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El bitcoin y su rally silencioso

Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación

El 16 de abril del año pasado desde este mismo espacio alerté sobre el regreso victorioso del bitcoin y enumeré las razones por las cuales creía que estábamos nuevamente ante el comienzo de una fase alcista en el precio del más famoso de los criptoactivos.

Por entonces cotizaba a 5000 dólares. Mientras escribo esta columna su precio se encuentra por encima de los 10.000, lo que habla de una apreciación del 100% en apenas 10 meses.

No era la primera vez que escribía sobre el tema: con orgullo puedo decir que fui uno de los primeros economistas del país en considerar al bitcoin un refugio ante la inflación que azota nuestro país. Lo hice allá por abril de 2013, cuando cada bitcoin se conseguía por 108 dólares, que a su vez equivalían a unos 550 pesos.

Dejo que el lector realice el cálculo de rentabilidad desde ese momento hasta la actualidad, cuando para comprar un bitcoin se necesitan alrededor de 870.000 pesos.

Visto el aumento de valor de la criptomoneda estrella, ¿se puede afirmar que estamos ante una nueva burbuja como la que explotó el 17 de diciembre de 2017, cuando su cotización saltó de 2.000 dólares a 20.000, para luego bajar bruscamente?

Hoy intentaré demostrar que, digan lo que digan sus detractores, esta vez la situación es muy distinta y puede representar, aún después de la fuerte suba de los últimos 10 meses, una excelente oportunidad para aquellos inversores que no tienen problema en asumir riesgos y que saben tomar precauciones cuando juegan fuerte con una parte de su capital.

2017 versus el presente: ¿Qué cambió?

En estos últimos 3 años se han producido transformaciones significativas en lo que respecta al bitcoin tanto a nivel endógeno como exógeno.

Factores endógenos:

1) Nuevas tecnologías para transferencias electrónicas: una de las ventajas consiste en las transferencias internacionales de bitcoins (BTC). Se realizan entre particulares sin la intervención de ningún gobierno u organismo, a una alta velocidad (media hora, aproximadamente) y a un costo insignificante. Esta ventaja se había esfumado durante el vertiginoso 2017: fue tal la demanda de BTC que la red se congestionó y se llegaron a pagar 40 dólares o más por transferencia, que para colmo podrían demorar días en llegar. Para solucionar este problema de escalabilidad los ingenieros y las empresas que se movían en el ecosistema del bitcoin introdujeron dos nuevas tecnologías: Lithning Networks y SegWit, que produjeron un derrumbe de los costos de las transferencias, como lo muestra este gráfico histórico.

2) Mejora en la seguridad: otras innovaciones importantes tuvieron como protagonistas a los exchanges (las entidades financieras que ofrecen el servicio de compraventa de bitcoins y otras criptomonedas). De hecho, durante los últimos años fueron prácticamente nulos los hackeos a estas firmas. Algunas incluso instrumentaron un sistema de garantías que protegen los fondos que sus clientes depositan.

3) Reducción programada en la oferta: dentro de pocos meses, a fines de mayo, se producirá un evento muy esperado en la criptocomunidad: el halving, que refiere a la reducción a la mitad del volumen de emisión diario de bitcoins. Esta reducción (que se da cada 4 años, de acuerdo con la programación de origen del código) producirá una ralentización en el aumento de la oferta, lo cual, suponiendo una demanda constante, debería incrementar el valor del bitcoin como ocurrió en 2012 y 2016 (durante los últimos dos halvings). Recordemos que la emisión total de bitcoin está limitada por su programación en 21 millones de unidades y ya se emitió más del 86% del total. En números redondos, hay en circulación unos 18.300.000 BTC y quedan por emitir 2.700.000.

Factores exógenos:

1) Emisión descontrolada de los bancos centrales: desde la salida de la crisis de las hipotecas subprime (a deudores de baja calidad) en EE.UU. en 2008, los bancos centrales de las principales potencias del mundo destrozaron sus balances de activos al emitir dinero en forma indiscriminada e inflacionaria. Tristemente, en la Argentina conocemos muy bien los efectos de una sobreoferta de billetes en la economía. A nivel global, si bien la inflación es mucho menos notoria, la devaluación del dólar se observa, por ejemplo, al comparar la divisa con el oro, las propiedades, las acciones de empresas en la Bolsa y los precios de bienes donde la tecnología no logra abaratar a gran velocidad los costos de producción. De hecho, la Reserva Federal (el banco central estadounidense) se encuentra actualmente en un ciclo de nuevas bajas de sus tipos de interés, estrategia que empuja al alza de manera artificial el precio de las acciones en la Bolsa de Nueva York, que no para de marcar máximos históricos. Se trata de una política francamente peligrosa. Todo esto hace que activos como el bitcoin, de emisión acotada y controlada, se tornen atractivos a los ojos de los inversores que buscan diversificar sus portafolios.

2) Facebook y su proyecto Libra: es probable que este año o más tardar el próximo Facebook lance su propia criptomoneda denominada Libra, en una jugada que promete ser revolucionaria para las finanzas globales. Lejos de constituirse en un competidor del bitcoin, los analistas estiman que la gente se familiarizará más con el mundo cripto y aumentará a niveles impensados el interés por el más requerido de los criptoactivos en la actualidad. Recordemos, simplemente, que Facebook cuenta con más de 2.270 millones de usuarios en el planeta.

Conclusión

He presentado los argumentos por los cuales pienso que, en el largo plazo, el bitcoin podría seguir subiendo frente al dólar. Ni hablar medido en pesos.

Este nuevo rally silencioso del bitcoin luce muy distinto al de 2017. La industria cripto cuenta con otra infraestructura, más aceptación e inversores que van conociendo mejor el paño y se sienten a gusto con sus billeteras virtuales. Pensemos que hay 784.000 que poseen en estos momentos más de 1 BTC, lo que refleja que las inversiones de largo plazo en bitcoins están creciendo y que los inversores prefieren acumular en lugar de especular con operaciones de corto plazo.

Antes de concluir es necesario hacer una aclaración muy importante: el bitcoin es un activo volátil, por lo que no se recomienda invertir más del 5% del patrimonio en él y al hacerlo se debe proyectar un horizonte de al menos 3 años.

Desde aquí seguiremos monitoreándolo. Por el momento, entusiasmo y precaución son dos palabras que, pronunciadas al unísono, cobran sentido.


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