Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación
No le hables a un inversor del pasado porque recibirás como respuesta un bostezo y el mayor desinterés del mundo. Los inversores de pura cepa viven mirando hacia adelante, espiando por la cerradura de la puerta qué lleva al futuro en busca de los mejores negocios.
En la columna de hoy analizaremos dos nuevas tecnologías para estar long (comprado). Expondremos sus fundamentos y hablaremos de las empresas y organizaciones que operan en cada sector para analizar sus resultados.
Big data y la monetización del deseo
Big Data es un término que hace alusión a la organización de un alto volumen de datos con el fin de comprender el comportamiento de los usuarios en la web y poder venderles productos y servicios.
Hoy día tenemos dos vidas, una digital y otra analógica. El porcentaje de tiempo que pasamos en el mundo digital (principalmente smartphones, computadoras y tablets) se encuentra en franco aumento.
Es ahí donde aparecen las empresas de Big Data: para recolectar, organizar y estructurar datos que serán vendidos luego a firmas interesadas en obtener esa información.
El objetivo final consiste en captar nuestra atención y generar en nosotros el deseo de adquirir un bien o servicio aun antes de haber realizado una búsqueda en la web.
Facebook, Google y Twitter son, en cierto punto, empresas de este sector, por más de que su razón social sea otra. Sus app pueden pensarse como “robots espías”, que están alojados en nuestros celulares (con nuestro consentimiento) y que estudian nuestros comportamientos en base a sus algoritmos.
Respecto de Facebook, comencé a hablar de su potencial desde su IPO (oferta pública de venta de acciones) en 2012. Por entonces, cada acción de la compañía cotizaba a 38 dólares. Tras una caída inicial, hoy opera a 190 dólares.
¿Cómo entender semejante evolución? A partir de la naturaleza de su negocio. Ni más ni menos.
En 2014, Facebook compró WhatsApp en 22 billones de dólares (22.000 millones, para nosotros). Contra muchos pronósticos, casi cuatro años más tarde el servicio de mensajería más popular del mundo sigue siendo gratuito. A simple vista, Facebook no comenzó aún a monetizar su enorme inversión.
Sin embargo, en los últimos tiempos, más de un usuario es capaz de observar cómo al comentar por WhatsApp su deseo de irse de vacaciones a un lugar, a las pocas horas le aparecen banners de publicidad con descuentos en pasajes y hoteles hacia ese destino.
Cabría preguntarse entonces si WhatsApp no está funcionando ya como un departamento de Big Data de Facebook, que cuenta además con Instagram cumpliendo una función parecida.
Por todo esto, la Big Data se presenta como una de las tecnologías más prometedoras en términos de inversión en un futuro cada vez más digital y menos analógico.
Otras empresas del sector prácticamente desconocidas en nuestro país pero no tanto en las zonas más desarrolladas del mundo son SAP ( quote SAP), VMware ( quote VMW), Splunk ( quote SPLK) y Teradata Corporation (quote TDC).
Blockchain, el futuro luce más descentralizado
Gracias a la notable suba de precios en 2017 (y su posterior caída), la mayoría de la gente escuchó hablar alguna vez sobre el Bitcoin , aunque sin saber muy bien de qué se trata.
No obstante, es insignificante aún el porcentaje de personas sobre la población mundial con posibilidades de invertir que leyó o se informó acerca de la Blockchain, la tecnología que hay detrás de esta criptomoneda y de muchos otros criptoactivos.
Desde este espacio, comencé a alertar sobre el poder disruptivo del bitcoin allá por el 2013, cuando valía menos de 100 dólares. Hoy, luego de medio año muy negativo con una caída en el precio del 60%, se negocia a nada menos que 7500 dólares por unidad, algo impensado para muchos apenas dos años atrás.
Y es que la Blockchain trae aparejado un cambio de paradigma que no es exclusivo del mercado de monedas, y que se observa en prácticamente todos los mercados globales donde existen intermediarios que, pese a no agregar valor, aún se llevan suculentas comisiones.
Con su carácter descentralizado, inmutable y encriptado, esta nueva tecnología es aún más disruptiva que Internet a mediados de los ’90.
Con un valor de mercado de más de 320.000 millones de dólares, equivalente a seis veces las reservas del Banco Central de la República Argentina antes del salvataje del FMI, es aún una industria en crecimiento y tiene mucho para dar en la próxima década, más allá de los riesgos que implica el espíritu regulatorio de distintas instituciones y los problemas de escalabilidad (la capacidad de mantener un fuerte ritmo de crecimiento sin perder calidad) que sufrió en el año 2017, característicos de toda nueva industria donde el entusiasmo de los inversores avanza más rápido que su capacidad de adaptación.
A continuación, detallamos las cinco organizaciones que ostentan mayor valor de mercado y que, por ende, son las más representativas de la Blockchain: Bitcoin (129 mil millones dólares), Ethereum (59 mil millones de dólares), Ripple (26 mil millones de dólares, para muchos esta organización no cumple con las premisas de la Blockchain al actuar de manera centralizada), Bitcoin Cash (19 mil millones de dólares) y EOS (12 mil millones de dólares).
Conclusión
La percepción humana es lineal, mientras que el progreso tecnológico se da en forma exponencial.
En la actualidad, la tecnología avanza mucho más rápido que en el pasado, lo que genera una distancia abismal entre el presente y el futuro.
La aparición de Internet cambió en muy poco tiempo el mundo en que vivimos. La irrupción de nuevas tecnologías como las mencionadas en esta columna seguramente un impacto aún más veloz y marcado.
Cómo modificar un portafolio para aprovechar estas transformaciones es la pregunta que inquieta a millones de inversores en el mundo. El costo de oportunidad de negar esta realidad y optar por la comodidad, el miedo o el escepticismo puede ser muy alto. Es el nuevo darwinismo financiero.
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