Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación
La primera vez que escuché la palabra “embebido” fue en 2003, en una clase sobre derivados financieros en el posgrado de Mercado de Capitales. El significado estricto de embeber refiere a la absorción de un cuerpo líquido por parte de otro cuerpo sólido, aunque en las jergas financiera y tecnológica se utiliza el término para describir un proceso de “mamushka rusa”: el valor de un activo puede estar embebido en su precio y en un smartpone se encuentra embebido cámara de fotos, linterna, redes sociales y muchas cosas más.
Comprender este nuevo concepto nos permite surfear la nueva ola de servicios financieros que encabezan las Fintech.
En este mundo financiero y tecnológico, las personas realizan sus operaciones y transacciones casi sin notarlo, puesto que esas acciones están embebidas en su cotidianeidad, en lo que hacen a diario por hábito y costumbre antes que con esfuerzo mental.
En la columna de hoy veremos ejemplos que nos permiten mensurar el cambio de paradigma y entender que los nuevos servicios financieros pueden llegar a favorecernos en tanto usuarios del sistema.
Ejemplos de finanzas embebidas
Embeber operaciones es hacer más simple el asunto, es ahorrar esfuerzo y reducir costos. Mejora nuestra experiencia como usuarios y libera dos recursos vitales: tiempo y dinero, que podrán ser utilizados en otras actividades.
En nuestro país, muchas personas se adaptaron a los nuevos tiempos y gozan de sus beneficios. Vamos con casos concretos:
Tarjeta y panel de control de gastos, todo en uno: Para obtener una tarjeta de crédito, primero hay que abrir una cuenta en un banco, ir en persona a la sucursal más cercana para presentar toda la documentación requerida, cumplir con todos los requisitos solicitados, etc, etc. Por otro lado, para tener una app de control de gastos útil para nuestras finanzas personales, uno debe descargarla en su smartphone, aprender a usarla y luego cargar manualmente todos sus ingresos y egresos de dinero (lo que puede resultar un tanto engorroso).
Ualá, una Fintechde reciente aparición, pudo embeber todos estos procesos en uno solo. Es la primera tarjeta de crédito no bancarizada que ofrece panel de gastos que se actualiza a medida que la utilizamos. No existen trámites presenciales ni se requiere otra cosa que el DNI, una dirección física y una selfie para abrir una cuenta y obtener la tarjeta en minutos.
Además, el usuario “embebe” su control financiero al notar en su balance cada gasto realizado en tiempo real y evita vicios del sistema tradicional como el endeudamiento, debido a que la tarjeta es prepaga y solo se puede gastar lo depositado hasta el momento de la compra.
Comprar un departamento sin haber ido a verlo: Para adquirir un inmueble algunas personas buscan en los clasificados y recorren la ciudad con el diario en la mano. A veces, deben esperar que el vendedor atienda a otro cliente antes de ver las habitaciones y escuchar un precio que difícilmente podrán cotejar con un inmueble similar, puesto que esa segunda búsqueda implica una pérdida de tiempo excesiva. Además, puede sentir que de no dejar una reserva, la oportunidad de compra se perderá.
En cambio, www.lugaren.com es una nueva PropTech que ofrece una tecnología similar a la de Google Earth para que los potenciales compradores puedan observar cada recoveco de las propiedades de su interés a través de sus computadoras y con un nivel de detalle en línea con los avances de la realidad virtual. Al mismo tiempo, el vendedor recibe varias ofertas por su propiedad y puede elegir la más conveniente a fin de maximizar su operación, que más de una vez comienza y finaliza en la escribanía sin que el comprador se haya trasladado jamás hasta el departamento. Para cualquier comprador del interior del país interesado en una propiedad en la Ciudad o para el porteño que desea adquirir un inmueble lejos de su casa, la plataforma resulta más que atractiva.
La posibilidad de embeber la selección de propiedades dentro de la misma operación de compra libera también recursos que podrán ser utilizados por los clientes en otras actividades. Además, les permite terminar más conformes con la decisión.
Tomar o colocar dinero sin tener que hablar con nadie: Dice un viejo refrán que “banco es la institución que te presta dinero siempre y cuando puedas demostrar que no lo necesitás”. La obtención de un crédito implica no solo el cumplimiento de un montón de requisitos formales sino además el desafío de superar filtros muchas veces incómodos, como las entrevistas de los empleados bancarios.
Afluenta, una Fintech argentina, ofrece un sistema basado en Finanzas Colaborativas, donde se simplifica la intermediación entre oferentes y demandantes de capital y se facilita, a través de la reducción de costos, la toma de créditos por parte de personas con necesidades financieras y la colocación de capital por parte de inversores con excedentes.
Todas las operaciones de uno y otro lado del mostrador se realizan online y prácticamente sin intervención humana. Se basan en algoritmos que califican a los deudores en distintas categorías para que los inversores puedan diversificar sus colocaciones y elegir los riesgos teóricos que asumirán.
Inversión y préstamos se encuentran embebidos en apenas un par de clics desde la comodidad de nuestras computadoras y sin tener que concurrir a una sucursal bancaria.
Ser tu propio banco: Las criptomonedas como el Bitcoin no son una Fintech. Constituyen comunidades descentralizadas que utilizan una nueva tecnología denominada blockchain que permite a los usuarios “embeber” en un solo lugar la custodia de su dinero, sus inversiones y el registro de cada transacción.
De esta manera, una persona tiene ahorros en su poder de una manera no física, siempre tomando medidas de seguridad de implementación sencilla para convertirse en su propio banco y evitar riesgos de “corralito” o expropiación del dinero.
El beneficio está a la vista: el precio de estas criptomonedas crece a medida que más personas adoptan la nueva modalidad financiera, aunque no se trata de una inversión sin riesgos de pérdida ni exenta de volatilidad.
Conclusión
En poco tiempo más, con una app de nuestro smartphone podremos pedir un vehículo que se maneje sin chofer, sepa la la dirección adonde debe llevarnos y nos debite automáticamente un monto en criptomonedas una vez que se concrete el viaje. Es lo que se viene.
La tecnología llegó para “embeber” todos estos procesos y facilitarnos la vida. Solo es cuestión de adaptarse.
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