Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación
Se cumplen 6 años de la primera vez que escribí sobre el Bitcoin en este espacio. En aquella ocasión, propuse pensarlo como una inversión que podía funcionar como refugio frente a la inflación . A pesar de sus idas y vueltas, burbujas creadas y explotadas, el flechazo fue directo al corazón y el bitcoin respondió con creces al amor, superando todos los pronósticos: por entonces, se conseguía a 108 dólares por unidad y hoy se vende por encima de los 5.000, lo que habla de un rendimiento superior al 4.600% en dólares desde abril de 2013 hasta la fecha. Respecto del peso el crecimiento es muy superior, puesto que por entonces el dólar operaba a $5,10 (un bitcoin costaba $550 hace 6 años y ahora ronda los $220.000).
Teniendo en cuenta esta evolución astronómica, ¿por qué hablamos de un “regreso victorioso” para la criptomoneda ? Resulta que en el medio pasaron cosas: el bitcoin llegó a cotizar a US$ 20.000 en 2018, pero inmediatamente cayó en picada, resistió un tiempo en US$ 6.000 y luego perforó también ese piso para tocar un mínimo reciente de US$ 3.100, llevando la caída al 85% desde su máximo histórico.
Así como en la alocada carrera alcista se escuchó a operadores anticipar que más temprano que tarde valdría US$ 100.000, durante el descenso abrupto numerosos especialistas y jugadores del mercado aseguraron que el bitcoin estaba terminado. Como vemos, este análisis podría no resultar acertado.
Hoy repasaremos las últimas novedades en el ecosistema y los argumentos que apuntan a seguir de cerca su evolución, más allá de los marcados vaivenes en la cotización. A saber: pese a la volatilidad y los derrumbes de precios, el mundo cripto nunca dejó de crecer como industria.
¿Qué es el bitcoin y donde reside su valor?
El bitcoin (BTC) nació luego de la crisis financiera de Estados Unidos como una alternativa al sistema y al karma de la deuda. Dio origen a una de las más revolucionarias tecnologías de los últimos tiempos: la blockchain (cadena de bloques), que permite realizar operaciones de compra, venta, transferencia y custodia de activos de manera totalmente descentralizada, sin tener que pasar por bancos, entidades gubernamentales ni sociedades de Bolsa.
Las principales virtudes de la blockchain son la descentralización, la inmutabilidad (una vez que se cargan los datos en un bloque nadie puede modificarlos) y la seguridad informática (nunca se ha podido hackear al bitcoin).
Alrededor del BTC se edificó una autopista tecnológica financiera pujante y creciente que le otorga hoy en día un valor de mercado de casi US$ 90 mil millones.
Mientras algunos piensan al BTC como una criptomoneda que ofrecería una alternativa a las monedas tradicionales, otros afirman que se transformará en un cryptocommodity: una suerte de oro digital.
Mi opinión es que el BTC llegó para cambiar el modo en que se construye la confianza en torno a los activos financieros, luego de que en 2007 y 2008 gobiernos y bancos dinamitaran el mundo de creencias al traicionar a los inversores que habían confiado en sus sistemas de control y de valores.
El BTC permite “puentear” a los gobiernos en tanto creadores de dinero (a través de cada Banco Central) y a los bancos comerciales en su función de custodios, eliminando riesgos y costos al mismo tiempo.
¿Cómo reaccionaron las grandes empresas frente a la amenaza cripto? Primero con indiferencia, luego con desprecio, más tarde con cierto interés y, finalmente, con medidas de adopción, aunque tímidas en muchos casos.
Adopción de la Blockchain: los casos de Facebook, Square y JP Morgan
El CEO JP Morgan, Jamie Dimon, fue desde siempre uno de los acérrimos enemigos del BTC. Sin embargo, la empresa dio un giro de 180 grados al afirmar, a principios de año, que planea lanzar su propia criptomoneda llamada JPM Coin. Utilizará la tecnología b lockchain para custodia y transferencias y podrá ser aprovechada por sus clientes.
Por otro lado, tanto Facebook como Square (empresa estadounidense de pagos electrónicos creada por el CEO y cofundador de Twitter, Jack Dorsey) vienen, desde hace meses, incorporando personal para sus nuevos departamentos vinculados con la blockchain. Más aún, distintos medios aseguran que Facebook recaudó US$ 1.000 millones (utilizan la figura del billón) para el lanzamiento de una criptomoneda.
Si bien estos movimientos no están directamente relacionados con el BTC, se considera que podrían afectarla positivamente al facilitar su utilización a nivel global.
Conclusión y tres advertencias finales
Para los entusiastas que estén pensando en el BTC como inversión, van algunas de las advertencias que también repito hace años:
1) Es necesario estudiar un poco antes de meterse de lleno en el mundo cripto. Al convertirse el inversor en su propio banco, debe saber cómo utilizar los dispositivos (llamados hardware wallets) donde almacenará sus tenencias. Depositar los criptoactivos en un exchange (plataforma online para intercambiar criptomonedas) implica correr un riesgo innecesario y renunciar a una de las cualidades más importantes que posee este criptoactivo, que es la descentralización.
2) Como toda nueva tecnología, representa una inversión altamente riesgosa y especulativa. Por ende, no se debería invertir más del 5% del patrimonio total. Además, se debería proyectar un horizonte de muy largo plazo, mínimo a 5 años.
3) Los inversores deben entrenar su estómago para soportar caídas cercanas al 90% (ya tuvo tres en su corta existencia). Eso sí, las subas también suelen ser violentas. En lo que va del año, el bitcoin es el activo que más subió (37% en dólares).
¿Podrá volver el BTC a sus máximos de US$ 20.000 por unidad alcanzados el 17 de diciembre de 2017? Si la tecnología sigue ganando adeptos, ese debería ser su próximo target alcista.
Lo que debe quedar en claro es que, en este tipo de inversiones, se puede multiplicar varias veces el capital invertido o perderlo todo. A veces, no hay medias tintas.
En función de su grado de tolerancia al riesgo y su entusiasmo, cada persona deberá elegir entre aprovechar lo que puede convertirse en una excelente oportunidad o simplemente dejarla pasar y mirar de afuera.
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