Especial de Nicolás Litvinoff para el Diario La Nación
A principios de mes, repasamos las 5 señales que daban cuenta de problemas con nuestros ingresos y prometimos una serie de 4 entregas. Cumplimos ahora con la segunda: refiere a las señales que indican problemas con nuestros gastos.
Como sabemos, las erogaciones cumplen un rol fundamental en la teoría de los 4 pilares del dinero. ¿Por qué es así? Porque sin ingresos no hay gastos, pero con ingresos y malos hábitos de gastos, no hay ahorro y, por ende, tampoco hay inversión posible.
Gastar nuestro dinero de manera inteligente nos es tan sencillo como se cree, más aún en una sociedad que constantemente nos empuja al consumo, busca engañarnos con falacias y trata de evitar que reflexionemos. Por ese motivo, para mejorar tus conocimientos, te recomiendo leer las premisas de las finanzas personales que detallo a continuación.
Conocerlas te permitirá planificar mejor tu vida financiera y reducir los niveles de estrés tan comunes por estos días.
¡Comencemos!
- No generás excedentes mensuales
Claramente, este punto no aplica para todos por igual en un país en donde el salario mínimo vital y móvil se encuentra en torno a los 33.000 pesos mensuales (unos 165 dólares al blue) y las jubilaciones ni siquiera llegan a esa cifra.
Sin embargo, quienes perciben un salario bastante más alto deben saber que el excedente o ahorro mensual tiene que ser prioridad en sus vidas para lograr la estabilidad financiera.
Es tan importante que uno de los mejores consejos que puedo darles es hacer del ahorro una prioridad: deben ponerlo en práctica al momento mismo de percibir sus ingresos, sea cobrando un salario u honorarios por sus trabajos.
Si uno ahorra apenas cobra, se verá obligado luego a amoldar sus gastos a lo que queda de los ingresos. Lamentablemente, la mayoría hace lo contrario: primero gasta y después ve si le queda algo para ahorrar.
El mejor método para llevar a cabo el “páguese a usted primero” consiste en separar al menos el 10% del salario mensual al momento de percibirlo y luego hacer frente a los gastos con el dinero remanente.
Muchos eligen “quemar” la tarjeta de crédito y pagar el resumen con el salario que cobrarán a principios del siguiente mes. De esta manera, no hacen otra cosa que tapar agujeros y vivir las siguientes 3 o 4 semanas tarjeteando de nuevo o, en el mejor de los casos, pagando con el poco efectivo que queda en la cuenta y retaceando consumos necesarios.
También están quienes viven por encima de sus posibilidades, no llegan nunca a pagar el resumen y aumentan sus deudas hasta niveles estratosféricos. Más temprano que tarde conocerán las consecuencias, con el estrés que implica semejante desequilibrio financiero.
Es probable que la aplicación del “páguese a usted primero” haga que los meses iniciales de este plan personal de estabilidad y crecimiento financiero sean más duros e impliquen un estilo de vida más frugal, con la renuncia a ciertos bienes y servicios. Por eso, nunca se deben perder de vista las dos mejoras notables que experimentaremos en el mediano y el largo plazo: en una primera instancia, un uso más inteligente de los recursos disponibles; y, más adelante, un aumento de los Ingresos Totales impulsado por los Ingresos Pasivos que las inversiones sumarán a nuestros bolsillos.
- No sabés en qué gastás
“No sé en qué se me va el dinero” es una de las frases que escucho con más frecuencia en boca de las personas con problemas financieros. Si vamos a la práctica, superar este punto es bastante sencillo.
Básicamente, se trata de llevar un registro de los Gastos Totales realizados en el mes, discriminando entre Gastos Fijos (alquiler, impuestos, servicios, comida, etc.) y Gastos Variables (esparcimiento, ropa y más).
La información de los gastos se puede registrar en apps diseñadas para ordenar las finanzas personales, en una planilla de Excel o incluso en un cuaderno común y corriente.
Al principio, llevar un registro de los gastos personales puede resultar engorroso, pero con la práctica se volverá menos molesto y más veloz. Además, aunque no parezca, hará que te conozcas mejor y puedas corregir hábitos perniciosos para tu salud financiera.
¿Cuál es el principal objetivo de esta práctica? Identificar y “fumigar” los gastos hormiga, que son aquellas erogaciones pequeñas y cotidianas que hacés casi sin darte cuenta y que pueden llevarse hasta un 20% de tu presupuesto mensual.
