En el último tiempo, criptomonedas como Dogecoin pasaron de ser una especie de sátira en internet a convertirse en un activo vinculado a factores políticos y económicos importantes que cada vez se popularizan más
Especial de Nicolás Litvinoff para el Diario La Nación
Dogecoin es definitivamente una de las criptomonedas creadas de manera más singular. La primera vez que se acuñó en 2013, se creó como un meme, con una concepción basada en un meme sobre un perro Shiba Inu. En contraste con otras criptomonedas como Bitcoin o Ethereum, que intentan mantener un enfoque profesional, Dogecoin es una “memecoin”. En pocas palabras, su valor está determinado por la popularidad en internet y el cariño de su comunidad.
Sin embargo, algo que comenzó como una especie de sátira se ha vuelto realmente global, impulsado aún más por figuras de alto perfil como Elon Musk, que ahora participa activamente en la campaña de Donald Trump de cara a las elecciones presidenciales que se celebran hoy en EE. UU.
En esta columna, analizamos cómo Dogecoin pasó de ser un meme a convertirse en un activo vinculado a factores políticos y económicos importantes.
Historia e Hitos de Dogecoin
Dogecoin es, por decirlo de alguna manera, una criptomoneda bastante particular, ya que salió al mercado en 2013, y no fue creada para proyectos serios como Bitcoin, sino más bien con el objetivo de ser una cripto divertida y fácil de entender para la gente común. Para lograrlo, eligieron como símbolo al perro Shiba Inu, que en ese momento era furor como meme viral en Internet: el perro de expresión graciosa, con la mirada perdida en la distancia, que ya se había ganado el corazón de los amantes de mascotas en la web. Parecía un símbolo perfecto. Esto atrajo a una comunidad de seguidores apasionados que, en lugar de ver su valor como una inversión, se preocupaban más por ser parte de un proyecto que les sacaba una sonrisa y los hacía sentir parte de algo único.
Dogecoin seguramente quedará en la historia por algunos momentos icónicos dentro del ecosistema cripto. Para la mayoría de los espectadores, era solo un entretenimiento gracioso en el mundo de las criptomonedas. Sin embargo, en 2014, Dogecoin dio un paso importante cuando su comunidad se unió para recaudar fondos y patrocinar al equipo de bobsleigh de Jamaica, que necesitaba el financiamiento para llegar a los Juegos Olímpicos de Invierno. Este acto humanitario le dio a Dogecoin una visibilidad positiva, mostrando su costado solidario al mundo.
Pero la verdadera explosión de Dogecoin llegó en 2021, cuando figuras públicas y celebridades comenzaron a mencionarla en sus redes sociales. Fue en ese año cuando, cada vez que algún famoso mencionaba Dogecoin, su valor se disparaba y luego caía rápidamente. Así, Dogecoin mostró una fuerte volatilidad, atrayendo a más y más personas al mundo de los “memecoins” o criptomonedas inspiradas en memes.
En estos altibajos, Dogecoin logró lo que muchos otros no pudieron: captar el interés del público y mantener a su comunidad activa e involucrada, un factor que sin duda ha impulsado su adopción masiva.
Memecoin: ¿Qué es?
“Memecoin” es el término aplicado a criptomonedas que, en lugar de basarse en tecnología compleja o resolver algún problema en particular, se fundamentan en memes o chistes de internet. Todo comenzó con el primer memecoin, al igual que Bitcoin fue la primera criptomoneda o Tether la primer stablecoin, Dogecoin, que hoy en día es el ejemplo más famoso de estos criptoactivos. A diferencia de Bitcoin o Ethereum, que tienen aplicaciones tecnológicas o un propósito específico, las memecoins son creadas principalmente para proyectos divertidos, con la intención de entretener a las personas y atraerlas hacia dichos proyectos. Esto no significa que carezcan de valor; por el contrario, su valor está más vinculado a la popularidad y a la comunidad que las respalda que a un uso específico o tecnología avanzada.
Lo que hace especial a Dogecoin es esta característica de marketing impulsado por la comunidad. Por ejemplo, cualquier meme o broma sobre Dogecoin que se difunde en redes sociales da una identidad a la moneda, lo que despierta curiosidad e interés en conocer más sobre ella. Así, este enfoque impulsado por la comunidad le ha dado a Dogecoin una sólida base de seguidores comprometidos, quienes creen en el proyecto, en parte porque sienten que están participando en un fenómeno cultural y no solo realizando una inversión.
Aspectos Económicos y técnicos de Dogecoin
Dogecoin no está respaldado por ningún activo físico ni por una economía nacional. Su valor depende principalmente de la oferta y demanda generadas por la comunidad y el interés de inversores, lo cual hace que su precio sea muy volátil.
