Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación.
Vengo escuchando esta pregunta desde que comencé a especializarme en Finanzas Personales, hace ya muchos años. Al principio, apelaba a la imagen de la licuadora para responder: Recomendaba volcar en ella los años de la persona, la esperanza de vida, sus ingresos mensuales, sus ahorros, sus bienes y la inflación promedio del lugar donde vivía para armar un licuado de números que dijese a qué edad podía “colgar los guantes” para disfrutar a pleno del tiempo libre evitando apremios financieros. Con el tiempo, luego de incorporar conocimientos teóricos y cosechar experiencias, llegué a la conclusión de que la metodología anterior brindaba una respuesta técnica a la consulta pero no iba al fondo de la cuestión. Hoy, si alguien me pregunta cuándo le conviene retirarse, mi respuesta, sin lugar a dudas, será “nunca”. ¿Quiere decir esto que pienso que hay que trabajar a destajo hasta el último día de nuestras vidas? Para nada. Más bien, todo lo contrario. Desarrollaré a continuación los argumentos que me permiten concluir que estás tomando el camino equivocado si tu fantasía es retirarte algún día. Gracias a las Finanzas Personales, se puede construir una vida donde el disfrute no esté concentrado en un punto lejano en el tiempo, cuando ya no tengas fuerzas para disfrutar lo conseguido.
Tanto la idea de retirarse joven y rico como la de jubilarse viejo y cansado conducen a caminos equivocados.
Vida equivocada, pregunta equivocada
Soñar con el retiro temprano marca la insatisfacción con la ocupación actual y el deseo de abandonarla en cuanto los ahorros lo permitan. Por otro lado, quienes trabajan 12 horas por día asegurando que “hacen lo que les gusta” también carecen de argumentos. Separemos el universo de los “aspirantes al retiro” en dos grupos:
1) Aquellos que no ahorran y viven al día esperando la tan ansiada jubilación que les permita iniciar una vida más modesta pero carente de obligaciones.
2) Aquellos que trabajan, ahorran y buscan invertir ese dinero para poder generar los ingresos pasivos necesarios para retirarse relativamente jóvenes.
El primer caso corresponde a los que están “entregados”, pero mantienen el sueño de libertad. No es mi intención pincharles el globo pero la norma de la jubilación como zanahoria falla en cualquiera de los escenarios posibles. Es muy probable que a la hora de jubilarse el haber no les alcance para darse los gustos que vienen postergando o, si les alcanza, no cuenten con la energía necesaria para convertir los deseos en realidad. En el segundo caso, el proyecto obliga a largos años “sin hacer nada”, por lo que uno puede caer en una depresión u otro estado de ánimo que fuerce una estrategia distinta, a menos que nos dejemos estar y reaccionemos demasiado tarde. El trabajo puede terminar acaparando todo nuestro tiempo y espacio. Nada por fuera de él tiene sentido. No hay amigos afuera de la oficina ni actividades que sepamos disfrutar con regularidad. La felicidad que genera viajar o descansar dura muy poco y nos terminamos acostumbrando a años de aburrimiento. ¿Cuál es entonces la opción recomendada para encarar el retiro? Les daré mi opinión.
Retiros parciales y vehículos automatizados de ingresos (VAI)
Si abandonamos la idea de que “papá-Estado” va a permitirnos dejar de trabajar o que una buena inversión nos hará ganar una fortuna, ¿qué nos queda? En mi caso, los Vehículos Automatizados de Ingresos, que me permiten comprar libertad. Los VAI incluyen las inversiones financieras, aunque no se limitan a ellas. Dentro de su universo se encuentran los VAI monitoreados, que consisten en hallar el talento interno para explotar las herramientas que nos ofrece Internet. Así, podemos monetizar nuestras creaciones para controlar cada tanto que satisfagan las necesidades de la demanda. En este punto, conviene comprender y aplicar los 3 ejes para ganar dinero que vimos en notas anteriores y que se vinculan con poner a trabajar la mente y el dinero cosechado antes que el cuerpo. Si la idea del retiro anticipado no para de dar vueltas en tu cabeza, utilizá esa energía para encontrar lo que te gustaría hacer con tu tiempo libre. De inmediato, pensá en monetizar esa labor vía Internet y transformarla no solo en un hobby o una pasión sino en una fuente de ingresos pasivos.
Serán tus VAI los que te permitirán experimentar retiros parciales (meses sabáticos) mientras seguís produciendo lo que te gusta y podés vender. Pensar en el cash flow de tu felicidad es pensar en cómo generar los VAI que cubran tu nivel de gastos presentes fijos y variables, de manera de ir rompiendo la cadena que te ata a tu trabajo en relación de dependencia y posterga tus sueños.
Conclusión
Yo no pienso retirarme nunca: pienso seguir bajando un promedio de 16 horas por semana en los próximos años e ir reduciéndolo hasta las 10 horas semanales mientras sigo disfrutando de otros aspectos de la vida donde el dinero no se cuela. Eso sí, seguiré en la búsqueda de VAI financieros y monitoreados que me brinden los recursos necesarios para delegar aquellos trabajos que no deseo hacer y concentrar la energía en lo que realmente me apasiona.
El dinero de los ingresos pasivos no te garantiza la felicidad, pero te permite comprar el tiempo que necesitás para hacer lo que te gusta. Eso, desde el vamos, te vinculará más con el presente para vivir más intensamente.
¿Quiere que el dinero se transforme en una fuente de satisfacción en vez de una fuente de preocupación en su vida?
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