Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación.
La economía de nuestro país es “un caso aparte”: al menos 5 tipos de cambio distintos para representar una misma moneda, inflación en acenso, historias cercanas de “corralito”, “tablita”, “Rodrigazo”, ministros de economía que cambian y demás rarezas que solo pueden entender aquellos que viven en carne propia esta realidad tan cambiante.
Con semejante panorama, los problemas de dinero están a la orden del día, junto con el estrés y las dificultades cotidianas que esto trae aparejado.
Más allá del contexto, hay equivocaciones relativas a las finanzas personales que pueden evitarse.
Veremos a continuación cuáles son los errores más frecuentes:
1) USAR EL CRÉDITO AL CONSUMO COMO UNA EXTENSIÓN DEL INGRESO
Es muy probable que el lector hay recibido en los últimos meses un llamado de este tipo: “¡Felicitaciones!, el banco le informa que tiene a su disposición un crédito personal por 15.000 pesos para retirar de su sucursal cuando lo desee”.
El ofrecimiento de un crédito suena como música para los oídos de aquella persona con problemas para llegar a fin de mes, y suele ser visto erróneamente como una extensión del ingreso corriente y la solución temporaria a los problemas de dinero.
Lamentablemente, lejos de ser la solución esto suele ser el comienzo de un problema aún mayor.
El stock de préstamos personales prácticamente se duplicó en los últimos dos años, al pasar de $ 58.100 millones a fines del 2011 a $ 75.000 millones a fines del 2012 y a $ 98.000 millones al 20 de diciembre pasado, según datos provistos por el Banco Central. Los planes de pago en cuotas sumados a los adelantos de consumo por parte de las familias para no quedarse atrás con las subas de precios hicieron que, en promedio, cada familia deba poco más de 2 meses de sus ingresos, elevando la morosidad en el sector financiero a medida que se deprecia el salario real.
Ahora bien: ¿es conveniente endeudarse en tiempos inflacionarios como los actuales? Contestar de manera afirmativa es caer en generalizaciones que pueden salirle muy caro al bolsillo del trabajador.
Los bancos buscan cubrirse de la inflación cobrando tasas (reflejadas en los Costos Financieros Totales) que muchas veces pueden rozar los 3 dígitos, haciendo que el pago de la deuda se vuelva cuesta arriba en la mayoría de los casos. Las tasas variables también para préstamos también están a la orden del día y las mismas suelen ajustarse al compás de la suba de precios.
El crédito al consumo rara vez puede conseguirse a tasas subsidiadas, lo cual sí representaría una oportunidad de que las cuotas se “licúen” con el aumento posterior de los precios de la economía.
Para una mejor “salud financiera”, la toma de créditos personales debería ser analizada sólo en situaciones muy puntuales, y dejado de lado en la mayoría de los casos.
2) NO AHORRAR
En la actualidad, la mayoría de las personas destinan prácticamente la totalidad de sus ingresos a cuidados personales, alimentos, calzado, ropa, tecnología y recreación. Es decir, son muy pocos los que se deciden a ahorrar.
Aquellos que ven pasar los meses sin generar excedentes por sobre sus gastos (o, peor aún, se encuentran cada vez más endeudados) seducidos de alguna manera por el modelo consumista que mantiene en marcha los motores de la economía actual, saben que, por más que traten de convencerse con excusas, hay algo que no están haciendo correctamente y que en algún momento deberán pagar “la fiesta”.
Angustiarse por ello no resuelve nada, mientras que separar entre un 10% y un 15% de los ingresos de todos los meses y destinarlos al ahorro, de manera metódica y disciplinada, puede en cambio ayudar, y mucho, en la transformación hacia un panorama financiero personal más responsable.
En los Estados Unidos, se creó un programa llamado “Save USA” con la idea de que las personas de bajos ingresos experimenten en carne propia las ventajas del ahorro. Para lograrlo, se estimula a las personas a que coloquen parte de sus ingresos en una cuenta de ahorro, y por cada dólar ahorrado recibirán 50 centavos adicionales con la condición de que mantengan ese dinero por un año al menos. Esto quiere decir que si el reembolso es de $1,000, recibirán $500 adicionales lo que equivale a un rendimiento del 50% y a esto habría que añadir los intereses ganados.
Este tipo de políticas aparecen como algo muy lejanos en nuestro país, en donde el aumento de precios y las limitaciones para comprar dólares no hacen más que convencer a la gente (de manera equivocada) que ahorrar no tiene sentido en un contexto económico como el actual.
3) CREER QUE EL GOBIERNO O EL EMPLEADOR DEBEN OCUPARSE DE NUESTRAS FINANZAS
Según los datos de la Organización Panamericana de la Salud, la esperanza de vida en la Argentina se incrementó en 27 años en los últimos 100 años: actualmente es de 75,7 años cuando en 1914 era de 48,5.
La consecuencia en términos de nuestras finanzas personales es que deberemos planificar nuestra economía doméstica para un período de tiempo superior.
Creer que con los aportes jubilatorios que nos descuentan mes a mes del sueldo es suficiente es caer en un autoengaño sin sentido.
Si para la gran mayoría ya es complicado “sobrevivir” con el nivel actual de ingresos, imaginemos cómo será hacerlo con la mitad del mismo.
La norma de la jubilación como zanahoria falla en cualquier de los escenarios posibles: es muy probable que a la hora de jubilarse el pago de nuestra jubilación dependa de cómo estén las finanzas globales.
Frente a este panorama, generar y autogestionar nuestros ahorros deja de ser una posibilidad para convertirse en una obligación que toda persona responsable debe comenzar a practicar, más temprano que tarde, para mejorar -o en el peor de los casos- mantener su nivel de vida actual durante toda su existencia, incluso después del retiro.
CONCLUSIÓN
Anteriormente, se creía en materia de finanzas personales que la gente actuaba siempre en función de sus intereses, y que con ello beneficiaba también a otras personas.
Las Finanzas del Comportamiento rompieron con estas creencias, y actualmente se sabe que las personas muchas veces actúan en contra de su propio beneficio aun sin saberlo, mediante comportamientos como los dscriptos anteriormente.
Detectar los errores más comunes y accionar para resolverlos se vuelve hoy en día más importante que nunca para aquellos que quieran disfrutar más de la vida y dejar atrás los problemas financieros derivados de hábitos y costumbres que son totalmente erradicables.
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