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¿Y tu ahorro para emergencias?

Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación

En la columna de hoy vamos a tratar un tema que suele ser minimizado por la mayoría de las personas la mayor parte del tiempo, pero que se torna fundamental en épocas de cisnes negros como la actual, donde una pandemia global reduce los ingresos de buena parte de la población a su mínima expresión. Hablamos del ahorro para emergencias, pieza clave de una economía doméstica sana.

Sobre el asunto hay muchas preguntas: ¿Cuánto dinero se recomienda destinar a ese ahorro? ¿Cómo puedo generar el ahorro? ¿Solamente me sirve para casos de emergencia? ¿En qué tipo de inversión debe estar colocado? A continuación, atacaremos estas cuestiones una por una.

Cuánto y cómo

Como ya mencionamos en columnas anteriores, los pilares del dinero son cuatro: ingresos, gasto, ahorro e inversión; y están intrínsecamente relacionados.

La construcción de tu ahorro de emergencia comienza con el conocimiento al detalle de tus gastos. Lo primero que necesitás hacer es clasificarlos de manera tal de conocer no solo la cifra total de tus gastos mensuales, sino también la proporción de gastos fijos y gastos variables. Una vez que tengas estos datos, debés tomar el importe total de gastos mensuales, multiplicarlo por 0,70 y multiplicar ese resultado por 6 (gastos totales x 0,70 x 6). Por ejemplo: si mis gastos mensuales totales son de 25.000 pesos, entonces la cuenta sería 25.000 x 0,70 x 6 = 105.000 pesos.

Lo que estoy haciendo aquí es calcular primero a cuánto deberían bajar mis gastos mensuales si necesito aplicarles un ajuste del 30% y, después, proyectar a lo largo de 6 meses. En el ejemplo, debería pasar de un gasto mensual de 25.000 pesos o 150.000 pesos semestrales a otro de 17.500 pesos mensuales o 105.000 semestrales.

Esos 105.000 pesos semestrales constituyen el ahorro con el que debo contar para emergencias si mi gasto mensual de es 25.000 pesos. Está pensado para ser utilizado en el caso de que un evento no deseado, como la pérdida del trabajo o los ingresos, nos sorprenda. Si nos quedamos sin entrada de dinero, podremos vivir durante 6 meses con ese dinero, ajustando nuestros gastos mensuales un 30%.

Ahora que sé que tengo que generar 105.000 pesos para destinarlos a mi fondo de emergencia personal, ¿cuál sería la mejor manera de hacerlo? Aquí el enfoque también tiene que ver con la correcta medición de nuestro flujo de ingresos y gastos. Hablamos de la regla 50/30/20, una herramienta ideal para cosechar un excedente del 20% sobre tus ingresos (en caso de no llegar a ese número, podés hacerlo al principio con un 10%, pero no menos). La fórmula es así: separás el 50% de tu ingreso para gastos necesarios, el 30% para tus gastos deseados y 20% para tu ahorro de emergencia. Suponiendo un ingreso mensual de 30.000 pesos, en menos de un año y medio (17 meses y medio, para ser precisos) deberías llegar a los 105.000 deseados.

Ya puedo escuchar el descontento y las excusas: ¡un año y medio es mucho tiempo! Pero, ¿no es un buen negocio sacrificarte un poco para nadar de ahora en más con un buen salvavidas en vez de tirarte a la pileta sin saber si tiene agua? Si aún no te convencí, seguí leyendo.

¿Ese ahorro solo me sirve para casos de emergencias?

¿Y si la emergencia no llega nunca? ¡Qué pregunta! El ahorro de emergencias no es positivo porque te sirve de rueda de auxilio en caso de pinchazo. Tiene otros dos beneficios ocultos igual de importantes:

  1. Te da mayor tranquilidad: Se sabe que una de las mayores fuentes de estrés hoy en día pasa por lo financiero. ¿Qué voy a hacer si me quedo sin trabajo? ¿Cómo voy a pagar el alquiler o mis gastos? Poseer un ahorro de emergencias reduce considerablemente estas preocupaciones al saber que se cuenta con un lapso de al menos 6 meses para volver a reinsertarse en el mercado laboral o generar otro tipo de ingresos por cuenta propia aprovechando las ventajas actuales del teletrabajo.
  2. Te protege de las malas decisiones financieras: Contar con un colchón financiero te permite evitar operaciones perniciosas para tu bolsillo, esas que se toman cuando el tiempo y las deudas apremian. La mayoría de la gente que pide préstamos “a sola firma” o se endeuda con la tarjeta de crédito lo hace porque siente “que no le queda otra alternativa”. Sabemos que este tipo de deudas son “pan para hoy y hambre para mañana”. Mediante la utilización parcial del fondo de emergencias (y su posterior reposición cuando las cosas mejoren) podemos sortear ese camino.

Muy lindo el ahorro, pero. ¿dónde lo invierto?

El objetivo del ahorro para emergencias no es generar con él mayores ingresos, sino mantener el poder adquisitivo de ese excedente en el tiempo. Antes que el rendimiento que podamos lograr con ese dinero debe estar la facilidad de acceder a él.

Por lo tanto, no es válido sostener que no necesito ahorro para emergencias porque tengo un monto importante invertido en acciones, porque justamente las emergencias tienen más chances de acontecer en momentos de crisis económicas como la actual, con lo cual el valor de esas inversiones en renta variable puede verse muy diezmado y no resulta conveniente venderlas para hacerse de efectivo.

Lo ideal es colocar ese dinero en moneda dura (dólares, euros), en una inversión líquida (que nos permita hacernos del efectivo rápido y de manera sencilla) o directamente en el “colchón bank”.

Hasta que no hayamos completado el monto correspondiente para el ahorro de emergencia, según el cálculo realizado más arriba, no tiene sentido pensar en otro tipo de inversiones.

Conclusión

Quienes cumplieron estos tips que desde hace tiempo venimos compartiendo, están transitando la pandemia con preocupación por su salud y la de sus seres queridos, pero con mucho menos estrés financiero que aquella persona que prefirió pasar por alto estas reglas. Pensemos que, si al colchón de emergencias le sumamos los subsidios otorgados por el Gobierno, una persona con un ingreso promedio podría entonces estar “blindada” por alrededor de 9 meses, tiempo prudencial en el que, esperemos, el coronavirus sea un tema parcialmente superado y la economía pueda reactivarse.

Claro que pandemias hay una cada muchos años, pero este no es el último cisne negro que verás pasar. Ante la posibilidad de que las aguas vuelvan a ponerse turbias, te conviene tener bien inflado el salvavidas.

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