- Tenés muchos “gastos de consumo” y pocos “gastos de inversión”
A la hora de realizar una erogación, debemos tener en claro si nos encontramos ante un gasto de consumo, donde lo comprado se utiliza y agota en el momento, o un gasto de inversión, donde gastamos ahora para obtener una recompensa a futuro.
Ejemplos de gastos de consumo:
- Ir al cine, a cenar afuera, tomar un café o una gaseosa al paso (típico gasto hormiga), tomar taxi por estamos apurados, comprar golosinas en un kiosco, comprar cigarrillos, pagar por vestimenta que no necesitamos.
Ejemplos de gastos de inversión:
- Curso de idioma (o cualquier otro gasto educativo que nos proporcione recursos), cuota de gimnasio, adelanto de consumo corriente, viajes (este es más polémico, pero viajar equivale a comprar experiencias que luego recordaremos durante gran parte de nuestra vida contribuyendo a nuestra felicidad presente y futura).
Obtener una radiografía de todos nuestros gastos para analizarla con el objetivo reducir la participación de los de consumo e incrementar los de inversión es sin duda una tarea que te puede beneficiar económicamente en el corto, mediano y largo plazo.
- No aplicás el “período de gracias” en los gastos
“¡Me compro esto porque me lo merezco!” es otro de los argumentos que suelo escuchar en boca de personas cuyas finanzas personales se encuentran en estado calamitoso. Es también la frase de cabecera de los gastadores compulsivos.
Nadie pone en tela de juicio que una persona no merezca disfrutar de lo ganado con mucho esfuerzo. Darse los gustos en vida es sin dudas una de las metas que perseguimos, pero el argumento puede resultar muy peligroso para nuestra salud financiera.
Si de merecimientos se trata, hay que tener en cuenta que nos merecemos también llegar cómodos a fin de mes, terminar con el estrés por temas económicos y contar con la tranquilidad que genera tener a mano ahorros o un fondo de emergencia para responder a situaciones imprevistas.
Es cuestión de poner en la balanza todos estos merecimientos y evaluar cuáles son los más importantes: los que reportan satisfacción inmediata pero poco duradera o los que nos brindan seguridad y, a la vez, nos generan satisfacción por estar haciendo lo correcto para mantener nuestra salud financiera.
La solución en este punto pasa por fijar un período de gracia de al menos 5 días entre la aparición del deseo de compra y su concreción.
Al aplicar esta ventana de tiempo, notarás cómo -muy probablemente- ese impulso de gasto desaparece, un cambio que dejará en evidencia que lo que creías necesario y urgente no era tal.
- Vivís muy por debajo de tus posibilidades económicas
Tal vez te sorprenda, pero no solo tienen problemas de gastos quienes no llegan a fin de mes o llegan a duras penas. También están quienes ganan bien, pero les cuesta mucho gastar, al punto de caer en actitudes avaras o miserables.
Todos tenemos un conocido que realiza llamadas perdidas a nuestro celular para que lo llamemos nosotros así no gasta minutos o nos llama desde WhatsApp aunque la conexión a Internet del wifi donde está sea mala o que al momento de pagar la cuenta en el restaurante siempre se va al baño o que se va antes de una reunión o de un partido de papi fútbol para no poner su parte o que camina largas distancias para no pagar el transporte o que vive con la casa en penumbras incluso cuando hay invitados o que compra marcas de alimentos de dudosa calidad cuando puede acceder a mejores o que teniendo mucho dinero ahorrado no se va de vacaciones o que no comparte nada de lo suyo y sí ama compartir lo ajeno.
El avaro considera el dinero como un fin en sí mismo. Esta mirada lleva a someterse a privaciones innecesarias, lastimar gente con su manera de actuar y soportar humillaciones con tal de conseguir su cometido: no gastar o gastar lo mínimo.
El modo más indicado de tratar la avaricia es definir un fin superior y más valioso que el dinero, que no es otra cosa que un medio para conseguir algo más.
Para abandonar la avaricia es necesario comprender que el fin superior debe ser algo que no pueda adquirirse con dinero.
Conclusión
Hemos aprendido algo acerca del gasto y siempre hay mucho más más por aprender.
La lección más importante de la columna de hoy pasa por comprender que el gasto no es compartimento estanco en las nuevas teorías las finanzas personales, sino un elemento más del entramado de Ingreso-Ahorro-Inversión-Gasto.
En la próxima entrega será el turno del ahorro.
¡Hasta entonces!
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