Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación
Parc Prensky, escritor norteamericano y conferencista especializado en temas de educación, fue la primera persona en establecer y divulgar los términos “nativo digital” e “inmigrante digital”, focalizándose en el vínculo de la enseñanza en las escuelas y las tecnologías predominantes.
Su clasificación, sin embargo, puede extenderse a otros ámbitos. En este caso, nos servirá para marcar diferencias entre nativos e inmigrantes digitales en el mundo de las finanzas personales.
Todos, salvo los verdaderamente excluidos, pertenecemos a uno de estos dos grupos. O nacimos en la era digital y nos manejamos con total naturalidad o intentamos familiarizarnos con ella.
No se trata de un dato menor, puesto que el porvenir económico dependerá en gran medida de cómo podamos adaptarnos a un mundo cambiante que exige un uso cada vez más fluido de las innovaciones tecnológicas.
Nativos digitales e inmigrantes digitales
La población mundial puede separarse entre aquellos que nacieron luego de la masificación de Internet, en 1998, y quienes nacieron antes, puesto que la incorporación de la red a nuestra cotidianeidad -con mails, redes sociales, celulares inteligentes, videojuegos y más- marcó el principio del fin de la vida analógica.
En mi caso, pertenezco al grupo de los que nacieron y crecieron antes de la irrupción a nivel masivo del mundo digital, pero que decidieron migrar hacia él desde un primer momento fascinados por sus bondades para simplificar la vida. Nos convertimos en inmigrantes digitales.
Nos puede maravillar este nuevo mundo, pero solemos conservar lo que Prensky llama el “acento de inmigrante digital”: no siempre tomamos a Internet como primer recurso para encontrar información, a veces llamamos por teléfono para confirmar que un mail fue recibido y encontramos lógico imprimir un texto para leerlo y corregirlo en lugar de hacerlo desde la pantalla.
Los nativos digitales, que mamaron Internet y experimentaron casi desde la cuna la transformación que se dio con el nacimiento de la era mobile (smartphones, internet en celulares, etc.), se diferencian de nosotros no solamente por la forma de vestirse y expresarse, sino también por la estructura de pensamiento y razonamiento que se construye como consecuencia de pasar muchas más horas de su vida en el mundo digital que en el analógico desde que tienen uso de razón.
Inteligencia artificial, nanotecnología, big data, crowdfunding, blockchain y realidad virtual son solo algunas de las áreas que aborda con naturalidad una mente digital y que se vuelven difíciles de comprender para los inmigrantes digitales, quienes hacen el esfuerzo a sabiendas de que estas áreas ya moldean la economía, las relaciones interpersonales y el comercio.
Este nuevo chip mental, totalmente distinto al analógico, tiene también su correlato en las finanzas personales y en la filosofía de lo material. Captemos juntos sus ideas disruptivas.
Finanzas personales en el mundo digital
Para ilustrar y entender mejor a la nueva generación y sus conductas en el ámbito de las finanzas personales, plantearemos las diferencias más importantes en el modus operandi de los inmigrantes y de los nativos digitales.
1) Ahorro:
Inmigrantes digitales: Techo propio, auto, plazos fijos. El ahorro de los inmigrantes digitales es conservador y ampliamente conocido, pero lo más importante de todo es que suele hacerse a través de los bancos tradicionales y con objetivos puramente materiales.
Nativos digitales: Contrariamente a lo que muchos piensan, sí se preocupan por su futuro financiero, aunque se alejan de los patrones de conducta de sus padres a la hora de ahorrar. El sueño de la casa propia no los desvela. Prefieren ahorrar para acceder a experiencias (viajes y capacitación en el exterior) o para adquirir nuevas herramientas tecnológicas que mejoren su calidad de vida digital y, al mismo tiempo, su productividad. Privilegian el disfrute por sobre la posesión. Suelen tener aversión a los bancos y se vuelcan con mayor convicción a las empresas fintech.
2) Ingresos:
Inmigrantes digitales: Defienden, en su mayoría, la relación de dependencia (ingreso unidireccional), donde la posibilidad de “hacer carrera”, la seguridad social y distintos incentivos ofrecidos por las empresas juegan un papel importante. Además, reivindican la moral del trabajo que apunta a una relación directamente proporcional entre sacrificio e ingresos: merece ganar más quien más se sacrifica. Finalmente, cargan con la mochila del miedo al despido y valoran la estabilidad laboral con el fin de obtener dinero con regularidad.
Nativos digitales: Buscan incorporar sus conocimientos sobre las nuevas tecnologías para ganar tiempo y ser más productivos esforzándose menos. Trabajar en una oficina es visto como un sinsentido. El teletrabajo (trabajar desde la casa o en espacios de coworking) es moneda corriente (recientemente se dio a conocer el caso de una empresa estadounidense que tiene una valuación de mercado de mil millones de dólares, 800 empleados y ninguna oficina). Por otra parte, son más propensos a la generar ingresos pasivos a fin de diversificar sus fuentes de ingresos y poseer mayor flexibilidad para cambiar de trabajo rápidamente cuando no se sienten valorados o no les satisface el nivel de conocimiento de sus jefes, lo que ocurre con frecuencia dada la brecha de conocimiento tecnológico entre los inmigrantes digitales con cargos jerárquicos y los nativos digitales con puestos de menor rango.
3) Inversión:
Inmigrantes digitales: El conservadurismo que predomina en la Argentina se explica por las recurrentes crisis que nos afectan. El dato es tan llamativo como preocupante: apenas el 1% de los argentinos invierte en acciones, mientras que la gran mayoría busca la seguridad del dólar y los más temerarios se animan a los plazos fijos. Ven a la casa propia como la primera o la única gran inversión que deben hacer en sus vidas.
Nativos digitales: Dado su manejo de las nuevas tecnologías, son más proclives a invertir en ellas cuando detectan que tienen potencial para generar impacto. Las criptomonedas son un claro ejemplo de ello, puesto que para los nativos digitales la existencia de una moneda digital, global, descentralizada y no dependiente de bancos centrales es visto como algo que triunfará por decantación. Otro rasgo importante que los diferencia de las generaciones precursoras refiere al canal que utilizan para invertir: las app para celulares están a la orden del día, como lo marca el éxito que está teniendo en Estados Unidos la empresa Robin Hood, que en su servicio básico permite operar acciones de ese país y criptomonedas de manera ágil y sin comisiones, aunque a veces resignando unos centavos en el precio de compra o venta.
Conclusión
El mundo, nos guste o no, se está volviendo cada vez más digital y menos analógico. La cuota de tiempo que le dedicamos a un universo y a otro resulta de una decisión totalmente personal. No obstante, en lo que respecta al trabajo y a las finanzas personales, ignorar los hábitos y costumbres de los nativos digitales puede costarnos cada vez más caro.
Siempre cargaremos con nuestro acento de inmigrantes digitales. De hecho, no hay razón para ocultarlo mientras reconozcamos que el mundo está cambiando y busquemos aggiornarnos. Cuantos más valores vetustos nos saquemos de encima y mayor predisposición tengamos a aprender lo bueno de lo nuevo, mejor será nuestra calidad de vida.
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