Imaginemos esta situación: una mesa de 4 amigos que están comiendo cuando, de pronto, alguien saca el tema de los ingresos mensuales a modo de queja al equipararlo con la inflación. Lo más probable es que, a partir de allí, la conversación se vuelva un tanto tensa o cuanto menos evasiva: estoy ganando X % más que el año anterior, a mí ni me aumentaron todavía, encima pago tanto de impuestos, y muchas afirmaciones más que rondan el tema del ingreso mensual pero que difícilmente lo abordan con número concretos.
Por qué sucede esto? La explicación no es tan sencilla como parece, ya que, como veremos más adelante, son varios los factores que llevan a los argentinos a ser renuentes a la hora de hablar “a corazón abierto” sobre sus ingresos mensuales.
Veremos a continuación 7 razones por las cuales muchas veces aparece este silencio incómodo a la hora de hablar del dinero percibido.
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Impuestos.
“El impuesto sobre la renta ha generado mayor número de mentirosos en el pueblo americano que el golf”.
Will Rogers
Lamentablemente, en la Argentina de las últimas décadas, existe en mucha gente la cultura de no pagar impuestos. La razón que esgrimen los evasores tiene que ver con la corrupción existente en nuestro país: dirán que tal político viaja en avión privado, que el otro se compró una casa en Punta del Este, etc.; y con ello intentarán justificar su postura.
La realidad es que un país donde la gente no paga impuestos, es un país destinado al fracaso. Aún en los países más capitalistas (por ejemplo EE.UU.) el estado tiene una fuerte presión impositiva aunque de por sí, sus ciudadanos toman el pago tributario como algo normal e inevitable, a diferencia de los argentinos en particular y los latinoamericanos en general.
Es probable que muchos argentinos reciban una parte importante de sus ingresos provenientes de la economía informal y por ello busquen evitar hablar de ingresos frente a personas que no sean de extremada confianza, para no correr el riesgo de tener que “blanquear” y tributar por los mismos.
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Inseguridad.
“Es tan grande el daño que hace al hombre la inseguridad, que llega un momento en el que cambia su personalidad”.
Anónimo.
El miedo a robos, secuestros express, salideras y otras variantes delictivas puede hacer también que la gente se cuide más a la hora de decir lo que gana. De todas maneras, no es la razón que mayor peso tiene cuando este “ocultamiento” se da entre familiares y/o amigos, ya que estamos hablando de círculos de confianza, pero puede ser un factor importante a la hora de abordar el tema con gente que no se conoce demasiado.
Esta razón aplica a todos los niveles de ingresos, pero en los ingresos altos se da una particularidad: aquellos que ganan cifras de más de 4 ceros pueden ser poco proclives a hablar sobre ello pero al mismo tiempo pueden volverse ostentosos a través de la utilización de coches importados, relojes, cadenas y anillos de oro, celulares carísimos, etc.; convirtiéndose en blancos móviles para actos delictivos.
Esta es una de las tantas contradicciones que presentamos como sociedad.
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“Mangazo”.
“No hay bicho tan raro como el hombre avaro: para más guardar y tener, se muere por no comer”.
Anónimo
Si alguien gana bien y lo cuenta abiertamente con su pareja, familiares y amigos, puede quedar expuesto al clásico mangazo, es decir, al pedido de dinero (préstamos, regalos, ayuda, etc.) por parte de los mismos.
Frente a esto, es muy común entonces “declarar”, aún entre gente de suma confianza, la mitad o menos de lo que se gana realmente, como forma de proteger los ingresos y/o evitar discusiones o momentos incómodos.
Esto aplica más que nada para personas con ingresos de más de 8.000 pesos por mes, y es una razón que puede darse en algunos casos y en muchos otros no, ya que no estamos hablando de generalizaciones sino de razones que explican los nichos de conducta.
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Envidia.
“La envidia hace muecas, no se ríe”.
Lord Byron
Según Wikipedia, la envidia es aquel sentimiento o estado mental en el cual existe dolor o desdicha por no poseer uno mismo lo que tiene el otro, sea en bienes, cualidades superiores u otra clase de cosas.
Pero sea cual fuese nuestra definición de envidia, al buscar establecer cómo se mide la felicidad, se hace especial hincapié en que la percibimos a partir de compararnos con quienes nos rodean.
