Especial de Nicolás Litvinoff para el Diario La Nación
La persona que invierte siempre mira para adelante. Mantiene un ojo en el espejo retrovisor, sabiendo que el pasado puede incidir en el futuro, pero vuelca toda su capacidad de análisis a proyectar lo que sucederá, tratando de anticiparse con las mejores inversiones posibles.
En consecuencia, antes que realizar un balance de lo que deja el año que termina en materia de economía y mercados, le interesa más especular con lo que ocurrirá en 2022.
La Bolsa de Nueva York, la plaza de capitales más desarrollada del mundo, suele enviar señales precisas para quienes saben leer entre líneas, por lo que hoy nos concentraremos en ella.
¿Seguirá recuperándose la economía pospandemia o el aumento de la inflación en EEUU le pondrá coto a la inercia alcista de la actividad? ¿Qué indicadores podemos mirar para imaginar el próximo escenario?
Antes de intentar responder estas preguntas, analizaremos un indicador clave: la denominada curva de rendimientos. Evaluaremos también su impacto en las economías de EEUU y del mundo.
Curva de rendimientos: significado y utilidad
La curva de rendimientos típica de los mercados es un gráfico que se construye ubicando a los bonos de EEUU en función de dos variables:
- La tasa de interés implícita que pagan.
- El vencimiento, que puede ser a un año, 3, 10, etc.
Representa un interesante indicador cuando hay un riesgo potencial de recesión económica, puesto que no suele fallar en anticiparlo.
Ocurre que, cuando aumenta el plazo de vencimiento de los bonos, normalmente sube la tasa que pagan. Es lógico: si voy a prestar dinero, cuanto más tarden en devolvérmelo, más voy a pedir a cambio.
En este caso, podemos decir que el mercado entiende que la economía está sana y todos los bonos se pagarán, aunque los de largo plazo conllevan más riesgo que los de corto.
Si, por el contrario, la tasa se mantiene igual o incluso baja a medida que se alargan los plazos de vencimiento de los bonos, la interpretación mayoritaria indica que para el mercado se avecina una recesión.
Pasemos a explicarlo: se asume que, si la tasa anualizada del bono a 3 meses supera a la del bono a 10 es porque existe un temor real a una crisis económica inminente. A corto plazo, tengo miedo de no cobrar lo pactado, mientras que a largo plazo creo que todo se solucionará y cobraré normalmente el dinero invertido o prestado. Por ende, exigiré un mayor rendimiento a corto plazo.
Cuando el mercado de renta fija cree que la economía está sana y seguirá creciendo, la geometría de la curva de rendimientos es convexa. Eso sucede en la actualidad, donde un bono del Tesoro de EEUU rinde apenas el 0,05% anual, a un año 0,27%, a 5 años 1,25% anual y a 10 años 1,49% anual, todas tasas muy inferiores a la inflación actual en la principal economía del mundo.
En cuanto a la capacidad de la curva de rendimientos de predecir crisis económicas, podemos afirmar que, desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta el presente, esta curva se acható e invirtió antes de cada recesión, más allá de que en pocas ocasiones también lo hizo sin necesidad de recesiones posteriores, pero lo cierto es que, con el correr de los años, se convirtió en uno de los indicadores más precisos y confiables para economistas y analistas en general.
Este fenómeno se hizo presente, por ejemplo, antes de la crisis de las acciones tecnológicas del Nasdaq en 2001, de las hipotecas subprime en 2008 y del derrumbe bursátil de corta duración como consecuencia del Covid-19, en marzo del año pasado.
El costo político de aplanar la curva y sus consecuencias
Las tasas de corto plazo de los bonos de EEUU se encuentran en niveles del 0% gracias a que la FED (el Banco Central) utiliza herramientas de política monetaria para mantenerlas a raya.
La estrategia de sostener las tasas en niveles tan bajos de manera artificial fue una buena jugada para salir de la crisis de las hipotecas de 2008, pero la FED se volvió prisionera de su propio éxito, puesto que, ante cada intento de normalizar los rendimientos de corto plazo (por ejemplo, en 2016), apareció una reacción adversa del mercado (y del entonces presidente Donald Trump), volviendo con ello todo a foja cero.
Pareciera que el actual presidente Joe Biden tampoco quiere pagar el costo político y económico (de corto plazo, al menos) de aplanar hacia arriba la curva de rendimientos, dejando subir las tasas de corto plazo para emparejarlas un poco con las de largo. Esta postura del mandatario demócrata resulta evidente cuando observamos que decidió confirmar a Jerome Powell al frente del a FED.
Sin embargo, existen dos situaciones que tienen altas chances de ocurrir y que podrían aplanar de todos modos la curva de rendimientos, presagiando una crisis económica, a saber:
- Que la inflación en EEUU se siga acelerando, lo que obligaría a la FED (que al fin reconoció al fenómeno como “no transitorio”) a subir las tasas de corto para enfriar el consumo, fomentar el ahorro y combatir el alza de precios de la economía.
- Que los inversores eleven su demanda de bonos del Tesoro de EEUU a 10 años (los de ese plazo que más rendimiento pagan actualmente entre los títulos de deuda de las economías desarrolladas), lo cual generaría una caída de las tasas de largo plazo, que terminarían equiparándose a las de corto y aplanando la curva en un nivel de interés cada vez más cercano al 0%.
Conclusión
Si los dos posibles escenarios descriptos se combinan y potencian entre sí (la FED subiendo las tasas de corto para frenar la inflación y los inversores demandando más bonos de largo plazo para refugiarse ante una eventual caída del precio de las acciones en las que suelen invertir sus ahorros los estadounidenses), entonces los plazos pueden acelerarse y podríamos tener una curva chata o inversa en la primera mitad del año que viene, probable anticipo de una inminente recesión en la primera potencia mundial y, por lo tanto, en la mayoría del planeta.
Ante este panorama, imaginar una caída bursátil superior al 40% como las de 2001, 2008 y 2020 suena lógico. Por supuesto, las señales se irán dando y no parece una alternativa sana salir ahora mismo a liquidar posiciones en acciones, porque un escenario como el que describimos también puede no ocurrir o suceder en un par de años y no en el futuro inmediato.
Hoy la mejor alternativa, siempre desde mi punto de vista y no como un consejo de inversión, es aplicar el wait and see (esperar y ver qué pasa) con un ojo puesto en la curva de rendimientos y otro en lo que haga de aquí en más la FED.
Desde este espacio, iré monitoreando la dinámica de los mercados para brindar mi mirada, que no tiene por qué ser compartida por el resto. ¿Ustedes qué piensan? Los leo en los comentarios. Buena semana.
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