Especial de Nicolás Litvinoff para el Diario La Nación
Pasó hace pocas semanas, pero ya parece historia antigua: FTX, el segundo exchange de criptomonedas más grande del mundo, y su filial estadounidense, sorprendieron al declarar la quiebra con daños para sus clientes estimados en más de 10.000 millones de dólares. Entre las víctimas hay fondos de inversión, otros exchanges, plataformas de lending (préstamos que conceden unos usuarios a otros) y cientos de miles de inversores individuales que no lograron retirar sus tenencias a tiempo.
Si bien la investigación sobre la quiebra recién comenzó, todo indica que hubo desfalco: el fundador y principal estratega de FTX, Sam Bankman-Fried, está sospechado de utilizar indebidamente fondos de los clientes para cubrir el rojo de otra de sus empresas, Alameda Research.
Más allá de los pormenores de esta maniobra con olor a esquema ponzi, en la columna de hoy compartiremos las enseñanzas más importantes que deja el hecho. Muchas de ellas ya fueron mencionadas en reiteradas ocasiones en este espacio, que alimentamos con tips desde el año 2013.
¡Comencemos!
- Practicar la autocustodia de los activos:
El bitcoin fue diseñado justamente para corregir los riesgos inherentes a la centralización financiera (bancos, sociedades de Bolsa, exchanges), otorgando a sus usuarios la posibilidad de autocustodiar sus tenencias en monederos físicos o virtuales (hot wallet) de manera eficiente y sin riesgos. Claro que para ello es necesario primero investigar cómo funcionan y cuáles son las mejores alternativas para esconder la llave privada (lista de 12 o 24 palabras que da acceso a la tenencia), a fin de evitar que caiga en manos ajenas. Como vimos en notas anteriores, tomando las precauciones del caso, los monederos físicos son más seguros que las cajas de seguridad bancarias. Si un inversor envía sus criptoactivos a un exchange y los deja ahí, entonces estará tercerizando la custodia de sus tenencias en el exchange, renunciando a la autocustodia y asumiendo un riesgo considerable, puesto que estamos hablando de entidades financieras que en su mayoría aún no están reguladas. Por ende, no cuentan con la supervisión exhaustiva de un ente gubernamental como la Comisión Nacional de Valores en Argentina o la Security and Exchange Commission en Estados Unidos.
- Si tercerizás la custodia, mantenete informado a diario:
Si, a pesar de lo expuesto más arriba, preferís de todos modos invertir a través de un exchange (por comodidad o porque obtenés con ello una tasa de rendimiento mediante el stacking u otro tipo de colocación de tus criptoactivos), es importante que estés siempre al tanto de las noticias que vayan surgiendo y las novedades del universo cripto. ¿Por qué recomendamos esto? Básicamente, porque las noticias de pasillo muchas veces pueden salvarnos. De hecho, los rumores sobre la insolvencia de FTX comenzaron a principios de mes y se esparcieron rápidamente. Desde ese momento hasta que el exchange suspendió los retiros (en una especie de corralito cripto que dejó atrapados a sus usuarios) fueron retirados más de 6.000 millones de dólares en criptomonedas. Quienes pudieron de esta forma evitar el corralito cripto lo hicieron por estar al tanto de las últimas novedades y ordenar los retiros de activos cuando el exchange aún negaba los rumores de insolvencia. Para conocer este tipo de información en tiempo real, la red social Twitter es sin dudas el mejor lugar hoy.
- No invertir más del 5% de tu patrimonio
No necesitamos de la debacle reciente de FTX para sostener que las criptomonedas son riesgosas. Desde el hackeo al exchange MtGox en el año 2014 hasta la fecha ha habido números casos de robos y derrumbes de precios superiores al 80% incluso en el Bitcoin, la principal criptomoneda. Está claro que es un activo destinado solo a quienes pueden afrontar una eventual pérdida de todo el capital invertido. Por ello es que, desde el vamos, recomendamos en este espacio no invertir más del 5% del patrimonio y nunca, bajo ningún punto de vista, dejarse tentar por promesas de ganancias exorbitantes que se han dado en el mundo cripto y probablemente se repetirán. Hay quienes quedan muy expuestos al riesgo y cuando les toca una baja pronunciada, al no tener espalda y necesitar el dinero en el corto plazo, no tienen otra que asumir las pérdidas y retirarse con heridas difíciles de curar. Valga la aclaración: este consejo corre tanto para quienes depositan las criptomonedas en un exchange como a quienes las guardan en una billetera física y segura. Se puede eliminar el riesgo de pérdida por robo, pero no el de bruscas caídas en los precios.
Conclusión
Alguien podría preguntarse por qué, con todos los riesgos que hemos detallado, un inversor buscaría posicionarse en Bitcoin, Ether o cualquier otra criptomoneda, exponiéndose a posibles pérdidas de todo el capital invertido. La respuesta encuentra dos argumentos de peso:
i) Debido a su relación asimétrica entre lo que se puede ganar y lo que se puede perder. La máxima pérdida posible (si uno no está apalancado, operación que desaconsejamos por completo) es el 100% del capital invertido, mientras que las ganancias producto de fuertes subas de precio pueden llevar a multiplicar varias veces ese monto. Ahora que llevamos un año de derrumbe de precios (en el caso del Bitcoin, desde los máximos de 69.000 dólares de 2021 a los 16.500 dólares del momento en que estoy escribiendo esta columna), lo dicho parece difícil de creer, pero no hay que olvidarse que en 2014 (año en que publiqué la nota a la que hago referencia al inicio de esta columna) el Bitcoin se negociaba a menos de 100 dólares.
ii) Sigue siendo la mejor tecnología existente para transferir y custodiar activos de manera eficiente, tanto en costo como en velocidad, debido a su carácter descentralizado. La blockchain (la tecnología que está detrás de las criptomonedas) parece tener mucho recorrido aún, a pesar de las caídas actuales.
Veremos cómo se desenvuelven los acontecimientos en un criptomercado que puede ser acusado de cualquier cosa, menos de aburrido. Aquí, por lo pronto, los estaremos analizando con recomendaciones que pueden ser mejores o peores, aunque siempre honestas.
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