Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación
Muchos las persiguen, unos pocos las alcanzan y la mayoría ni siquiera las tiene. Hablamos de las metas financieras, que la gente suele modificar cuando cambia el contexto. Hay quienes se aferran a ellas contra viento y marea, pero en general sufren adaptaciones producto de la impericia antes que del deseo. Algunas metas son muy egoístas, otras tienen fines más colectivos. También hay metas poco realistas y demasiado subjetivas.
En la columna de hoy repasaremos las tres metas financieras a mi juicio más populares. Sobre cada una de ellas iremos reflexionando a fin de derribar mitos y ofrecer consejos basados en la experiencia de tantos años de trabajo en el mundo de las finanzas personales, sin obviar la pérdida de poder adquisitivo que la inflación trae aparejada.
Si no está tu meta entre las elegidas, me gustaría leerla en los comentarios.
1. El techo propio
Según un informe reciente de Reporte Inmobiliario,producto de la devaluación se necesitan hoy más del doble de sueldos que en enero para comprar un inmueble en la Ciudad de Buenos Aires.
Un departamento de dos ambientes usado, de 44 metros cuadrados, se consigue a un valor promedio de 115.500 dólares, lo que equivale a un valor de 4.370.000 pesos a un tipo de cambio de 38 pesos por dólar. Teniendo en cuenta el ingreso de una familia tipo que reside en CABA de aproximadamente 38.000 pesos mensuales, el precio equivale a 115 sueldos familiares, cuando a principios de año equivalía a 57 ingresos mensuales familiares.
Aquellos que persiguen esta meta no tienen más opción que posponerla hasta que inmuebles y salarios se acerquen. Mientras tanto, les recomiendo estudiar las nuevas corrientes de finanzas personales que cuestionan la idea de comprar un inmueble para vivir y sostienen que alquilar no es necesariamente tirar el dinero.
Dicho esto, brindamos un dato alentador para los más obstinados: según el Colegio de Escribanos porteño, las escrituras de compraventa de inmuebles en la Ciudad de Buenos Aires registraron en agosto último una caída del 24,5% respecto del mismo mes del año pasado. De mantenerse la tendencia, los precios en dólares de las propiedades deberían bajar.
2. Salir de deudas
La semana pasada hablamos de la tríada mortal del deudor, situaciones donde los giros en descubierto, el pago mínimo de la tarjeta de crédito y los créditos hipotecarios y personales se constituyen, como consecuencia de la suba estratosférica de tasas, en una trampa peligrosísima para el ciudadano acostumbrado a tomar deudas.
Salir de deudas puede haber sido una meta más a cumplir para muchos en los últimos años. Hoy, lisa y llanamente, es una cuestión de vida o muerte económica y exige estudiar seriamente el tema, aprendiendo a diferenciar entre los distintos tipos de deuda existentes: ficcional (tomar deuda para consumo), hormiga (nace de la desorganización en las finanzas personales y solventa gastos corrientes), de subsistencia (endeudarse para comprar alimentos y otros productos y servicios necesarios) y para invertir (apalancamiento).
El mejor camino para cumplir esta meta consta de un plan de cuatro pasos: clarificar la situación financiera, involucrar a familiares y amigos de una manera distinta, eliminar los vehículos de acceso inmediato al crédito y confeccionar un plan de austeridad en el consumo.
En esta nota que escribí para LA NACION hace dos años encontrarán más detalles.
3. Vivir solo
Quizás este no sea el mejor momento para abandonar el nido, pero si vamos a estar esperando que todos los semáforos se pongan en verde, entonces difícilmente demos alguna vez ese gran paso.
Para lograrlo, resulta fundamental llevar adelante una planificación (registrar y clasificar los gastos), contemplando el porcentaje de ingresos que se irán en el alquiler.
Según un informe de la Defensoría del Pueblo, los precios de alquileres en la Ciudad están entre los más altos de la historia y rondan el 55% del sueldo promedio.
Para la mayoría de los especialistas, no se debe destinar al alquiler de la vivienda más del 30% del ingreso mensual. Por lo tanto, quien asuma más costos asumirá más riesgos financieros y podría encontrarse forzado a abandonar el inmueble por falta de dinero.
Tanto en este punto como en el anterior, la urgencia por cumplir la meta no debe llevarnos a tomar decisiones equivocadas. Lamentablemente, muchas personas hoy cometen el error de alquilar inmuebles previendo un aumento o una estabilidad de sus ingresos que en los hechos no ocurre: el programa de atención a inquilinos de la Defensoría del Pueblo informó que las consultas por problemas en el pago de alquileres y expensas pasaron del 21% del total en marzo al 35,87% en la actualidad.
En esta otra columna que publiqué hace pocas semanas encontrarán consejos para evitar errores.
El dato alentador aquí tiene que ver con los beneficios que la nueva ley de alquileres podría traer para los nuevos inquilinos en términos de costos y actualizaciones de precios más justas y menos abusivas.
Conclusión
Comprar el primer auto, cambiar el actual, viajar más, ayudar económicamente a seres queridos o lograr la independencia financiera podrían ser también otros ítems de una larga lista de deseos personales que hoy por hoy deben ser recalculados.
Más allá de que los datos presentados puedan asustar a más de uno, creo fervientemente que los momentos de crisis representan una oportunidad única para enderezar el rumbo, educarse en términos financieros leyendo columnas como esta y adoptar conductas sanas que en tiempos pasados fueron ignoradas.
En esta “economía de la marmota“, donde las crisis se repiten una y otra vez, no queda otra que recalcular las metas y esperar agazapados el momento oportuno para poner en práctica nuestro plan.
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