A nivel técnico, el respaldo de Dogecoin es limitado: no posee una utilidad específica como ocurre con Ethereum, que se usa para ejecutar contratos inteligentes. Esto significa que su valor se fundamenta en gran medida en la especulación y el “efecto red”, o sea, el entusiasmo de sus seguidores y el interés generado en medios y redes sociales. Así, el “valor de mercado” de Dogecoin, que refleja cuánto está dispuesto a pagar la gente por ella en determinado momento, suele ser mucho mayor que su “valor real” o su utilidad práctica en el mundo de las criptomonedas.
Desde sus inicios, Dogecoin ha sido adoptada por algunos comercios y servicios como método de pago, en parte gracias a su baja comisión y rapidez en las transacciones en comparación con Bitcoin. Pero su valor fluctúa mucho y actualmente no es ampliamente aceptada como forma de pago estable y confiable.
Aun así, algunas plataformas y negocios, especialmente en el mundo del entretenimiento y las donaciones, han experimentado con Dogecoin. En plataformas como Twitch y Reddit, usuarios pueden dar “propinas” en Dogecoin para apoyar a creadores de contenido, y organizaciones benéficas en línea han recaudado fondos utilizando Dogecoin como moneda de donación. Esto ha permitido un nivel de adopción que, aunque modesto, destaca la facilidad con la que Dogecoin puede transferirse entre usuarios.
En términos de eficiencia, Dogecoin presenta ventajas: las transacciones suelen ser rápidas y de bajo costo en comparación con otras criptomonedas más conocidas. Sin embargo, su uso práctico está todavía en sus primeras etapas, y su adopción generalizada se enfrenta al desafío de la volatilidad y de la percepción de ser una “memecoin” sin un respaldo sólido o utilidad técnica clara.
Elon Musk y su influencia en Dogecoin
Elon Musk, CEO de empresas como Tesla y SpaceX, ha sido una figura clave en el ascenso de Dogecoin.
El interés de Musk en Dogecoin parece ir más allá de una mera simpatía por la criptomoneda, ya que esta memecoin parece representar el espíritu de innovación y riesgo que Musk suele promover, posicionándose como un vehículo alternativo y “divertido” en el mundo cripto.
Algunos especulan que Musk ve en Dogecoin una oportunidad para experimentar con modelos de pago dentro de X, donde podría incluir Dogecoin como medio de pago para ciertos servicios, lo que incrementaría su valor percibido y funcionalidad. Este tipo de estrategias podrían fortalecer la adopción de Dogecoin como una moneda viable dentro del ecosistema de X, aportándole una utilidad que actualmente es limitada.
Sumado a esto, el crecimiento del vínculo entre Donald Trump y Elon Musk ha generado expectativas sobre cómo una posible victoria de Trump en las próximas elecciones podría influir en Dogecoin. Y es que si Trump llegara a la presidencia, se espera que Musk tenga influencia sobre sus decisiones en el ámbito digital y financiero, incluyendo criptomonedas. Esta alianza podría resultar en una postura más relajada hacia las criptomonedas, beneficiando el precio de activos alternativos como Dogecoin, cuya volatilidad y especulación no siempre son bien vistas en entornos de regulación estricta.
Quizá buscando anticiparse a este escenario posible es que la demanda de los cripto inversores ha hecho que Dogecoin haya subido 85% en dólares en lo que va del 2024 al momento de escribir esta nota, más incluso que lo que se han apreciado hasta el momento Bitcoin o Ethereum.
Conclusión
Lo que comenzó como una broma se ha transformado en un símbolo de la fuerza de las comunidades digitales y del poder que figuras influyentes, como Elon Musk, pueden ejercer sobre el valor de un activo. Hoy, en un escenario donde las redes sociales y las relaciones estratégicas entre líderes políticos, como la del propio Musk y Donald Trump, comienzan a influir sobre la regulación y el futuro de la tecnología financiera, Dogecoin se posiciona en una intersección interesante entre cultura popular, economía y poder político.
Esta cripto, tan atípica en su origen, ha consolidado una comunidad comprometida y una identidad que va más allá de la especulación. En un contexto de creciente intervención política y regulatoria, Dogecoin podría verse directamente afectada por las decisiones que se tomen desde las altas esferas de poder, decisiones que posiblemente definan el camino de este ecosistema financiero alternativo.
Su futuro, entonces, no solo dependerá de sus méritos técnicos o de su comunidad, sino de cómo las fuerzas políticas y económicas decidan moldear el mercado cripto en los años que vienen.
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