Vivimos en un país en el que la distribución del ingreso es una asignatura pendiente, y por ello puede ser común que entre amigos o conocidos de toda la vida existan diferencias en sus niveles de ingreso que pueden llegar a ser importantes.
Para evitar ser envidiado o simplemente para no hacer sentir mal a otra persona que gana menos, muchos argentinos con ingresos mayores a 8.000 pesos pueden llegar incluso a mentir y decir que ganan mucho menos que lo que realmente perciben, con tal de no sentir la potencial energía negativa proveniente de un interlocutor envidioso ocasional.
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Vil metal.
El dinero sólo trae problemas, por eso os animo a que me lo deis.
Anónimo.
En el inconciente de mucha gente, el dinero está asociado a algo oscuro, negativo, deshonesto y sucio. Así es como luego, si esa persona logra ganar más dinero que el promedio de sus conocidos, es probable que viva esa situación con culpa y busque mentir con respecto a sus ingresos para sentirse “mejor persona”.
En nuestro país, es muy común afirmar que si alguien tiene dinero, seguro que es corrupto, traficante o que heredó bienes pero que no sabe hacer nada. Lamentablemente, tenemos una relación con el éxito de los demás que está sustentada en gran parte al punto visto anteriormente (envidia).
Si esta patología de vivir el dinero como algo pecaminoso se desarrolla, no sólo el que la sufre podrá mentir con respecto a sus ingresos sino que el siguiente paso podría ser realizar acciones de autoboicot (hacerse echar del trabajo, gastarse el sueldo en el casino, etc.) como para volver a una “zona de confort” donde no se sienta deshonesto.
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El ejemplo.
Dar el ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera.
Albert Einstein
Hay una sensación (que podrá ser real o no, pero que existe) de que la gran mayoría de los líderes políticos que tuvimos en las últimas décadas mienten a todos los argentinos a la hora de declarar sus ganancias. Y estos temores muchas veces se ven plasmados cuando luego de terminar sus mandatos se hace visible una calidad de vida mucho mayor a la que se podría acceder con la jubilación percibida, por más que sea una jubilación de privilegio.
Si los que tienen que dar el ejemplo mienten, por qué yo habría de decir la verdad? Este es un argumento que podría ser usado para no hablar sinceramente del ingreso percibido.
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Competencia.
El enojo, el orgullo y la competencia son nuestros verdaderos enemigos.
Dalai Lama
Nuestra sociedad, como el resto de las economías capitalistas, basa una parte importante de sus pilares en la competencia. Pero en el plano personal, ser una persona competitiva puede generar mucho estrés, angustia y depresión.
En el mundo de hoy el valor de una persona está más bien dado por lo que poseé que por lo que es. Esta miopía hace que muchos valores estén trastocados, y las personas que hacen un mal encuadre de la competitividad (creyendo que, por ejemplo, el fin siempre justifica los medios) caen en la competencia desleal y hasta salvaje para obtener lo que quieren, aún a costa de pisotear al que tienen al lado.
En los ambientes competitivos, la gente es más reacia a decir cuanto gana porque no quiere ser superada por otro que gane más. Las mentiras y las exageraciones para equiparse a la competencia también pueden ser moneda corriente.
Esto aplica para todos los niveles sociales: en ese sentido la mentalidad competitiva no discrimina en absoluto.
Conclusión
Estas son sólo algunas de las causas que pueden llevar a las mentiras y/o evasivas cotidianas frente a cada ocasión en la cual se hable de dinero e ingresos. Pero como se podrá percibir, muchas veces es una suma de varias las que actúan como caldo de cultivo para que ello suceda.
Parte de estas asimetrías y tensiones derivadas del “misterio del ingreso mensual” podrían evitarse si existiese un consenso donde todos pudiésemos hablar tranquilamente de nuestros ingresos y a la vez saber cuánto gana el otro, de manera tal de romper con los tabúes y dejar los resentimientos de lado.
Pero aún así, existirían cuestiones inherentes a la naturaleza humana que harían que sigan existiendo tabúes y secretos a la hora de encarar el tema.
Pareciera ser que el ingreso del otro seguirá quedando en una nebulosa de imaginación y especulaciones, por lo menos hasta que nuestra sociedad evolucione hacia una faceta más solidaria y menos exitista.
Esta nota fué escrita por Nicolás Litvinoff y publicada por el diario La Nación el martes 25 de Septiembre de 2012.
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