El posible aumento de las tasas de interés en Japón y el eventual regreso de Donald Trump a la Casa Blanca podrían poner en riesgo la revalorización de la moneda local
Especial de Nicolás Litvinoff para el Diario La Nación
Desde principios de año, el peso argentino ha mostrado una tendencia de revalorización, lo cual ha sido fundamental para contener la inflación y mantener la estabilidad económica. Este fortalecimiento de la moneda se ha convertido en un pilar clave dentro del modelo económico actual.
Sin embargo, dos amenazas globales que la mayoría de los analistas están ignorando podrían poner en riesgo esta revalorización: el posible aumento de las tasas de interés en Japón y el eventual regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Ambos acontecimientos de carácter exógeno tienen el potencial de desestabilizar la economía argentina, afectando especialmente el valor de su moneda.
En la columna de hoy, analizaremos por qué estas amenazas deben ser tomadas en serio y ponderadas con mayor atención en los análisis económicos.
1) Japón y el riesgo de una crisis global de desendeudamiento
En marzo de este año, el Banco de Japón (BOJ) tomó la decisión de subir las tasas de interés como respuesta a la fuerte devaluación del yen frente al dólar, que alcanzó los 161 yenes por dólar. La medida buscaba frenar la caída de la moneda y fue efectiva en el corto plazo, ya que la paridad descendió hasta los 140 yenes por dólar, fortaleciendo al yen frente a la divisa estadounidense. Sin embargo, este efecto fue temporal. Desde ese mínimo, el yen ha vuelto a perder valor, cotizando nuevamente en torno a los 153 yenes por dólar al momento de escribir esta nota.
Esta situación coloca al BOJ en una posición crítica nuevamente. Con el yen bajo presión y el dólar aún consolidado como la principal moneda de reserva global, existe una creciente probabilidad de que el BOJ se vea obligado a subir las tasas otra vez para defender su moneda. Si esto ocurre, podría desatarse un nuevo “tsunami financiero”, similar o peor al que ocurrió a principios de año.
Si el BOJ decidiera subir nuevamente las tasas, el impacto no se limitaría solo a Japón. A nivel global, la apreciación del yen y el encarecimiento de la deuda apalancada podrían desencadenar una fuga masiva de capitales de los mercados emergentes hacia activos más seguros, como bonos del Tesoro de Estados Unidos o el oro. Este “vuelo hacia la seguridad” tendría un efecto dominó, afectando tanto a los mercados de deuda como a los de acciones, especialmente en países con estructuras financieras más vulnerables.
Para Argentina, que ya enfrenta graves dificultades fiscales y una alta dependencia de sus escasas reservas de dólares, el escenario sería particularmente crítico. La salida de capitales internacionales intensificaría la presión sobre el peso argentino, generando una mayor demanda de dólares y debilitando aún más las reservas del Banco Central. Ante este panorama, la capacidad de intervención del Banco Central argentino para defender su moneda sería limitada, incrementando el riesgo de una devaluación brusca. Esto, a su vez, podría agravar la inflación, aumentar el costo de las importaciones y empeorar el ya delicado equilibrio macroeconómico del país.
Además, un endurecimiento global de las condiciones financieras haría aún más difícil para Argentina acceder a fuentes de financiamiento externo. En este contexto, el riesgo de que el país se vea arrastrado por la inestabilidad financiera global es alto. El encarecimiento de la deuda, sumado a la salida de capitales y la pérdida de reservas, crearía una tormenta perfecta para la economía argentina, que podría derivar en una nueva crisis cambiaria, inflación descontrolada y una mayor recesión.
2) El triunfo de Trump y la apreciación del dólar
Contrario a lo que muchos analistas creen, un triunfo de Donald Trump en las próximas elecciones del 5 de noviembre podría no ser beneficioso para Argentina, a pesar de la supuesta “sintonía ideológica” entre Trump y Javier Milei. De hecho, las primeras medidas que Trump podría tomar, como una nueva ola de proteccionismo económico, podrían tener un impacto negativo en la economía argentina. Trump ha mostrado en su primer mandato una clara tendencia hacia políticas proteccionistas, incluyendo la imposición de aranceles y la promoción de la industria estadounidense, lo que fortalecería el dólar frente a otras monedas.
En esta línea, el banco de inversión Goldman Sachs ha pronosticado una devaluación del euro de hasta un 10% si Trump gana, debido a las repercusiones de estas políticas, como la implementación de nuevos aranceles y recortes de impuestos. Si una moneda fuerte como el euro podría perder tanto valor, ¿qué se puede esperar para el peso argentino, una moneda mucho más débil y volátil? La apreciación del dólar bajo un gobierno de Trump podría generar una presión aún mayor sobre el peso, forzando una devaluación considerable.
Para Argentina, esta apreciación del dólar significaría un aumento en el costo de su deuda externa y una mayor dificultad para generar divisas a través de exportaciones, justo cuando el país necesita más que nunca dólares para estabilizar su economía. Además, las barreras comerciales que Trump podría implementar reducirían la demanda global, afectando las exportaciones argentinas y empeorando el ya precario equilibrio macroeconómico. En lugar de ser una ventaja, un nuevo mandato de Trump podría convertirse en un desafío considerable para la estabilidad del peso y de la economía argentina en general.
Conclusión
Si bien estas amenazas externas no están bajo el control de Argentina, sus efectos podrían ser profundos y devastadores. Tanto un aumento en las tasas de interés en Japón como un regreso de Trump con su política proteccionista pueden desatar una tormenta perfecta en los mercados emergentes. Para Argentina, ambos escenarios implican una presión adicional sobre el valor del peso, aumentando las posibilidades de una devaluación.
El futuro del peso argentino no está sellado, pero dependerá tanto de la habilidad del país para gestionar sus vulnerabilidades internas como de su capacidad para anticiparse a los cambios globales. Mientras las grandes potencias mueven sus fichas, Argentina debe encontrar formas creativas para sortear los impactos y mitigar los riesgos, construyendo una economía más resiliente en el proceso y protegiendo con ello la “pax cambiaria”.
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