Entrevista a Nicolás Litvinoff para Diario Clarín – Por Martín Groz
En el supermercado, la carnicería, la tienda de mascotas o la farmacia. Al cargar nafta, ir al shopping o salir a comer… Las promociones con tarjetas y billeteras virtuales se multiplican prometiendo vistosos porcentajes de ahorro en todo tipo de comercios, que a su vez publicitan rebajas atractivas en muchos productos.
Frente a esa catarata de propuestas, en medio del apuro, el consumidor busca aprovechar las que percibe más tentadoras. Y sin embargo, a menudo, la experiencia puede ser frustrante.
Luego de pagar -cuando ya es demasiado tarde-, descubre que el ahorro real terminó siendo menor al esperado porque le faltó analizar mejor la oferta o no tuvo en cuenta ciertas limitaciones que figuraban en “letra chica”.
“Las empresas pueden marearnos con una multitud de números y porcentajes, llamativos anuncios e inesperadas condiciones en letra pequeña, con el objetivo de que el descuento sea el premio sólo para ‘expertos en ahorro'”, explica a Clarín el economista Ariel Baños, autor de los libros Los secretos de los precios y 50 lecciones de precios de la vida real.
Lo alentador es que entrar a ese club de “expertos” no es tan complicado. Para poder distinguir los ahorros reales de los “inflados”, y exprimir cada beneficio al máximo, sólo hay que tomarse el trabajo decodificar bien las condiciones y habituarse a hacer cálculos sencillos.
A continuación, los 7 chequeos básicos que recomiendan los expertos para determinar si una promo conviene de verdad o si lo mejor es dejarla pasar.
Chequeo N° 1: ¿es un descuento o es un reintegro?
Ante un porcentaje de ahorro publicitado, lo primero a verificar es si se trata de un descuento o de un reintegro. A veces ambas palabras se usan de forma indistinta, pero hay una diferencia clave.
Si lo que ofrecen es un descuento, la rebaja se aplica en el momento, es decir, al pagar la compra. En cambio, si es un reintegro (lo más común en promos con tarjeta o QR), el cobro se realiza al precio normal y más adelante el cliente recuperará una parte del monto.
Con lo cual, ante cada reintegro, lo importante es fijarse en la “letra chica” cuánto demora y cómo se cobra la devolución. A menudo se fija que el dinero puede acreditarse en la cuenta dentro de los 10 días o verse reflejado en los próximos resúmenes de tarjeta de crédito.
Chequeo N° 2: ¿cuál es realmente el ahorro por unidad?
Hay ofertas en las que no suele quedar claro a primera vista cuál es la magnitud exacta del beneficio. Y en las que existe el riesgo de sobreestimar su conveniencia, ya que los porcentajes a la vista son bastante más altos que el ahorro real por unidad.
“Saber calcular los descuentos anunciados en cifras porcentuales puede derivar en ahorros importantes. Por ejemplo: 50% de descuento en la segunda unidad quiere decir 25% de descuento en ambas. Y 3×2 (llevar 3 al precio de 2) implica un 33% en cada una”, afirma Nicolás Litvinoff, economista experto en finanzas personales.
Algo similar ocurre con las rebajas del 70% o el 80% en la segunda unidad. Es posible que convenga aprovecharlas, pero sin perder de vista que la primera unidad se paga sin descuento. Y chequeando además que el precio base sea el normal (que no lo hayan aumentado justo antes de hacer la supuesta oferta).
“Si bien estos descuentos pueden resultar atractivos a primera vista, a veces esconden información que conviene conocer antes de usarlos. Por ejemplo, cuando los productos en oferta están cerca de vencer. O cuando el valor por unidad tras el descuento sigue siendo más alto que el de un producto similar de otra marca, o igual al de una alternativa de mejor calidad”, añadió Litvinoff, quien dirige el portal de educación financiera Estudinero.org.
Chequeo N° 3: ¿cuál es el tope del ahorro y cada cuánto se renueva?
Salvo que se destaque que son “sin tope”, los descuentos o reintegros suelen tener un límite de ahorro que es muy importante revisar y que suele estar fijado en dinero o en cantidad de unidades. Por ejemplo, hay 25% con un reintegro máximo de $10.000 o 3×2 al comprar hasta 6 gaseosas.
Pero además, hay que conocer cada cuánto se renueva el tope, ya que puede tratarse de un límite por compra, pero otras veces se establece por día, por semana, por mes o por toda la vigencia de la promoción (que quizás dura 2 o 3 meses).
