Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación.
La palabra riesgo podría tener su origen etimológico en una derivación de risco (peldaño alto), referida al peligro que sufren los barcos al transitar por lugares en donde puede haber ese tipo de obstáculos ocultos en el mar.
En la vida de una persona suelen existir miles de riesgos distintos, pero nos concentraremos en esta nota en la relación entre el riesgo y las finanzas personales tomando como referencia sus cuatro pilares: ingreso, ahorro, gasto e inversión.
El enfoque central de los temas a tratar será el de fundamentar la noción de que tener éxito en las finanzas personales no es cuestión de eludir riesgos, sino de entenderlos y aprender a manejarlos.
Riesgo e ingresos
En lo referente a la generación de ingresos existen riesgos conocidos y riesgos ocultos. Para poder adentrarnos en el tema, vamos a separar el universo de los ingresos posibles en dos: Ingresos lineales e ingresos automatizados o pasivos.
Los ingresos lineales son aquellos en los cuales nos retribuyen por cada hora trabajada (ya sea en relación de dependencia o freelancer) mientras que, como vimos en columnas anteriores, los ingresos automatizados o pasivos son aquellos que no requieren de nuestra presencia para su generación (inversiones financieras, alquileres de propiedades, royalties, negocios en Internet, franquicias, etc.).
Hecha esta diferenciación, podemos afirmar entonces que una de las razones por las cuales más del 90% de la humanidad genera ingresos lineales y no pasivos tiene que ver con una percepción de que el riesgo es sensiblemente menor mediante el trabajo en relación de dependencia, ya que en teoría el dueño del capital es el que arriesga y por ende el que más pierde si las cosas no salen bien.
Nuestro primer objetivo es abrir el debate a la posibilidad de que estas nociones tan socialmente arraigadas estén equivocadas al no ponderar de manera racional los riesgos ocultos existentes en la generación de ingresos.
La dinámica del capitalismo global actual propicia la aparición de crisis financieras cada vez más seguidas. Al producirse las mismas, el concepto de riesgo muta totalmente sin que la gente se percate de ello: las grandes empresas suelen utilizar como variable de ajuste el empleo y recortan su fuerza laboral (haciendo que sus acciones suban en la bolsa por disminución de costos) y muchas PYMES deben directamente “bajar la persiana” producto de la caída en la demanda y el aumento de los costos.
En el presente, las leyes a nivel global están hechas de manera tal que el capital goza de libre movilidad entre países, mientras que el trabajo se encuentra totalmente restringido.
Si un ciudadano argentino quiere invertir en la bolsa de Estados Unidos porque detecta que hay mayor rentabilidad que en su país puede hacerlo sin problemas, pero si en cambio desea desarrollar su profesión en ese país del norte porque la paga es superior, no puede hacerlo sin tener la green card o al menos un permiso provisorio de trabajo, algo casi imposible de conseguir.
Llevando esto al plano de las finanzas personales, si tus ingresos vienen del capital (vía inversión) vas a tener libertad de acción y muchas oportunidades, mientras que si el origen es el sueldo de empleado, vas a estar atrapado en el nivel de los sueldos en ese país y su pérdida de poder adquisitivo según el contexto económico del momento.
Resumiendo: el riesgo de generar ingresos lineales en relación de dependencia se encuentra erróneamente calibrado debido a la ocurrencia cada vez más periódica de crisis que derivan en reducciones de personal por parte de las empresas. Por el contrario, la generación de ingresos por cuenta propia y/o automatizados otorgan mayor posibilidad de acción y reacción frente a las volatilidades de economías cada vez más frágiles.
La solución aquí para aprender a manejar el riesgo real en vez de eludirlo es diversificar nuestras fuentes de ingresos y no quedarnos solamente en la generación unidireccional del mismo.
La diversificación como mecanismo de reducción de riesgos no funciona solamente para las inversiones, como veremos más adelante, sino que también tiene muy buenos resultados en lo referente a los ingresos.
Riesgo y gastos
Los gastos representan uno de los pilares más importantes de las finanzas personales ya que las fallas que se produzcan en este ámbito pueden arruinar los aciertos en otros campos: de nada sirve generar más ingresos si gastamos de manera irresponsable.
Aquí el riesgo tiene que ver con gastar de manera compulsiva, obviando la planificación y el análisis necesario requerido en cada erogación de dinero en dos dimensiones distintas: la experiencia que nos deja y su impacto en nuestras finanzas personales. Este tipo de comportamiento equivale a “tirar nuestro dinero a la basura”.
Yendo más al fondo de la cuestión, podemos afirmar que el riesgo más importante es gastar nuestro dinero en bienes o servicios que generen un doble impacto negativo a nivel experiencia y en nuestras finanzas personales (ejemplo: comprar cosas o adquirir productos caros que no nos sirven demasiado).
