Especial de Nicolás Litvinoff para el Diario La Nación
Desde este espacio les presenté a Ethereum como “el hijo nerd del Bitcoin” en una columna que escribí en febrero de 2018, cuando cada ether (ETH, su activo nativo) se negociaba a 888 dólares. Hoy, 3 años y 3 meses después, tras derrumbarse y perforar los 100 dólares por unidad en diciembre de aquel mismo año, alcanzó un máximo histórico (all time high) de 3.549 dólares, lo que habla de una apreciación superior al 300% desde aquella columna; y la suba parece recién estar comenzando…
La tecnología avanza a pasos agigantados. Lo sabemos. Suena a cliché, pero hay pocas cosas que podamos afirmar con más seguridad. Por lo tanto, llegó el momento de actualizar la mirada sobre Ethereum considerando las innovaciones de los últimos tiempos en su ecosistema , a fin de plantear con argumentos qué podría suceder de aquí en más y responder a la pregunta que muchos se hacen: ¿ETH sigue siendo una buena inversión luego de la suba exponencial de 1.500% en apenas un año?
Qué es Ethereum
Ethereum es una plataforma de código abierto descentralizada que corre sobre su propia blockchain y permite que cada desarrollador pueda programar nuevos tipos de aplicaciones. Muchos definen a Ethereum como una supercomputadora digital donde cualquier usuario puede ejecutar las aplicaciones desarrolladas por los programadores de cualquier parte del mundo.
Lo cierto es que este criptoactivo, creado por el joven ruso criado en Canadá Vitálik Buterin en 2015 bajo la tecnología blockchain, se destacó desde el inicio por ser el primero en incluir contratos inteligentes (smart contracts) programables en sus bloques. En esta columna te explico qué son los contratos inteligentes y por qué tienen tanto potencial.
En 2018 Ethereum era un proyecto provisorio, pero proyecto al fin. Hoy podemos hablar de un criptoactivo que tiene una capitalización de mercado de más de 400.000 millones de dólares (el 15% del mundo cripto) y de la blockchain más utilizada para DeFi (Finanzas Descentralizadas) y NFT (activos digitales únicos e irrepetibles, cada vez más utilizados para obras de arte digital).
Ethereum creó la red ERC-20, una blockchain con contratos inteligentes embebidos bajo el lenguaje de programación Singularity, donde se montan los nuevos proyectos que necesitan utilizar su amplio poder de cómputo e interoperabilidad.
Actualmente, hay más de mil proyectos que utilizan la ERC-20 de Ethereum para ofrecer sus servicios, entre los que se destacan Theter (el stablecoin más utilizado, con más de 50.000 millones de dólares de capitalización), Uniswap (un protocolo DeFi que vale por mercado 21.000 millones de dólares) y Chainlink (empresa que brinda conexión entre los contratos inteligentes y el mundo real, con una capitalización de mercado 20.000 millones de dólares).
Ethereum es, básicamente, un criptocommodity. Al igual que el petróleo, se utiliza para la producción, aunque de servicios digitales. ¿Cuál es la ganancia que obtiene Ethereum? La emisión de tokens ERC-20 y su transferencia entre wallets (billeteras digitales), así como su colocación en staking (una suerte de inversión para los tenedores de tokens, quienes les prestan sus criptomonedas a los mineros para que estos las utilicen como garantía en su labor). A diferencia de Internet, donde los protocolos de navegación son gratuitos y las que monetizan son las apps (empresas que utilizan esos protocolos), en la blockchain la monetización viene por el lado de los protocolos como Ethereum, a los que podemos comparar con un país que nos permite poner el negocio que queramos (el código es abierto) para vender nuestros servicios, aunque manejándonos siempre con la moneda de curso de ese país, que en este caso sería ETH. De allí que aumente su demanda y, por lo tanto, su cotización.
El presente de Ethereum
Más allá de la colosal suba de precio comentada al comienzo de la nota, Ethereum se encuentra en estos momentos sorteando una encrucijada conocida como Trilema de Escalabilidad, donde este criptoactivo es víctima de su propio éxito.
Sucede que a medida que aumenta la demanda de ETH, se produce un cuello de botella que aumenta considerablemente el costo transaccional de la blockchain y gran parte de las operaciones se vuelven inviables. Para tener una idea, de 50 centavos promedio que costaban los fees dentro de Ethereum el año pasado, en febrero se pasó a un máximo de 38 dólares, para luego bajar hasta los 15 dólares que salen al momento de escribir esta nota.
Se lo conoce como trilema porque resolver esta cuestión lleva implícita una compensación (trade-off) entre tres factores importantes: escalabilidad, seguridad y descentralización.
Ocurre que los problemas de escalabilidad podrían ser resueltos resignando descentralización, pero de esa manera se estaría perdiendo una de las principales virtudes de la red Ethereum. Lo mismo sucede con la seguridad: si se redujese su nivel, bajarían los costos involucrados, pero la red se volvería más vulnerable a los ataques de hackers.
Por este motivo, se están buscando soluciones que no impliquen la pérdida de las virtudes centrales de la red, como el Layer 2 (Capa 2), que involucrarían también a otros criptoactivos. Sin embargo, por el momento no se ha logrado un resultado exitoso sobre los precios de los fees.
Conclusión
Más allá de la competencia emergente que busca capitalizar estos inconvenientes de Ethereum ofreciendo redes más agiles y costos inferiores como Binance Smart Chain, Cardano o Solana, la reciente suba de precio de ETH podría ser interpretada como una mirada optimista del mercado, que ve cada vez más próxima la solución a los principales problemas de la red.
En lo que respecta a DeFi, el costo de los fees de Ethereum aún dejan afuera a gran parte de los inversores minoritarios, pero continúa siendo una excelente opción para los inversores con billeteras más holgadas.
Sin duda, Ethereum tiene mucho para ganar y gran cantidad de participantes del criptomercado colocan a ETH por encima del bitcoin en sus apuestas.
Contratos inteligentes, protocolos DeFi, NFTs…las nuevas “gemas” tecnológicas pueden estar al alcance de nuestra mano. Es cuestión de hacer nuestro propio research y elegir bien entre tantas opciones sin menospreciar los riesgos inherentes.
El mundo cripto llegó para quedarse. O nos animamos a conocerlo o seguimos navegando sin brújula las aguas profundas del nuevo océano digital global.
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