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Inversiones y fin de año: ¿es hora de tomar ganancias?

Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación

Desde esta columna, con frecuencia brindo tips de finanzas personales, bursátiles, sobre inversiones de riesgo y, más específicamente, sobre inversiones locales. También me gusta, cada tanto, filosofar sobre temas vinculados con el dinero y las inversiones. Me gusta hacerlo porque veo que existe poco material que aborde estas cuestiones con una mirada diferente y se trata de un enfoque que les permite a los ahorristas devenidos en inversores ir construyendo un corpus teórico para tomar mejores decisiones o, al menos, con argumentos en principio más sólidos.

¿Qué es la toma de ganancias a la que hacemos referencia en el título? ¿Cómo se relaciona con la idea de costo de oportunidad? ¿Cómo se debe pensar la toma de ganancias en inversiones de largo plazo? Veamos…

¿Qué es la toma de ganancias?

Se dice que un inversor está tomando ganancias cuando cierra una inversión (vende lo que compró) con un resultado positivo. Puede tratarse de una compraventa común y corriente (compré 1.000 acciones a $10 cada una y las vendí cuando llegaron a $12), de una colocación a término, de un buy to close en un short selling o de muchas otras operaciones. El rasgo principal es que al momento de vender obtenemos un resultado positivo una vez descontadas las comisiones.

Así es como muchas veces leemos o escuchamos en los medios, cuando la Bolsa cae luego de varias subas consecutivas o de un alza muy pronunciada, que los inversores tomaron ganancias. En general, se apela al término para explicar lo que no se sabe porque puede haber varias causas para explicar esa caída y no simplemente una toma de ganancias.

Por otra parte, cuando un inversor toma ganancias en realidad lo que está haciendo, al menos en la mayoría de los casos, es saliendo de una posición en un activo financiero para repensar su portafolio e invertir en otro activo o quedarse con el efectivo a la espera de una nueva oportunidad de inversión.

Ahora bien, ¿cuál es el momento más propicio para tomar ganancias? Más allá de que hay inversores internacionales destacados por acertar la mayoría de las veces, lo cierto es que no existe una teoría que nos permita predecirlo. Existen cientos de estrategias que se apoyan en el análisis técnico (estudiar gráficos, mirar tendencias, observar volúmenes operados, evaluar comportamientos históricos de los precios, etc.) y el fundamental (evaluar la salud financiera de una empresa, sus ganancias históricas, las proyecciones de ingresos y gastos, la calidad de sus productos y servicios, la cuota de mercado actual y proyectada, su valor contable, etc.), pero también hay quienes aseguran basarse principalmente en la intuición, como el especulador George Soros, quien alguna vez dijo que suele tomar ganancias cuando siente un fuerte dolor en la espalda.

Toma de ganancias y costo de oportunidad

Imaginemos que un inversor compró acciones de la automotriz Tesla (TSLA) a principios de 2020, cuando valían 86 dólares por unidad, y las vendió muy contento seis meses después con una ganancia superior al 130%, en 200 dólares. Es probable que la sonrisa se le haya ido desdibujando a medida que pasaron los meses: TSLA siguió subiendo hasta alcanzar su pico de 695 dólares. Si repite la conducta de muchos, nuestro amigo llegará a la conclusión de que se equivocó feo y se apresuró en tomar ganancias.

Mi opinión es que, en realidad, está equivocado al pensar así. Alguien se equivoca en Bolsa cuando debe asumir pérdidas por una inversión que no resultó, no cuando obtiene y toma ganancias. Dejar de ganar dinero no es lo mismo que perder dinero.

Aquí es donde se cuela el concepto de costo de oportunidad, que refiere a la rentabilidad que se puede obtener con inversiones distintas a la que se está realizando en un momento determinado. Esta definición nos permite concluir que, con TSLA, nuestro inversor amigo logró una rentabilidad real y tangible del 130% y debió lamentar un costo de oportunidad intangible de -247%.