Lo importante, según los expertos, es tener cuidado con las propuestas que intentan tentarnos con porcentajes altos y topes bajos. Ya que, al alcanzar el máximo ahorro, todo el excedente se pagará al precio común.
Por ejemplo, si publicitan un 50% de reintegro y el tope mensual fuera $10.000, esa ventaja se aplicará sólo en gastos que no excedan los $20.000. Pero si terminamos gastando $40.000 en el mes, el ahorro -que se mantendrá en $10.000- representará sólo el 25% de lo abonado.
Chequeo N° 4: ¿el beneficio es acumulable con otros descuentos y ofertas?
A veces los consumidores escogen cierto producto porque aparece en oferta, sin darse cuenta de que luego esa rebaja quedará anulada. Por ejemplo, porque pagan con cierta app o tarjeta que ese día daba un descuento sobre toda la compra, que no era acumulable con otros beneficios. Eso también se aclara siempre en los “legales”.
“Por lo general los descuentos se excluyen mutuamente, es decir que al acceder a uno de ellos se dejan sin efecto otros, que suelen ser más específicos y representan un menor porcentaje. En muy pocas ocasiones se permite combinar o acumular descuentos, lo que ampliaría la reducción de precios”, advierte Baños, al frente de la consultora especializada Fijaciondeprecios.com.
Chequeo N° 5: ¿hay marcas y productos excluidos de la promoción?
Otro dato valioso a ubicar en la “letra chica” es el listado de “exclusiones”. Es decir, cuáles son las marcas, productos o rubros enteros que no participan de la promoción y que por lo tanto serán cobrados sin el beneficio.
En los supermercados, por ejemplo, eso ocurre muchas veces con los vinos de alta gama, pero también con artículos muy básicos como cortes de carne, yerba, aceite, azúcar y gaseosas, que normalmente tienen un peso relevante en cada ticket.
Chequeo N° 6: en detalle, ¿cómo hay que pagar para acceder al beneficio?
“En ocasiones el descuento aplica sólo con un medio de pago en particular o ante la presentación de una tarjeta de membresía o la utilización de la app de la empresa”, señala Baños. Y es clave revisarlo porque en el último tiempo, al popularizarse los pagos con el celular, la cuestión sumó complejidad.
Ocurre que ahora muchas promociones son válidas abonando con una tarjeta puntual, pero sólo cuando se la usa a través de una determinada billetera virtual. Por ejemplo, el caso de un reintegro que rige únicamente para los pagos que se hagan desde MODO con las tarjetas de crédito Visa del banco X.
Chequeo N° 7: ¿qué locales están adheridos y cuáles no?
Para evitar ilusionarse con un beneficio que nunca llegará, también recomiendan verificar siempre en la “letra chica” que la tienda o comercio a visitar esté adherido al beneficio. Darlo simplemente por supuesto -algo muy común- puede costar caro.
“Hay descuentos que tienen vigencia sólo ciertos días de la semana, y en ocasiones no aplican a todos los puntos de venta de la empresa. Por ejemplo, puede ser válido sólo de lunes a miércoles y únicamente en las sucursales de cierta cadena que tengan formato de hipermercado, excluyendo a las de menor superficie”, añade Baños.
El último chequeo, con uno mismo: ¿realmente lo necesito o sólo lo llevaría porque está en promo?
Si el beneficio analizado aprobó todas las revisiones, y si la conclusión es que efectivamente brinda un ahorro real atractivo, la pregunta final que podría hacerse el consumidor es si la compra propuesta sería verdaderamente necesaria.
Sucede que a menudo, arrastrados por promociones y ofertas, terminamos llevando productos que no teníamos previsto adquirir y que no eran prioritarios. Por lo cual, a pesar del jugoso descuento o reintegro, el resultado será gastar más de lo esperado, y no menos.
Litvinoff, por eso, insiste en la necesidad de hacer una lista de compras antes de ir a cualquier negocio, lo que ayudará a afrontar el bombardeo de porcentajes tentadores manteniendo el foco.
“Planificar es un ejercicio clave para las finanzas personales. En este caso, consiste en la confección de una lista de productos a adquirir, donde todo lo excluido (siempre que no se nos haya olvidado algo importante) quedará afuera del changuito. De esta forma, difícilmente gastes de más”, concluye el economista.
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