Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación
El endurecimiento del cepo cambiario elimina la posibilidad que tenía un grupo importante de la población de defender el poder adquisitivo de sus ahorros mediante la compra de dólares y obliga a esos ahorristas a buscar nuevas inversiones. El problema no deja de tener su costado positivo, puesto que no es lo mismo tener que ingeniárselas para invertir en forma eficiente el excedente de dinero que no saber cómo generar ingresos o salir de deudas).
Por lo pronto, en la columna de hoy analizaremos distintas opciones atractivas de inversión mencionando los riesgos inherentes a cada una.
Aclaración: no se trata de recomendaciones de inversión, sino de un menú de opciones que conviene conocer antes de elegir entrada, plato y postre.
Riesgo principal: la inflación
Está claro que la suba generalizada de precios destruye los ahorros en pesos y convierte a la moneda local es un activo que nadie quiere conservar en sus manos por mucho tiempo. Según datos del Indec, la inflación promedio en lo que va del año es del 2,2% mensual y la proyección para todo el año supera levemente el 25%, aunque la suba del dólar blue que siguió al supercepo podría generar una presión extra y llevar el aumento del costo de vida a niveles del 30% o un poco más por cuestiones estacionales.
Por consiguiente, analizaremos tres opciones populares de inversión cuyo rendimiento anual esperado sea igual o mayor a ese número.
1) Plazo fijo:
Devaluaciones como las producidas las semana pasada hacen creer que el plazo fijo es una pérdida de tiempo y dinero. Sin embargo, si nuestra mirada apunta más al largo plazo y omite los ruidos reiterados pero puntuales, vemos que el 33% anual que hoy se puede obtener en estos instrumentos por intervención del Banco Central (que les fijó un piso de tasa pasiva a los bancos) equivale a una ganancia de al menos 3 puntos. El mayor riesgo pasa por una disparada de precios que pulverice esa ganancia y termine pasando a terreno negativo el rendimiento de los plazos fijos. Por lo tanto, esta opción surge como una alternativa para diversificar inversiones antes que como el principal destino de nuestros excedentes. La ganancia potencial es ínfima frente a un riesgo elevado.
2) Dólar nube:
Como vimos semanas atrás, las nuevas tecnologías están ofreciendo alternativas más que interesantes para el inversor minorista. Las plataformas multidivisas ofrecen la posibilidad de comprar un dólar nube cuyo valor irá variando al ritmo del mercado paralelo o blue de la divisa. ¿Qué es el dólar nube? Se trata de un dólar que está depositado en un banco de EE.UU. y no puede extraerse, pero su comprador puede acceder en todo momento a su equivalente en pesos al tipo de cambio paralelo. Por ejemplo: Supongamos que compré 100 dólares nube cuando el dólar paralelo cotizaba a 131 pesos por unidad. Entonces, pagué 13.100 pesos. Pasado un mes, decido vender y el precio del blue es de 145 pesos por unidad. Obtendré a cambio 14.500 pesos. De esta manera, accedemos a un instrumento intangible que nos protege de devaluaciones como las experimentadas en los últimos años.
El mayor riesgo pasa por el hecho de que no se puede acceder al dólar físico comprado, por lo que estaremos depositando toda nuestra confianza en plataformas multidivisas como AirTM o Uphold, que proveen este servicio en el país. Si quiebran o no cuentan con los fondos para hacer frente a los retiros, estaremos en problemas.
De todos modos, el hecho de que sean empresas domiciliadas en Estados Unidos generan cierta confianza al encontrarse sometidas a los controles de ese país, aunque no por ello debe minimizarse el riesgo. Conviene, una vez más, tomar esta opción como una herramienta para diversificar inversiones y no como la única canasta donde poner todos los huevos.
3) Acciones de empresas argentinas:
No están pasando por un buen momento. Eso está clarísimo. En los últimos tres años algunas perdieron cerca del 90% de su valor en dólares. El último golpe fue muy reciente: el supercepo incluyó la obligación de que refinancien más de la mitad de la deuda de corto plazo que deben pagar en dólares, lo cual elevó aún más el altísimo nivel de incertidumbre que les adjudican los mercados financieros a las compañías argentinas. Banco Macro, por ejemplo, pasó de un pico cercano a los 140 dólares a fines de 2017 a rondar los 15 dólares por cada acción que cotiza en Nueva York. Claro que, a río revuelto, ganancia de pescadores. El precio actual de las acciones argentinas constituye uno de los principales atractivos para quienes piensan en inversiones de largo plazo y tienen estómago para soportar los sacudones de la montaña rusa argentina. Según un informe de Porfolio Personal Inversiones, el promedio del ratio Precio/Ganancias (que mide la relación entre el precio de mercado de una acción y las ganancias que obtuvo la empresa en el último año) para los papeles de bancos argentinos es de 3.9x, mientras que sus pares de la región tienen una relación de 17x (en Brasil es 9x). Cuanto más bajo el número, más atractiva la inversión, aunque siempre hay que considerar otras variables, como las razones por las que una empresa obtuvo ganancias, el nivel de endeudamiento, la moneda de endeudamiento, su proyección de ingresos, su acceso a mercados de deuda, etc.
Dicho esto, las únicas maneras de que los múltiplos de los bancos locales se acerquen al promedio regional son mediante una caída drástica en sus ganancias o a través de una recuperación importante en los precios de sus acciones, hecho que podría darse en un escenario de recuperación económica. El riesgo principal pasa por eventuales quebrantos ante la falta de dólares. Es lo que explica los precios de remate.
Otro riesgo es que la crisis económica persista y la recuperación nunca asome. Quien invierta a corto plazo, debe saber que las bajas pueden continuar hasta niveles insospechados. Quienes inviertan en largo y diversifiquen por sectores, pueden ajustar cinturones y, subas y bajas mediante, esperar un buen retorno en dólares, aunque nada, absolutamente nada, está garantizado.
Conclusión:
Hemos repasado tres alternativas para colocar nuestros pesos. Todas conllevan distintos riesgos, con diferentes rentabilidades esperadas.
Un mix compuesto por 60% de plazos fijos, 20% de acciones y 20% de dólar nube suena posible para la cartera de un inversor con un grado alto de aversión al riesgo (poca tolerancia a las pérdidas momentáneas).
Los inversores con una aversión al riesgo moderada pueden apuntarse con una fórmula de 40% en plazos fijos, 35% en acciones y 25% en dólar nube, mientras que los de mayor tolerancia al riesgo pueden apostar un 60% a acciones, 20% a plazos fijos y 20% al dólar nube.
Repetimos: no son recomendaciones, solo opciones que cada uno debe evaluar seriamente conociendo sus niveles de tolerancia y previendo sus necesidades financieras.
Veremos qué nos deparan los próximos meses y si aparecen más alternativas en un mercado muy golpeado. Iremos actualizando los análisis al ritmo de lo que vaya sucediendo en la economía real y en la plaza financiera.
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¡Hasta la semana que viene!
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