Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación
Cada tanto es bueno recordar conceptos importantes de las nuevas finanzas personales para aplicarlos en la cotidianidad de nuestras vidas como ciudadanos del país con las tasas de interés más altas del mundo, siempre en pos de mejorar la realidad financiera.
“La economía capitalista es muy simple: o debes o te deben”, reza un dicho cuyos principios comparto plenamente y que resulta útil para comprender nuestras conductas financieras en una economía tan compleja y cambiante.
En la columna de hoy le daremos una vuelta de tuerca al tema, debido a que no se trata solo de entender que podemos estar de un lado o del otro del mostrador (como deudores o acreedores), sino que además es muy importante saber a quién le debemos y quién nos debe.
A quién le debes
Hablemos un poco de las deudas: que la mayoría sean malas no quiere decir que todas lo sean, pero en un país con tasas de interés del 60% anual o superiores, claramente el crédito se encuentra paralizado. El que subsiste lo hace por dos motivos: está subsidiado por el Estado o se le cobra a quienes gastaron por demás y no pueden evitar las tasas usureras.
No es lo mismo deberle al Banco Nación que a una casa de electrodomésticos que financia a “sola firma”.
En el primer caso, luego de cumplir los exigentes requisitos establecidos, accederemos a una tasa subsidiada que probablemente se licue gracias a la inflación, mientras que en el segundo la flexibilidad en el acceso al producto estará de nuestro lado, pero la pagaremos con creces puesto que se trata de un negocio privado que busca cubrirse de la inflación y de la posibilidad de no pago de sus clientes, por lo que el costo financiero total será de tres dígitos anuales (más del 100%).
Vamos con más ejemplos: no es lo mismo deberle a nuestro empleador (adelanto de sueldo) que al banco emisor de la tarjeta de crédito por haber realizado el pago mínimo. Tampoco da igual estar en deuda con un proveedor de mercancías de nuestro negocio que girar en descubierto en el banco.
Como podemos ver, las tasas de interés inundan nuestra cotidianidad al punto que inciden en las decisiones financieras que tomamos a diario. Por lo tanto, resulta fundamental comprender que, al analizar contratos, debemos basarnos en el Costo Financiero Total y no en la Tasa Nominal Anual, que poco nos dice sobre el costo real del préstamo.
No debemos sucumbir ante la falsa tentación de “cómodas cuotas fijas” que, en realidad, incluyen altísimos intereses embebidos en el monto final a pagar.
Si sos deudor en vez de acreedor, tenés que poner el máximo empeño posible para que se trate de una situación transitoria. Para ello, es necesario que elijas (sí, siempre se puede elegir si te informás y analizás el tema) a quién le vas a deber. Tu acreedor hará todo lo que esté a su alcance para establecer con vos una relación de largo plazo, mientras que vos tenés que hacer exactamente lo contrario: que el vínculo y tu deuda terminen cuanto antes.
Quién te debe
Los inversores más sofisticados lo saben: el dinero produce más dinero. Cuando tenés un excedente de capital y escasa cultura financiera no podés elegir mucho: estarás agradecido que el banco te pague muchos pesos o pocos dólares por “cuidarte” tus ahorros y te sentirás realizado si tu capital no pierde frente a la inflación.
Adquiriendo cultura financiera (leyendo notas como esta, investigando en Internet, yendo a cursos gratuitos como los que se dan en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires y a charlas y seminarios sobre el tema), ingresarás en la categoría de quienes pueden elegir quién les va a deber.
Ejemplos: No es lo mismo que te deba un banco comercial (si invertís en un plazo fijo en dólares) que el Tesoro Nacional (si invertís en LETES al 7% anual). No da igual que te deba otro inversor, teniendo el cobro garantizado por la Bolsa de Comercio (si invertís en una caución bursátil, que una PyME vía firma de mutuo con respaldo de cheques de terceros.
La tasa en 60% no es la panacea para el inversor ni mucho menos: los proyectos a financiar son menos y más riesgosos, la economía entra en recesión, la capacidad de repago de los deudores se deteriora constantemente y crece la percepción de riesgo en el cumplimiento de las obligaciones financieras por parte de un Estado que observa cómo sube el denominado Riesgo País.
Siempre que invertís tu dinero a una tasa de interés determinada hay alguien que te debe. Incluso, cuando comprás dólares, cuyo emisor es la FED de Estados Unidos, al que estás financiando.
En épocas como la actual, de tasas y riesgo crecientes, la elección de quién será el que te deba puede definir el éxito o fracaso de tus inversiones.
Si tenés muchas dudas, lo más conveniente es conducirte con cautela y tomar decisiones conservadoras, aun a costa de sacrificar rentabilidad. Al menos hasta que aclare el panorama, lo mejor es que te deban los deudores con buena reputación.
Conclusión
Vamos otra vez: el juego del capitalismo financiero es simple, se trata de quién le debe a quién. Colocarte del lado de los acreedores, resistir el canto de las sirenas que prometen rendimientos extraordinarios en poco tiempo y elegir con suma cautela quién te va a deber dinero (de ser posible, a plazos cortos de tiempo) son los consejos que aquí te damos para sobrevivir en este país tan propenso a las crisis económicas.
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