El trabajo, como tal, necesita ser redefinido a la luz de los cambios tecnológicos y los cambios reinantes en todos los ámbitos.
¿Qué significa, hoy en día, trabajar “duro”?
Nuestros abuelos y bisabuelos lo sabía muy bien. Se levantaban antes de que salga el sol y se pasaban 14 horas haciendo tareas de campo sin importar el calor sofocante o el frío demoledor: había que recoger la cosecha y asegurarse que los animales tengan alimento.
En Fast Food Nation, Eric Scholsser escribe sobre un trabajador que se rompió las vértebras, se destrozó la muñeca, se quemó los pulmones y terminó sus días arrollado por un tren de carga como parte de su profesión durante 15 años en un matadero. Eso si que era, tiempo atrás, trabajar “duro”.
Como dice Steph Godin en su libro “La vaca púrpura”, el significado de trabajo duro está claro en una economía manual. Trabajar duro significaba producir más. Y naturalmente, producir más era la mejor forma de mantener a la familia. Pero ese tiempo pasó.
Que significa hoy en día “trabajar duro”.
Hoy en día, son pocos los que usan su cuerpo como sustituto de una máquina.Estamos en la nueva economía digital, en donde más del 40% de los trabajadores pasa su jornada laboral atrás de un escritorio. El único movimiento de peso tiene que ver con cargar el café desde la máquina expendedora hasta el cubículo donde se encuentra la computadora y la silla.
¿Eso es hoy en día trabajar “duro”? Y no estoy hablando simplemente del trabajo físico en sí, como veremos más adelante.
Alguien podría decir: “Estás equivocado: trabajo más de 10 horas por día. Soy el primero en llegar a la oficina y el último en irme. Siempre estoy “conectado” a la BlackBerry. Hasta el cadete sabe en qué hotel estoy de vacaciones, por si alguien de la empresa me necesita. Incluso un día llegué a dormir en la oficina porque teníamos que cerrar el balance del mes“.
Lo cierto es que ser “adicto al trabajo” (workaholics, en inglés) no significa hoy en día trabajar “duro”. Nadie duda que la mayoría pueda estar trabajando “mucho”, pero “mucho” y “duro” son ahora conceptos totalmente diferentes.
¿Qué sería entonces trabajar “duro”?
Trabajar “duro no es simplemente vaciar la bandeja de entrada y el google calendar de tareas pendientes. Trabajar “duro” es tener la independencia laboral que genere estabilidad a prueba de crisis y recesiones, es “operar” por nuestro propio beneficio económico y asegurar la felicidad presente y futura.
Trabajar “duro” es decirle a los directivos de la empresa que dejen algo que llevan haciendo desde hace mucho tiempo para realizar una nueva alternativa que parece arriesgada.
Trabajar “duro” es inventar un sistema, servicio o proceso nuevo que pueda ser útil para un grupo importante de personas. Trabajar “duro” es correr riesgos aparentes, no riesgos tontos, como exponer a toda la empresa (o socios) a un proyecto sin haber realizado antes los “testeos” correspondientes. Correr riesgos aparentes es hacer algo que la competencia piensa que es riesgoso e inseguro pero nosotros sabemos que, bien encarado, es de lo más conservador que existe y los beneficios pueden ser extraordinarios.
Trabajar “duro” es no tener miedo de sostener conversaciones incómodas con los que consideramos nuestros “superiores”, socios o clientes, y no pedirle a nadie (ni a la empresa ni al gobierno) que se ocupe por nuestro presente y mucho menos por nuestro futuro.
Trabajar “duro” es decirle al jefe que está siendo muy perezoso desde el punto de vista intelectual y marcarle las cosas que está haciendo mal: es más fácil quedarse “quieto” y llenar de críticas la estación de “radio pasillo” mientras la empresa se funde irremediablemente.
Trabajar “duro” es decirle “no” a la falsa certidumbre que nos ofrece el sistema (cobrar el sueldo del 1 al 5 de cada mes, vacaciones, seguridad social, jubilación) y buscar la “certidumbre positiva”, aquella que se logra cuando diversificamos nuestras fuentes de ingresos y nos convertimos en emprendedores e inversores, diseñando nuestro propio destino.
Trabajar “duro” es tomar decisiones acertadas con pocos datos sobre lo que puede pasar en un futuro incierto.
¿Donde se aprende a “trabajar duro”?
A medida que las economías sufren crisis tras crisis, y la “flexibilidad” laboral y los cambios en el trabajo generan miedo en la masa de la población, muchos buscan la salida fácil: vamos a dejar que “el jefe” haga el trabajo duro mientras nosotros asumimos menos riesgos y trabajamos muchas horas.
El trabajo “duro” incluye indefectiblemente cierta dosis de riesgo, que empieza cuando se enfrenta algo con lo que hubiese preferido no tener que lidiar: el miedo al rechazo, el miedo al fracaso, el miedo a la “muerte” económica, el miedo a la marginación. Pero trabajar “duro” es saltar esas barrares, hacer un túnel y pasarlas por debajo o simplemente atravesarlas. Y repetir esto al día siguiente, y luego todos los días de aquí en más.
¿Dónde se enseña a trabajar “duro”? Por seguro, no en las universidades. Los programas de los centros educativos de hoy en día fueron hechos en la época de la economía industrial, y por ende están diseñados para graduar empleados listos para aplicar a búsquedas de “jóvenes profesionales” en empresas que los esperan para hacerlos trabajar “mucho”, que ahora sabemos que no es lo mismo que trabajar “duro”.
En los centros educativos surgidos durante la era digital, en cambio, tenemos las herramientas necesarias para que el trabajo “duro” sea una realidad en su vida.
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