La peligrosidad de caer en este tipo de trampa, cuya patología es el gasto compulsivo, aumenta día a día gracias al marketing teledirigido de las grandes empresas, cuyo objetivo es hacernos creer que algo que en situaciones normales es “deseable” ahora se vuelve “necesario”.
¿Cómo hacer para aprender a manejar el riesgo inherente al gasto? En los últimos días una compañía británica presentó una solución para controlar los gastos en la tarjeta de crédito mediante un shock de electricidad, emitido por una pulsera cuando el cliente de un banco supera un límite de consumo preestablecido. Sin llegar a ese extremo, en esta columna llamada “Gastar menos y ser más feliz” podrás realizar un test y encontrar tu diagnóstico referido al gasto con el fin de “ajustar las tuercas” necesarias para gastar de manera más inteligente.
El objetivo aquí es modificar nuestros hábitos de consumo de manera tal de poder generar un excedente por sobre nuestros ingresos y pasar así al siguiente pilar, que es el ahorro.
Riesgo y ahorro
En lo referente al ahorro, el riesgo está más claro: la ausencia del mismo vuelve incierto nuestro futuro y nos condena a una vida de trabajo sacrificada e interminable. Es muy difícil que una persona que no controla sus finanzas personales pueda controlar o direccionar su vida.
Para evitar que ello suceda hay que trabajar en dos vertientes: la primera tiene que ver con evitar caer en el facilismo de comprar las frases hechas de aquellas personas que suelen fracasar día a día en la generación del ahorro, como ser: en este país no se puede ahorrar, cuando hay inflación el ahorro es una pérdida de tiempo, para que vas ahorrar si lo importante es vivir el presente, etc.
Este tipo de generalizaciones atentan contra nuestros intereses financieros además de ser totalmente falsas y simplistas.
El siguiente campo sobre el cuál se debe trabajar es el referido a identificar y modificar los hábitos que impiden el ahorro.
Porque al fin de cuentas, ahorrar es simplemente una cuestión de hábitos que deben practicarse con cierto esfuerzo en una primera etapa pero que luego se internalizan y se naturalizan para beneficio de nuestra economía doméstica.
Riesgo e inversiones
En el campo académico el riesgo en las inversiones suele mesurarse con una medida de dispersión estadística conocida como desvío estándar, que nos indica las probabilidades de que el rendimiento de la inversión “se desvíe” del esperado. Pero sin entrar en complicados cálculos matemáticos, podemos decir que existe una manera muy simple de manejar el riesgo en nuestras inversiones: entender que la relación inversa entre riesgo y rentabilidad es infranqueable: a mayor rentabilidad esperada mayor riesgo y viceversa.
De tal manera, cuando nos ofrecen inversiones con rendimientos muy superiores al promedio y sin importar lo que nos digan, debemos asumir que el riesgo de esa colocación es mucho más alto que el del resto de las inversiones populares como “ladrillos” o plazos fijos, lo cuál no quiere decir que no debamos llevarla a cabo sino que debemos asignar a la misma un porcentaje menor de nuestro patrimonio total (siempre y cuando hayamos hecho antes un análisis concienzudo del tema). Esta estrategia es la que se conoce como diversificación, y para que sea efectiva no basta con “invertir un poco en cada cosa” sino que hay que además realizar un análisis para entender el grado de correlación que pueden tener nuestras inversiones, con el fin de que el mismo se reduzca a su mínima expresión.
Por último, invertir solamente en las inversiones tradicionales también presenta un riesgo en lo referente al llamado “costo de oportunidad”, que es lo que podríamos ganar en otro tipo de inversiones menos conocidas (como por ejemplo las inversiones en la Bolsa) pero igualmente efectivas y a las cuales renunciamos cuando tratamos de eludir el riesgo en vez de aprender a manejarlo.
Conclusión
De lo visto podemos concluir que tratar de vivir una vida sin riesgos en lo referente a las finanzas personales nos pone justamente en un camino opuesto al que querríamos tomar: como empleados que apuestan a lo “seguro” en la generación de sus ingresos, gastos, ahorros e inversiones terminamos absorbiendo los riesgos más peligrosos en una economía acostumbrada a saltar de una crisis a la otra.
Entender que el riesgo financiero es algo con lo cual tendremos que convivir en el día a día y que por ende el approach más inteligente es aprender a manejarlo en vez de intentar eludir el mismo es el primer paso para transformar nuestras finanzas personales.
¿Quiere que el dinero se transforme en una fuente de satisfacción en vez de una fuente de preocupación en su vida?
Aprenda a salir de deudas, generar ingresos pasivos en su economía doméstica e invertir con éxito en la Bolsa de la mano de Nicolás Litvinoff en los cursos online de Estudinero! ¡Reserve su vacante!
Descuento activo: -20% off*
¡Anótese ahora y comience de inmediato!
Ingrese al siguiente link con su tarjeta de crédito a mano para completar la inscripción:
Por dudas y consultas, escribir a cursos@estudinero.org
“Le enseñamos a generar sus propios VAIs (Vehículos Automatizados de Ingresos).”