Especial de Nicolás Litvinoff para el Diario La Nación
Es la operación de moda en el mundo cripto. Ponerla en práctica significa estar a la vanguardia de las inversiones financieras. La realizan cada vez más inversores, especialmente los de menor edad. Obtienen ingresos pasivos sin depender de un banco y se manejan exclusivamente en el universo digital.
En la columna de hoy, aprenderemos más sobre el staking, sus riesgos y rentabilidades, a fin de que cuentes con las herramientas necesarias para decidir si querés incluirlo o no en tu vida financiera.
Todo sobre el staking
Las dos criptomonedas más importantes por valor de mercado en el mundo son Bitcoin y Ethereum (Ether, en realidad). Ambas utilizan un sistema de minería conocido como Proof of Work (PoW, o prueba de trabajo), aunque la segunda va camino a transformarlo al prometedor Proof of Stake (PoS, o prueba de participación), supuestamente más amigable con el medio ambiente.
En el sistema PoW, los mineros responsables de validar las transacciones y la emisión de nuevos tokens se ven obligados a contar con costosas computadoras encargadas de resolver ecuaciones matemáticas complejas. Quienes lo logran primero, ganan el derecho a validar transacciones y reciben recompensas en criptomonedas.
En el sistema Pos, utilizado por la mayoría de las criptomonedas alternativas o altcoins, el derecho para verificar transacciones (que viene acompañado por su consecuente recompensa) se realiza mediante una especie de sorteo entre aquellos potenciales validadores que cuenten en sus billeteras con tenencias de la criptomoneda en cuestión.
Cuanto mayor sea la tenencia de criptomonedas de un validador, más chances tendrá de ganar el derecho a validar y la recompensa. Se trata de un incentivo para que estos agentes quieran tener posesiones más grandes, lo que los lleva a alquilar criptomonedas para aumentar sus chances de ser elegidos.
Aquí es donde aparecen los criptoinversores de largo plazo (holders), quienes les prestan sus criptomonedas por un tiempo determinado a cambio de un porcentaje de la rentabilidad que obtienen los validadores. Esa rentabilidad se traduce en una tasa de interés, que en el ecosistema cripto se conoce como APY, Annual Percentage Yield o Porcentaje de Rendimiento Anual.
Lo interesante es que esta operatoria, además de ejercerse con criptomonedas tradicionales y muy volátiles, también puede realizarse con stablecoins (monedas estables cuya cotización sigue al dólar u otras divisas “duras”), lo que la convierte en una especie de plazo fijo o, aún mejor, fondo de mercado de dinero (puesto que se puede cancelar en cualquier momento) en moneda dura con tasas de rentabilidad muy altas para los tiempos que corren.
Lo cierto es que existen varias modalidades de staking distintas. Las más populares son las que se realizan mediante un exchange o directamente en protocolos DeFi (Finanzas Descentralizadas).
Veamos sus principales características y diferencias.
Staking en Exchanges
Atentos a las oportunidades de negocios, los exchanges de criptoactivos (tanto locales como internacionales) comenzaron a ofrecer a sus clientes el servicio de staking a tasas que, incluso descontando comisiones, resultan muy competitivas.
En Argentina, de hecho, los exchanges ofrecen tasas de entre el 6 y el 12% anual en dólares para las stablecoins que siguen a la moneda estadounidense, mientras que en exchanges internacionales el interés va del 3 al 6% anual. La diferencia habla del riesgo: no es lo mismo hacer staking mediante una plataforma internacional y con amplia trayectoria que en un exchange local, mucho más pequeño.
La brecha también puede explicarse por los distintos protocolos o pools de staking elegidos por los exchanges para delegar la colocación.
En esta página se pueden observar las tasas promedio actuales de staking. Permite contar con una referencia a la hora de realizar colocaciones en un exchange local o internacional. En los exchanges, las tasas de staking suelen ser bastante estables.
Staking directo en protocolos DeFi
Una opción para criptoinversores con algo más de experiencia es la de “puentear” a los exchanges y realizar el staking interactuando directamente con los contratos inteligentes de los protocolos DeFi o desde las mismas wallets nativas, como es el caso de la blockchain de Solana.
También existe la posibilidad de realizar staking directamente desde una Hardware Wallet (monedero físico de critpoactivos), lo cual reduce considerablemente los riesgos de pérdida o hackeo.
Con el staking directo, el criptoinversor accede a rentabilidades más altas que en los exchanges, aunque debe afrontar riesgos derivados de la autocostodia de las tenencias. La autocustodia, no obstante, le otorga mayor libertad y autonomía a la hora de realizar colocaciones y transferencias.
Sé que puede asustar, pero lo cierto es que operar de manera autónoma es mucho más sencillo de lo que se cree. Es solo cuestión de ir probando con muy poco capital mediante una blockchain DeFi que posea bajos costos de transacción (por ejemplo, Binance Smart Chain o la mencionada Solana) para familiarizarse con el circuito de colocación y rescate.
Eso sí, se debe tener en cuenta que la APY (el Porcentaje de Rendimiento Anual) en los protocolos DeFi suele variar mucho e incluso lo hace de manera intradiaria. Lo más probable, sin embargo, es que el criptoinversor que elija mantener sus tenencias invertidas durante al menos un mes se termine sorprendiendo positivamente ante la rentabilidad obtenida.
Conclusión
Tal vez estas líneas te hayan parecido ciencia ficción. No solo no lo es, sino que en poco tiempo más decenas o cientos de millones de personas estarán habituadas a operar en el mundo cripto.
Hoy, con más de 120.000 millones de dólares invertidos en distintos protocolos, el criptomercado DeFi crece a pasos agigantados y el sistema financiero tradicional lo sabe. Por ello es que se estima que la propia banca irá incorporando a sus servicios operaciones de staking con el objetivo de retener clientes y ofrecer mejores opciones de inversión.
Como siempre digo, la apertura mental y el deseo de formarse e informarse son claves para generar ingresos pasivos que nos permitan vivir mejor.
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