Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación
Decir “finanzas” y “física cuántica” es casi lo mismo para la gran mayoría de la población: ambas se le aparecen como disciplinas complejas, difíciles de entender, prácticamente inaccesibles.
Pero en el primer caso, la opacidad de la materia “finanzas personales” es producto de un prejuicio. La comodidad domina a muchísima gente, que prefiere delegar decisiones acerca de su dinero o directamente despilfarrarlo antes que ir comprendiendo las reglas que pueden facilitarle el camino hacia la independencia financiera o, por lo menos, hacia una vida con más tiempo libre.
En esta época de ajustes y vacas flacas, qué mejor que apuntar contra la banca tradicional, uno de los sectores más resistidos por las personas, pero al que se someten por desconocimiento o falta de acción. Lo haremos señalando tres costos financieros que se pueden evitar de modo de generar un interesante ahorro para los bolsillos devaluados.
1) Costo por mantenimiento cuenta y cobros indebidos
Hay dos tipos de costos bancarios que podemos eliminar: los evitables y los indebidos.
Como costos evitables, mencionamos el de mantenimiento de cuenta y el cargo por retiro de efectivo vía cajero automático. El primero forma parte de las prácticas habituales de los bancos, aunque en la actualidad y gracias a la aparición de las fintech pasó a ser un costo evitable dado que fácilmente podemos abrir una cuenta en bancos digitales que no incurren en este tipo de conductas contra sus propios clientes.
En lo que refiere al cargo por retiro de efectivo en cajeros automáticos, no son pocas las entidades que debitan un cargo de las cuentas de sus clientes cuando el dinero se percibe en cajeros de otra red (Banelco o RedLink) o de la misma red pero de otro banco. Para evitar este cargo, que puede llegar a 50 pesos por extracción, se vuelve necesario retirar dinero siempre desde cajeros automáticos de la misma red ubicados en una sucursal del banco donde se tiene cuenta.
Con respecto a los cobros indebidos, podemos destacar ítems como “gestión cobranza”, “reserva de fondos” o “diferimiento de pagos”, que en la mayoría de los casos no tienen razón de ser y que son motivo de cientos de reclamos en las oficinas de Defensa del Consumidor. A saber: toda comisión bancaria que no cumpla con los siguientes requisitos está indebidamente percibida:
– Tener origen en un costo real, directo y demostrable (deben ser por algo real).
– Estar debidamente justificada desde el punto de vista técnico y económico (no se puede cobrar cualquier precio por un servicio).
– Debe ser por la efectiva prestación de un servicio que haya sido previamente solicitado, pactado y/o autorizado por el usuario (las comisiones no pueden aparecer de la nada).
2) Costos excesivos en transferencias al exterior
El cepo fue derogado hace más de tres años y, sin embargo, transferir dinero al exterior desde una sucursal bancaria sigue siendo un dolor de cabeza tanto por las trabas operativas y burocráticas que imponen las entidades tradicionales como por las comisiones que cobran, muchas veces dispares y sin sentido.
¿Cómo se pueden bajar estos costos? Las posibilidades son dos, según el motivo de la transferencia.
a) Si la idea es invertir el dinero en activos financieros del exterior, el capital se puede transferir desde un agente de Bolsa local sin girar dinero sino acciones. Es relativamente sencillo: se compran acciones de empresas que coticen tanto en la Bolsa local como en Nueva York bajo la forma de ADRs (American Depositary Receipt, como se denomina a las acciones argentinas que tienen su espejo en Wall Street) y se transfieren a una cuenta abierta en una entidad estadounidense. La misma operación se puede realizar con bonos nacionales o provinciales que operen en el extranjero. Una vez depositados los bonos o las acciones en la cuenta del exterior, pueden venderse y convertirse en dólares. Esta fue la ventana que encontraron miles de ahorristas para eludir el corralito financiero de 2001.
b) Si la transferencia es para pagos de cualquier índole, existe un mecanismo novedoso ofrecido por los nuevos exchanges (casas de cambio) de bitcoins y criptoactivos: la persona o empresa puede girar su dinero al exterior utilizando criptomonedas, pero sin correr riesgo de variación de precio durante la operación (el exchange se ocupa de cerrar la operación de compraventa de antemano). Este detalle es importante porque, caso contrario, la marcada volatilidad de este tipo de activos podría terminar licuando parte del dinero o incrementándolo, cuando el deseo del ahorrista es fijar el monto a transferir.
3) Impuesto inflacionario sobre previsión de gastos corrientes
Esta no es una comisión que cobren los bancos sino un costo social que lamentablemente estamos acostumbrados a afrontar desde hace ya mucho tiempo en Argentina. La inflación, lo sabemos, evapora el poder adquisitivo de nuestro dinero cuando este se encuentra en pesos. ¿Qué fue lo que cambió para que ahora nos manejemos con cierta tranquilidad? Las fintech comenzaron a ofrecer lo que llamo “monetización instantánea”: pagan altos intereses por los saldos a la vista, ese dinero que tenemos a mano en la cuenta y que utilizamos para los gastos diarios. Los bancos, en cambio, no nos premian por lo que dejemos en la caja de ahorro, aunque la mayoría nos ofrece (comisión mediante) invertir en fondos comunes money market, que por lo general permiten retirar todo o una parte del dinero invertido en el día.
En consecuencia, si transferimos el dinero destinado a gastos corrientes a una de las fintech que nos ofrecen intereses sin obligarnos a pensar cómo, dónde, cuánto y hasta qué fecha invertirlo, tendremos capital trabajando para nosotros hasta el preciso instante en que debamos gastarlo. Es más, algunas fintech brindan hoy tasas de rendimiento en línea con la inflación esperada. Se trata de una nueva herramienta tecnológico financiera que, estimamos, será de uso corriente en los próximos años.
Conclusión
Ahorrar dinero mediante la generación de un excedente entre los ingresos y los gastos mensuales es un ahorro tradicional al que debemos apuntar, pero no seremos realmente eficientes si antes no eliminamos gastos evitables o innecesarios.
Ese es un ahorro de primer orden y una conducta a seguir en los distintos ámbitos de la vida cotidiana en el actual contexto explosivo de precios al alza y actividad económica en baja.
El mensaje es claro: si no nos ocupamos nosotros de proteger nuestro dinero, nadie más va a hacerlo. Hoy más que nunca debemos formarnos e informarnos para buscar soluciones creativas que nos ayuden en este camino hacia la independencia financiera y el goce del tiempo libre.
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