodo de cambio acelerado para el próximo año.
El centro de la Vía Láctea, el corazón de nuestra galaxia, palpita cada 13 mil años, irradiando una onda de energía que tarda 26 mil años en llegar al Sistema Solar. Es un latir que tiene dos intensidades: una muy fuerte -cada 26 mil años, que define un Gran Ciclo Cósmico- y otra más suave, en el punto medio de ese intervalo. Hace 13 mil años, la Tierra experimentó el pulso fuerte, cuando el sol aumentó su irradiación y derritió el manto de hielo que cubría los continentes. Con ese cataclismo, conocido como Diluvio Universal, comenzó el actual Gran Ciclo Cósmico, que finalizará en 13 mil años.
Desde los altares de sus pirámides, los sacerdotes mayas registraron durante cientos de años el desplazamiento de las estrellas. Así, confirmaron la información procedente de sus antepasados, los olmecas, respecto de que una constelación tarda 26 mil años en dar un giro para regresar al mismo punto frente al horizonte terrestre. A ese giro que realizan las constelaciones zodiacales la ciencia lo llama ‘Precesión de los Equinoccios’. Los olmecas dividieron el giro en cinco segmentos de 5.200 años que llamaron ‘eras solares’. Sus antepasados llegaron a México precisamente hace ese número de años, en el 3.113 a. de C.
Desde entonces, iniciaron un conteo regresivo, calendario al que llamaron ‘La Cuenta Larga’, que termina el 21 de diciembre del 2012, un viernes, día del solsticio de invierno en el hemisferio norte.
Los mayas siguieron esa ‘Cuenta Larga’ y la relacionaron con los movimientos de otros planetas, como Venus, que se recorta como un punto negro frente al disco solar cada 100 años, tránsito que repite a los 8 años. Sus sacerdotes nos confirman que uno de esos ciclos de Venus ocurrirá cuando el Sistema Solar llegue al punto medio del Gran Ciclo Cósmico. El 8 de junio del 2004 sucedió el primer transito. El 6 de junio del 2012 sucederá el segundo, que será la confirmación de que llegamos al final de su ‘Cuenta Larga’.
Y profetizaron que, en ese momento, la humanidad experimentará un período de cambio rápido e intenso que llamaron ‘El Tiempo del No-Tiempo’, que duraría dos Katun Oob, intervalos de 20 años cada uno, el primero de 1992 al 2012 y el segundo del 2012 al 2032. Un momento evolutivo en el que millones de seres humanos tomarán conciencia de su responsabilidad en la creación de su realidad personal y colectiva. Los mayas lo asociaron al comportamiento del Sol, que, al irradiar más energía hacia la Tierra, cataliza cambios en el hombre y ‘eventos de destino’, es decir, situaciones difíciles que terminan súbitamente con el orden existente en la vida de muchos seres humanos e intensifican lo que no funciona para que la mente se enfoque en corregirlo.
Al tiempo, existen otros factores, generados por el hombre, que le añaden leña a ese fuego y contribuyen a una crisis general de conciencia: la expansión de la información apoyada en las innovaciones tecnológicas y en las comunicaciones instantáneas globales y su acceso, sin distinciones de clase, a través de Internet; el extraordinario cambio en el paradigma científico cuántico, que aceptó que la realidad depende y es afectada por los contenidos de la mente. A esto le podemos agregar los 7.000 millones de seres humanos interactuando en la ‘Babel de egos’, la mayoría insatisfechos por la revelación de incontables mentiras y por el caos que ha formado el coctel de explosivo de las múltiples crisis: económica, política, religiosa, geopolítica, militar, democrática. Obviamente, todo esto está transformando la mente del hombre, cambio que comenzó en 1992, cuando el Sol activó ‘El Tiempo del No-Tiempo’.
Ese año, el pulso del planeta empezó a acelerarse. Durante la Era de Piscis permaneció en ocho oscilaciones por segundo. Pero luego el Sol intensificó la irradiación de energía hacia la Tierra, lo que sobrecargó la ionosfera y creó una diferencia de potencial eléctrico con la corteza terrestre. Esta diferencia la ha compensado la naturaleza con rayos y centellas. Antes de 1992, sucedían unas 1.200 tormentas eléctricas simultáneas, que dejaban caer unos 70 rayos por segundo alrededor de la Tierra.
