Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación
Es hora de reconocerlo: los argentinos nos la pasamos hablando de dinero todo el día, a toda hora. Lo hacemos con amigos, en el trabajo, con clientes, en nuestras casas, en todos lados. Que el dólar va a subir, que el dólar se va a mantener, que el Riesgo País, la inflación, las tasas de los plazos fijos, las Leliqs. Como se ve, el dinero está presente en nuestra cotidianidad, queramos o no.
La pregunta que nos hacemos aquí ante este dato fáctico es: ¿El lenguaje financiero que tanto usamos es productivo o está instalado principalmente para la queja, para lamentar los vaivenes que vivimos sin generarnos ningún beneficio? La intuición me indica que esta última es la respuesta que más se acerca a la realidad de la mayoría, por lo que recomiendo abandonar ese lugar improductivo, que además nos desgasta, para sacar provecho de la cultura financiera que vamos adquiriendo.
Si la economía argentina nos obliga a estar alerta e informarnos, ¿por qué no hacer de eso un dato positivo para nuestra formación personal? Aprendamos a ser capitanes de aguas bravas y capearemos las tormentas con gusto, a la manera en que el budismo acepta el dolor, pero combate el sufrimiento.
Para comenzar, los invito a repasar una serie de recomendaciones que fui publicando en mi muro de Facebook en los últimos años:
“Es mentira que en la Argentina no se puede ahorrar. Y, si el mes pasado no pudiste hacerlo, volvé a intentarlo con más determinación a partir de este”.
Los amantes del camino fácil te dirán que en la Argentina, el país de las crisis financieras recurrentes, no tiene sentido ahorrar, que la inflación y los desbarajustes económicos hacen que cualquier esfuerzo pierda sentido. Pero, como lo hemos visto en columnas anteriores, poseer hábitos de ahorro es la piedra angular de unas finanzas personales sanas, y esta máxima se da con independencia del contexto. Que vivamos en un país con inflación no contradice lo dicho sino que nos fuerza a investigar sobre el doble trabajo de los argentinos, que consiste en ganar el dinero y luego aprender a conservar su poder adquisitivo utilizando distintas herramientas tanto a nivel local como internacional. Actuando como si fuese verdad que en la Argentina no se puede ahorrar, lo único que haremos es ser funcionales a un sistema capitalista que necesita un número creciente de demandantes de capital para colocar a buenas tasas su dinero excedente.
“Cuando vas a comprar un auto… ¿Confiás ciegamente en el vendedor? Seguro que no. Entonces: ¿Por qué hacés con tus ahorros lo que el Ejecutivo de Cuenta del banco te indica? Al igual que el vendedor de autos, él tampoco es tu amigo, ni tu enemigo, solo quiere vender productos del banco. Te va decir que te conviene poner tus ahorros en un plazo fijo en lugar de comprar cuotapartes de un fondo común de inversión de Leliqs, así el banco toma el dinero que ponés a plazo y lo invierte a tasas más altas justamente en las Leliqs del Banco Central. Sabelo: la ignorancia financiera es una de las comodidades más caras que existe.
El que logra ahorrar no tiene todo resuelto, sino más bien un nuevo problema, pero un problema “benigno”: debe invertir su dinero para que el esfuerzo haya valido la pena. Uno de los errores más comunes en este campo es delegar esa responsabilidad en un tercero, generalmente el ejecutivo de cuenta bancario, quien termina condicionando las decisiones en perjuicio del ahorrista y en beneficio del banco donde trabaja. El antídoto contra este mal es capacitarse sobre inversiones y finanzas personales para no caer en la falsa creencia de que otra persona que posee estudios o trabaja en el mercado nos puede brindar soluciones mágicas.
La buena noticia es que hoy, gracias a la cantidad de libros escritos sobre el tema y la información gratuita disponible en Internet, es posible convertirse en un autodidacta, tomando las precauciones del caso.
Decís “a mí no me importa el dinero” y trabajás 10 horas por día para pagar las deudas. No veo heroicidad en la indiferencia ante lo que te somete. Sí veo abandono y, muchas veces, humillación y cobardía.
Habida cuenta de la importancia manifiesta de la cuestión material en nuestra vida diaria, no interesarse por el dinero es como suicidarse en términos financieros. Sabiendo que casi el 53% de los argentinos tiene deudas en la actualidad, suena coherente imaginar que, si bien gran parte de la población llega a esa situación apremiada por una economía que cae en picada, otra parte no menor lo hace por su desinterés en temas de finanzas personales y por la tendencia a tomar un camino de fuga romántica de la problemática financiera basada en una falsa noción del dinero, que se lee como algo malo o un tabú. El desenlace suele repetirse: quienes piensan así terminan entregando sus días a la obtención de dinero para pagar deudas y sobrevivir. Ante este escenario, recomiendo ser más pragmáticos y no soñar con convertirnos en héroes.
La “pasividad” del término “ingresos pasivos” está mal entendida: no se trata de ganar dinero sin hacer nada, sino de crear una estructura de flujos de dinero en torno de lo que te apasiona para que te brinde ingresos sin tener que ponerle el cuerpo todos los días al trabajo. Así, una parte de tus ingresos pasivos pueden ser los ingresos activos que generan otras personas.
Ganar dinero sin hacer nada o “dinero fácil” es una fantasía que muchos prometen cumplir, pero que suele llevar a estafas de personas inescrupulosas que no dudan en aprovecharse de la gente con escasa o nula cultura financiera y una ambición sin límites. Esta visión equivocada de la realidad deriva en la pérdida de oportunidades únicas vinculadas con los nuevos conocimientos en finanzas personales y la posibilidad de concretar más y mejores proyectos gracias a los avances de la tecnología. Aunque muchos no lo crean, un contexto de crisis como el actual es posiblemente el mejor momento para iniciar el camino: la volatilidad de precios genera oportunidades únicas y se pueden adquirir bienes o copar mercados hoy deprimidos por la ausencia de demanda o la falta de actividad.
“La verdadera independencia financiera no pasa solo por independizarte de tu trabajo en relación de dependencia, sino por construir un portafolio de Vehículos Automatizados de Ingresos (VAIs) que incluso te protejan de las crisis financieras del país donde vivís”.
El término independencia financiera no remite solamente a la relación de dependencia laboral sino más bien a la originación de VAIs que nos permitan independizarnos también de los vaivenes económicos de nuestro país de residencia gracias a la diversificación de las inversiones en términos de naturaleza y moneda. Hoy en día es totalmente factible crear un VAI Monitoreado (uno de los 4 VAIs existentes; los otros son los Financieros, los Propietarios y los Patentados) que venda vía Internet sus servicios a clientes de otros países. Además, mediante la creación de los VAIs Financieros es posible diversificar en términos de moneda, produciendo ingresos en moneda dura que nos mantengan a salvo de la inercia devaluatoria del peso. Como se ve, las opciones existen y es cuestión de buscarlas y ponerlas en práctica.
Conclusión
La propuesta de hoy es clara y concisa: dado que invertimos buena parte de nuestro tiempo hablando de dinero, ¿por qué no aprovechamos esa energía y esos conocimientos para brindarnos una mejor calidad de vida? Espero que esta columna te anime a hacerlo. Es hora de abandonar la cultura de la queja y la obediencia a falsas creencias financieras. Tu vida puede cambiar. Es cuestión de cambiar el paradigma personal.
¿Quiere que el dinero se transforme en una fuente de satisfacción en vez de una fuente de preocupación en su vida?
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