Es importante advertir que las ganancias son tangibles y el costo de oportunidad no, puesto que en realidad es infinito en un mundo cada vez más “financiarizado” como el actual: ¿y si en lugar de medir el costo de oportunidad en términos de la evolución de Tesla lo medimos con una acción que cayó 50% en ese período y que tranquilamente podría haber comprado? ¿Deberíamos decir que ganó dinero al no comprarla? Claramente, no. Sigue teniendo el efectivo que tenía al momento de vender Tesla.

Por lo tanto, nuestro amigo debe cambiar su forma de entender los conceptos del mundo financiero en lugar de lamentarse con un costo de oportunidad infinito que le puede jugar a favor y en contra al mismo tiempo.

La toma de ganancias y el largo plazo

¿Cuándo se deben tomar ganancias en el largo plazo? Como en todo, la biblioteca está dividida. Para la mayoría de los especialistas, alguien que invierte a largo plazo debería vender cuando alcance un nivel rentabilidad definido de antemano. En mi caso, la mirada es distinta. No adhiero ni remotamente al razonamiento dominante: según mi experiencia, la toma de ganancias solo debe tener lugar en el largo plazo cuando han cambiado para mal los fundamentos que nos llevaron a realizar la inversión, independientemente del precio (o rentabilidad) alcanzado.

Retomemos nuestro ejemplo del inversor de Tesla, pero adaptado a la siguiente línea de pensamiento: al no haber cambiado en nada los fundamentos de su inversión (en todo caso han mejorado porque el mercado en general comenzó a ponderar el potencial de la industria de coches eléctricos y ve claramente a Tesla como la empresa de vanguardia en el sector), no debería haber tomado ganancias y aún conservaría las acciones con una ganancia no realizada (porque todavía no vendió) superior al 700%.

Si queremos añadir otro nivel de análisis que pueda servirnos para la toma de decisiones, además de evaluar si conviene vender o mantener una acción, debemos pensar qué vamos a hacer con el dinero resultante de una venta, a fin de ponderar el costo de oportunidad de abandonar una posición que rindió frutos.

Así las cosas, si un inversor que leyó mi columna de febrero de este año sobre el rally silencioso del bitcoin, se entusiasmó, evaluó los riesgos y decidió invertir en el principal criptoactivo a largo plazo, hoy acumularía una rentabilidad no realizada del 140%. ¿Debería tomar ganancias?

Para responder a la pregunta, deberíamos formularnos las siguientes: ¿cambiaron negativamente los fundamentos que lo llevaron a invertir en bitcoin en febrero? La respuesta es no. En todo caso, los fundamentos mejoraron con la entrada de fondos institucionales al criptoespacio y una valoración aún más positiva de la función del bitcoin como reserva de valor.

Por otra parte, si decidiera tomar ganancias, ¿qué haría con ese dinero? Supongamos que quiere quedarse en dólares por ahora. Debería considerar antes una potencial devaluación de la divisa estadounidense. Un proceso similar se observa en nuestro país, tristemente con el peso en relación con el dólar. Si alguien compró dólares cuando la cotización era de 75 pesos, ¿hoy querría venderlos en la Bolsa con un rendimiento cercano al 100%? La inercia devaluatoria del peso frente al dólar y cualquier bien que consumimos la palpamos a diario, por lo que es probable que la respuesta sea negativa. Pues bien, en el mundo está pasando lo mismo con el dólar frente a otros activos, aunque no se trata de un proceso tan marcado.

Por lo tanto, siguiendo estas premisas y pensando siempre en el largo plazo, no sería un buen momento para tomar ganancias con el bitcoin y pasarse a dólares, más allá de que siempre pueda bajas momentáneas de precios.

Conclusión

La toma de ganancias es un asunto que no puede tomarse a la ligera si se quieren obtener resultados positivos en el largo plazo.

Definir la propia filosofía de inversión nos permitirá quedar a salvo de asesores financieros de dudosa ética que intentan asustarnos o nos prometen el paraíso para que compremos y vendamos activos muy seguido y terminemos pagando un sinfín de comisiones que bien podrían haberse evitado. También nos ayudará a incorporar herramientas para que la probabilidad de adoptar las mejores decisiones sea cada vez mayor.

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