Hoy suceden unas 2.300 tormentas simultáneas y caen unos 130 rayos por segundo. La frecuencia de resonancia residente en la atmósfera se elevó de 8 a 13 oscilaciones por segundo, donde permanecerá durante la Era de Acuario que comienza en el 2012.
El planeta se está despertando y eso está alterando su relación con el hombre. Este irradia ondas cerebrales de muy baja frecuencia -entre 0 y 90 oscilaciones por segundo- según el estado del ser que experimenta. Antes de 1992, el cerebro se sincronizaba con el latir del planeta cuando emanaba ondas Theta de ocho oscilaciones por segundo, que produce cuando el cuerpo está dormido, con sus sentidos desconectados del exterior. Hoy el cerebro se sincroniza con el planeta cuando emana ondas Alpha, de 13 oscilaciones por segundo, que se producen cuando el cuerpo está despierto pero relajado. Hoy el hombre no necesita hacer meditar en el altar de una pirámide para integrarse conscientemente a los demás seres humanos, al planeta y al cosmos. El nuevo latido del planeta facilita los procesos espirituales, la toma de conciencia, la evaluación diaria y la meditación.
Cada hombre crea la realidad que experimenta, la atrae con sus pensamientos. Sin embargo, siempre transcurría un tiempo largo entre las causas en la mente -metas, imaginaciones, preocupaciones, etc.- y sus efectos o manifestaciones en la vida real. Desde 1992, la distancia entre la causa y el efecto comenzó a acortarse. Por eso el tiempo parece haberse acelerado. Antes se visualizaba algo y se demoraba meses o años en manifestarse, hoy el proceso toma días u horas. De esta manera se facilita ver la relación entre sus pensamientos y los cambios que produce en la realidad. El propósito de esto es que el hombre asuma la responsabilidad sobre sus creaciones.
Como si fueran pocos los cambios, antes de 1992 el 3% de la población del planeta podía percibir el aura o campo electromagnético de las personas. De ese grupo surgieron chamanes y sanadores. El aura es un halo que rodea al cuerpo humano -invisible para el 97 por ciento de la población- que revela a través de distintos colores la fuerza vital, el carácter y el estado de ánimo de la persona. Hoy, se estima que una de cada 12 mujeres tiene esa sensibilidad. En 20 años se habrían triplicado. Parece que ahora deben asumir otras dos funciones importantísimas: probarles a los incrédulos que lo metafísico existe y crear transparencia en la realidad.
¿Está el universo impulsando una era de claridad, en la que cada cual se manifieste ante los demás tal cual es? Es posible que la tendencia no se interrumpa, que la curva continúe con la inclinación que trae. En ese caso, en el 2032 -cuando los mayas dicen que la nueva sociedad estará totalmente asentada en el planeta- el 25% de las mujeres tendría la capacidad de percibir quién es quién. Las implicaciones son abrumadoras para una sociedad acostumbrada al juicio, la culpa y el miedo.
Hoy, el Sol está más activo que nunca. En el 2011 superó los registros históricos sobre su actividad que se llevan desde hace unos 300 años. En casi todos los meses se produjeron tormentas magnéticas solares de clase X, la más fuerte e intensa, y aún no hemos llegado al máximo solar -del actual ciclo 24 del Sol- que se espera para diciembre del 2012. La temperatura media del planeta aumentó en 1,3 grados centígrados en últimos 20 años, lo mismo que se elevó en los 150 años anteriores. Las llamaradas solares aumentaron el flujo de viento solar, partículas que golpean y empujan el campo magnético del planeta, lo que mueve las placas tectónicas, generando grandes terremotos (aumentaron un 420% desde 1992), erupciones volcánicas (aumentaron un 475%) y tsunamis como el que sufrió Japón. La naturaleza provoca desastres naturales que permiten reconocer y asumir errores. La humanidad está viviendo una oportunidad para generar un orden más armónico.
La revelación de que la Tierra no era el centro de la realidad, sino que giraba alrededor del sol, trajo como consecuencia el Renacimiento. La revelación de que la realidad depende de la conciencia del hombre induce a la comprensión de que lo inaceptable y lo falso sucede para que el hombre encuentre y valore su opuesto, lo verdadero. ‘El Tiempo del No-Tiempo’ no está sucediendo afuera, está sucediendo en el interior de todos los seres humanos.
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