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Cómo gastar y ahorrar en 2017.

Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación.

La propuesta de esta última columna del año apunta a terminar con las excusas y comenzar a actuar con la seriedad que merecen nuestras finanzas.

No fue un buen año para la economía: Hubo recesión y una inflación que superó el 40%. La mayoría de los argentinos perdieron poder adquisitivo y redujeron su consumo, situación que, esperamos, se revierta en 2017 con una recuperación del salario real.

Con estos datos sobre la mesa, podríamos decir que tenemos una excusa válida para justificar nuestra falta de ahorro en 2016 o el aumento de nuestra deuda personal. Si a la mayoría le fue mal, ¿por qué uno debería ser la excepción?

La mala noticia es que las excusas no mejoran tu calidad de vida. No te harán trabajar menos horas ni ganar más dinero. Tal vez te sientas más acompañado o comprendido por tus compañeros de trabajo, amigos o familiares cuando les digas que este no fue un buen año para vos en lo económico, pero mejor te sentirías si pudieses decir lo contrario…

Ahora voy a proponerte un modus operandi para que dentro de exactamente un año, cuando estemos despidiendo el 2017, puedas levantar tu copa y celebrar el cambio en tu comportamiento financiero que posibilitó mejoras tangibles para tus bolsillos, independientemente de la suerte que haya corrido la actividad económica del país.

Voy a contarte cómo podés hacer para no tener que asentir cuando, dentro de 12 meses, alguien te diga: “Seguimos complicados” o “la cosa está difícil”. O, más sencillamente, para desmarcarte de los negativos de siempre que en una mesa familiar se la pasan quejándose.

Gastos necesarios basados en tu ingreso neto

Podría decirse que una necesidad es aquello que resulta indispensable para vivir saludablemente.

La diferencia entre una necesidad y un deseo reside en que la no satisfacción de las necesidades genera efectos negativos evidentes.

Existen necesidades que son comunes a todos: comer, vestirse, tener un techo, recibir educación y contar con transporte son algunas de las que requieren un desembolso económico.

No obstante, el costo de estas necesidades pueden diferir notablemente en función de variables como el costo del alquiler que pagamos, los precios del supermercado que visitamos, la universidad donde estudiamos o el colegio que elegimos para nuestros hijos.

Las necesidades pueden tener distintos valores económicos y, por lo tanto, debemos regular el gasto basándonos en nuestros ingresos. Hay que buscar siempre la opción más económica dentro del rango de calidad elegido y no dar por sentado que, dado que se trata de una necesidad, uno debe pagar el primer precio que surja.

En esta misión, debemos plantearnos un objetivo sustentable: que la suma de los gastos necesarios sea igual o inferior al 50% de los ingresos netos.

Vamos con un ejemplo:

María y Juan tienen un ingreso bruto combinado de 38.000 pesos. Luego de las retenciones y cargas sociales, el sueldo en mano es de 32.680 pesos. En consecuencia, su gasto total necesario no debería superar los 16.340 pesos.

Aunque se denominen “necesarios”, en general son los gastos los que deben adecuarse a los ingresos y no al revés.

Gasto deseados en base a tu excedente primario

Los gastos deseados refieren a las compras de bienes y servicios que no son estrictamente necesarios. Hablamos de almuerzos o cenas fuera de casa, el vehículo particular que elegimos para trasladarnos, vacaciones, aparatos de tecnología, etc.

En este caso, el objetivo sustentable apunta a no superar el 60% de nuestro excedente primario.

¿Y qué es el excedente primario? Es el dinero que nos queda luego descontarle a nuestros ingresos los gastos necesarios.

Siguiendo con el ejemplo, si María y Juan saben que su excedente primario es de 16.340 pesos mensuales, harán bien en fijar el límite de gastos deseados en 9.804 pesos.

En esta sociedad consumista, el deseo de adquirir bienes y servicios puede ser ilimitado. La clave pasa por controlar el consumo y hacer jugar al tiempo en una batalla sin cuartel contra la ansiedad: conviene posponer la concreción del deseo por unos días y ver luego si perdura o desapareció.

Si seguimos esta conducta, lo más probable es que terminemos gastando esa cuota del excedente primario en cosas que realmente deseamos y no en la primera oferta que aparece frente a nuestros ojos. Esto nos generará satisfacción y nos permitirá aprender, a partir de la experiencia, que casi siempre es mejor esperar.

Además, cada gasto deseado estará respaldado por nuestro bolsillo y no nos introducirá en un círculo vicioso de endeudamiento. Al respecto, te recomiendo repasar mi última columna para encontrar información útil sobre los gastos y cómo reducirlos.

Ahorro en base a tu excedente secundario

Una vez cumplidos los dos primeros objetivos sustentables, aparece el tercero: generar un ahorro que nos permita mirar con mayor tranquilidad el horizonte y planificar un futuro de prosperidad.

El ahorro mensual debe ser igual al excedente secundario. Este no es otra cosa que lo que queda del ingreso luego de realizados los gastos necesarios y los deseados.

En nuestro ejemplo, María y Juan registraron un ingreso netos de 32.680 pesos y desembolsaron 26.144 pesos (16.340 de gastos necesarios y 9.804 de gastos deseados), por lo que generaron un excedente secundario de 6.536 pesos que debería constituir el ahorro de ese mes. Si se mantienen por la buena senda, en un año habrán ahorrado 78.432 pesos.

Los 78.432 pesos, invertidos al 24.25% anual que pagan actualmente las Lebacs del Banco Central, al año siguiente gozarían de un ingreso pasivo de 19.020 pesos adicional al ingreso que obtienen regularmente.

Los beneficios del ahorro se notan con la tranquilidad que se gana en un comienzo y con la renta que se obtiene poco tiempo después.

Conclusión

Comprar algo “porque nos gusta” o despilfarrar dinero en bienes deseados disfrazándolos de gastos necesarios es sencillo. Lo hace la mayoría de la gente y lo celebran sus familiares y amigos, aunque muchas veces piensen lo contrario. Luego, en las fiestas, todos levantan las copas agradeciendo que termina el año y pidiendo por esa prosperidad que se demora, como si se tratara de un milagro que, por obra del capricho y de los malos gobiernos, no quiere suceder.

Puede ser cierto que nuestras acciones casi no incidan en la sociedad, pero en nuestra realidad cumplen un papel fundamental. Si nos mantenemos en la cultura del derroche de lo mucho o poco que tenemos, nunca cambiaremos nuestra realidad. Tenemos que jugar con el tiempo a favor nuestro: Saber postergar gastos que no son necesarios y generar, a partir de la disciplina, esos buenos hábitos que engrosarán nuestros bolsillos.

Si no estamos acostumbrados a ahorrar, el comienzo no será fácil, pero siguiendo las indicaciones de esta nota podrán ir logrando los objetivos. Son tres y son claros. Así, a fines de 2017, brindarán por lo realizado y desearán que en 2018 los ahorros rindan más frutos. El optimismo parte de las buenas acciones y las buenas acciones se alimentan de ese optimismo. ¡Les deseo prosperidad y un feliz Año Nuevo!


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