Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación
No, no vamos a ofrecerte una fórmula mágica ni presentarte -como hicimos en el pasado- una máquina para hacer dinero.
Lo que vamos a hacer es brindarte una parábola financiera que te ayudará a revisar tu conducta vinculada con el ahorro, la inversión y el trabajo para que ganes más y recuperes de a poco el control de tu tiempo, en lugar de seguir a merced del banco que te otorgó un préstamo, la empresa que te contrató o la moral del trabajo de alto rendimiento.
La ciudad de los árboles frutales
Imaginemos una comunidad que se abastece únicamente de los frutos que da la tierra y cuyo entramado social se cimienta en las propiedades nutritivas de esos alimentos. El territorio es amplio y las cosechas pueden ser buenas, regulares o malas. Todo depende de la calidad del suelo, las habilidades del jardinero, etc.
En esta sociedad vegetariana existe un grupo pequeño de jardineros y otro mucho más grande de consumidores de frutas y verduras. Los primeros disfrutan de la abundancia de sus recursos, mientras que el resto debe trabajar a sol y sombra en distintas labores para obtener el dinero necesario que les permita comprar los alimentos que los primeros producen en cantidad.
La pregunta del millón es: ¿Si fueras parte de esta comunidad actuando tal cual lo hacés hoy en nuestra sociedad, serías jardinero o un agotado consumidor de frutas y verduras?
Si la respuesta honesta y concienzuda es consumidor, entonces te conviene comenzar a buscar esas especies de plantas que pueden llevarte al camino de la abundancia y el disfrute del tiempo libre.
Los cuatro árboles de los jardineros
Existen cuatro tipos de árboles en nuestra sociedad. La clave no reside en elegir el que uno crea mejor sino en buscar terrenos donde sembrar los cuatro al unísono, recordando siempre regar las semillas para que las especies crezcan fuertes.
1) El árbol de las pasiones monitoreadas: Consiste en encontrar lo que te gusta hacer e investigar sobre el tema con la curiosidad que despierta el entusiasmo, en volverte un especialista en esa materia. Una vez que lo tengas aceitado, la misión será encontrar personas que estén haciendo lo mismo y fijarte cómo monetizan ese bien o servicio que podés ofrecer. Por último, debés tener en cuenta que el cuidado de las plantas no puede insumir el 100% de tu tiempo porque necesitás también cuidar de los otros 3 tipos de árboles.
En consecuencia, Internet puede ser la mejor opción para vender tus frutos. Será cuestión de aprovechar un sistema automatizado donde los consumidores puedan encargar tus frutos, pagarlos y recibirlos sin que tengas que estar presente en cada paso sino simplemente monitoreando el proceso de comercialización.
2) El árbol de los frutos patentados: El razonamiento para plantar estas semillas es parecido al anterior, pero en este caso no buscarás un negocio al que quieras dedicar parte de tu tiempo sino a desarrollar un mecanismo que otros productores de frutos puedan aprovechar. En el mundo actual esto equivale a crear una franquicia vinculada a tu negocio original o a ofrecer un bien o servicio que pueda replicarse sin ningún esfuerzo, como un libro electrónico (e-book), un disco, una app, etc.
¿Existe algún nicho de mercado donde hay un alto grado de interés y poca gente armando sistemas de negocios alrededor? Sí, el de las criptomonedas. ¡Es hora de investigar!
3) El árbol de los propietarios: Este es un árbol que da unos frutos que pueden alquilarse. El consumidor utiliza el fruto y te paga por ese permiso. Al finalizar el contrato, te lo devuelve para que puedas alquilarlo nuevamente. Qué se necesita para poder plantarlo: tener ciertas semillas que no son baratas, pero que una vez plantadas te darán ingresos durante un tiempo prolongado a un riesgo muy bajo. En el mundo real esto equivale a departamentos, cocheras, guarderías de lanchas, alquiler de autos, etc.
¿Existe alguna forma de plantar este árbol sin tener que afrontar la elevada barrera de entrada que significa la inversión previa? Sí. Hay que estar muy atento al lanzamiento de los créditos hipotecarios desde el pozo, porque pueden existir casos donde se puedan comprar propiedades listas para alquilar, logrando que el ingreso por la renta cubra el pago de la cuota mensual.
4) El árbol de los frutos financieros: Este árbol da semillas que son utilizadas por otras personas, que las plantan y nos pagan con parte de los frutos que obtienen. En el mundo real se trata de plazos fijos, Lebacs, bonos, Letes, acciones que pagan dividendos con regularidad y otros activos financieros que otorgan un flujo de fondos durante su vida útil.
¿Existe alguna oportunidad para optimizar este mecanismo? En esta nota encontrarás algunos tips que pueden servirte.
Conclusión
¿Estás esforzándote solo para comprar los frutos que necesitás cada mes o también estás trabajando para plantar árboles? ¿Vivís el momento con orgullo y sin autocrítica o sos consciente de que destinar dinero a un fruto deseado implica restringir la posibilidad de comprar las semillas que necesitás para ser vos el jardinero?
Cuando se nos acaba el aire, se nos acaba la vida. No te quedes sin plantas que transformen el dióxido de carbono en oxígeno. De lo contrario, dedicarás cada vez más tiempo de los días que te quedan a trabajar para consumir unos pocos frutos de los árboles ajenos.
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